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Jon Viar: «Parece tabú decir que el separatismo es supremacista y reaccionario»

Dirige «Traidores», cinta que desnuda al emperador y grita mientras le señala que, efectivamente, todo nacionalismo se nutre de racismo, de supremacismo y xenofobia. Es la historia de los que abandonaron ETA para defender la democracia y la igualdad, abandonando también, más determinante aún, esa ideología y eligiendo, entre matar y no matar, no hacerlo
La Razón

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El cineasta Jon Viar ha rodado un documental a tumba abierta. Uno que, de forma casi literal, abre los arcones y las fosas de la banda terrorista ETA. En «Traidores», el autor, nacido en Bilbao y residente en Valladolid, cuenta la historia de aquellos primerísimos miembros de la banda, entre los que se encontraba, destacadamente, su propio padre, Iñaki Viar, que viviría para aborrecer aquel pasado y convertirse en un prestigioso psiquiatra. Por «Traidores», un documental deslumbrante, tanto en fondo como en forma, uno que bebe de joyas como «Capturing the Friedmans», pasan algunos de los más destacados resistentes por la democracia y la igualdad que ha dado España en el último medio siglo: Viar padre, por supuesto, y también Teo Uriarte, Jon Juaristi, Mikel Azurmendi, Javier Elorrieta y Ander Landaburu. Doblemente traidores todos. Porque primero abandonan ETA y después, y quizás más decisivo, porque deconstruyen el fondo ideológico de la mafia. Ese compost asesino, mezcla de xenofobia y supremacismo, del que los crímenes son tan solo una consecuencia natural y no, como pretenden tantos nacionalistas, una inexplicable aberración. Por eso, en última instancia, lo invitamos hoy a Contracultura. Porque no hay nada más contracultural en la pasmada España contemporánea que recordar la esencia primitiva de las ideas y de los movimientos identitarios, y señalar la entraña racista que recorre, nutre y explica el nacionalismo. Todo nacionalismo.
Usted descubre con 8 años que su padre había pertenecido a ETA. ¿Qué supuso, cómo se metaboliza algo así?
Escuchando, leyendo sobre el tema y conversando con mis padres y otros allegados. Una enorme curiosidad me perturbó: ¿cómo un hombre tan bueno podía haber participado en algo tan horrible?
En alguna entrevista le hemos leído que el rodaje ha sido durísimo. ¿Por qué?
Pues básicamente porque todas las instituciones rechazaron el proyecto y tuve que hacer crowdfounding y poner mi dinero. Una pesadilla. Me he sentido como Sísifo. Pero al final, gracias a la ayuda de cuatro amigos y a las aportaciones de otros, he podido acabar esta película. No vuelvo a producir en estas condiciones nunca más.
En la cinta vemos a algunos de los primeros militantes de ETA, que abandonaron pronto el terrorismo, pero no su militancia antifranquista. Con el tiempo muchos de ellos lideraron también la resistencia política e ideológica contra ETA.
«Traidores» es lo que les han llamado toda la vida. ¿Por qué? Pues por dos motivos: renegar del terrorismo y renegar del nacionalismo. Esto último es lo que una buena parte de la sociedad vasca no puede soportar.
El otro día trató de explicar en televisión que el problema de ETA no son solo los crímenes, sino las ideas que los justifican. Un puro delirio racista. Pero decir eso parece intocable, un tabú. ¿Por qué?
Efectivamente, parece tabú decir que el separatismo es supremacista y reaccionario. Desgraciadamente, la izquierda española no existe. Ha sido sustituida por el Plurinacional-Populismo, una ideología que se supone progresista pero que defiende permanentemente a los supremacistas periféricos. Es incomprensible. Necesitamos más que nunca una izquierda materialista, racionalista y democrática que plante cara a estos identitarismos. Confío en que pronto surgirán iniciativas en este sentido. «El jacobino» es un claro ejemplo en esa dirección.
Por otro lado el nacionalismo al mando, y la práctica totalidad de la izquierda, insiste en que aquí hubo un conflicto y que generó múltiples violencias. ¿Somos todos igual de responsables?
Discrepo. No creo que la práctica totalidad de la izquierda asuma los delirios étnicos. Pero es cierto que, lamentablemente, en la izquierda actual no influyen eruditos como Juan Pablo Fusi, Andrés de Blas o Félix Ovejero, sino ridículos freaks como Iván Redondo. Es lo que hay.
Llevamos varios días dándole vueltas a la teórica sinceridad de las disculpas ofrecidas por Otegi. ¿Hasta qué punto importa el arrepentimiento, real o fingido, de una gente que asesinó a cientos de personas?
No tengo ni idea, ya existe la vía Nanclares y parece que ha funcionado relativamente bien, pero no conozco el tema en profundidad. Personalmente considero que lo que realmente tiene valor es la rectificación moral subjetiva y contribuir a la deslegitimación del proyecto totalitario y nazi-fascista por el que ETA asesinó a cientos de personas y provocó miles de exiliados.
¿Han sido realmente unas disculpas o un reconocimiento del dolor sin un reconocimiento de responsabilidad no implica necesariamente un arrepentimiento y, por lo tanto, una petición de perdón?
Todo es una campaña electoral de Bildu. Están en su derecho. Lo sorprendente es que tantos medios de comunicación y otros partidos políticos se presten a seguir dando bombo a Bildu. Ridículo y suicida.
¿Hay quien les reclama arrepentirse para luego sentarse y pactar con ellos sin problemas, para que adquieran el estatus de honorables, y por lo tanto de socios?
Ni idea.
¿Ha contado con ayuda de algún tipo, financiación, etc., para sacar adelante el proyecto?
RTVE, Ministerio de Cultura, Gobierno Vasco, EITB y «Gogora» –que depende del Gobierno Vasco– rechazaron el proyecto en 2016 y en 2017. Finalmente, gracias a Denis Itxaso (PSE), que era Diputado de Cultura en la Diputación de Guipúzcoa, pudimos obtener una pequeña ayuda para acabar la película. Le estaré siempre agradecido. Cuando tuve un pre-montaje conseguí acceder a RTVE por un profesor mío de la carrera, Miguel Álvarez Ferreiro. El director de La 2, Samuel Martín, vio el pre-montaje y entonces me permitieron usar sus imágenes para acabar la película. Les estoy también muy agradecido a los dos.
¿Llegará un día en que decirle nacionalista a alguien será igual que llamarme fascista o racista?
Pues no lo sé, hay muchos nacionalistas que son demócratas. Creo que el nacionalismo y la religión son como el alcohol: en pequeñas dosis pueden tener su gracia pero si sigues pimplando la vas a liar.
¿Podemos resistir y, hasta donde sea posible, revertir el inmenso prestigio del identitarismo en España?
Con la actual izquierda oficial, imposible. La prioridad es que el Plurinacional-Populismo se hunda cuanto antes y surja al fin una izquierda en condiciones dispuesta a defender los valores de la Ilustración y las condiciones materiales de los trabajadores.
¿Cómo es posible que muchos de los habitantes de una de las comunidades más ricas de España se sientan oprimidos, subyugados y explotados por el resto?
Pues porque los que están interesados en que eso sea así son los que tienen las competencias de Educación. Básicamente.
¿Por qué los asesinos por razones políticas parecen gozar de una bula, un aura, un carisma más o menos sexy, que no concedemos a los delincuentes, digamos, comunes?
No creo que eso sea así. Quizá haya grupies de ese tipo. Creo que Charles Manson era un follador. Txeroki tiene su punto.
En una entrevista con Oscar Monsalvo sostenía que ETA no es de izquierdas. ¿Lo dice por su raíz nacionalista, obviamente reaccionaria, o por su crimigeneidad, que no parece patrimonio de un polo ideológico?
Esta es la cuestión. Algunas personas muy de derechas me han puesto a parir en redes por esto. Creen que porque afirmo que ETA es xenófoba, ultranacionalista y reaccionaria, justifico otras atrocidades cometidas por grupos de izquierdas. Obviamente condeno los totalitarismos. No siento fascinación por Pol Pot, que sí era comunista. Pero ETA no mataba a nadie por ser de derechas o de izquierdas. Es una cuestión ontológica. Mataba a cientos de personas por una razón: porque eran españoles. ETA materializa el pensamiento político de Sabino Arana con el asesinato de cientos de chavales jóvenes que venían al País Vasco a trabajar como policías o guardias civiles. Sus féretros eran sacados clandestinamente y los curas se negaban a oficiar sus funerales. ¿Por qué les asesinaban? Porque ETA fue eso: racismo.

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