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Crítica de “La casa Gucci”: la “ragazza” Lady Gaga saca las uñas ★★★☆☆

Metro Goldwyn MayerEFE/Metro Goldwyn Mayer

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Dirección y guión: Ridley Scott. Guion: Roberto Bentivegna, Becky Johnson (Libro: Sara Gay Forden). Intérpretes: Lady Gaga, Adam Driver, Al Pacino, Jeremy Irons, Jared Leto, Salma Hayek, Jack Huston. EE.UU, 2021. Duración: 150 minutos. Drama.
En un momento determinado de la desconcertante película/folletín a lo «Falcon Crest», aunque con buena y petarda factura, eso sí, realizada por el irregular (olviden por un momento sus primeras películas) Ridley Scott, un joven escaparatista con ganas de arribar en ese mundillo le suelta al mismísimo Maurizio Gucci, nieto del fundador del imperio de la moda, que en los 70 ya nadie quería trabajar para una firma que recordaba a «una opereta barata». Y así parece haber enfocado el cineasta británico (ay, esa mirada de extrañeza de un frío e impasible inglés a estos gritones, aunque riquísimos, italianos) el auge y caída del inestable Maurizio hasta que fue asesinado en 1995 por orden de su ex mujer, Patrizia Reggiani (una soberbia Lady Gaga, prácticamente lo mejor del filme).
Y no se trata de un «spoiler», sino de la historia, de lo que sucedió en la realidad, lo que se apura en apuntar el cineasta nada más comenzar la función. Que arranca con un culto, elegante y tímido estudiante de Derecho que acaba de conocer a Patrizia, la perfecta esposa para un Soprano, embutida en un apretado traje rojo pasión, impulsiva, ambiciosa, mona, descarada, que, tras conocerlo en una fiesta de esas tan pijas y golosas, decide que será suyo o no será. Scott no es,por cierto, ni Scorsese ni Brian de Palma, y resulta necesaria la advertencia. Porque, mientras la idea original del ya octogenario director nos parece, no solo respetable, sino tremendamente atractiva, esto es, la de radiografiar a la poderosa familia como un clan mafioso perfectamente orquestado, las expectativas se desvanecen cuando contemplamos que, en manos de Scott, el tío de Maurizio (un Al Pacino con las vueltas revolucionadas) era simplemente un listo hortera de cuidado y su hijo (irreconocible y exageradamente caricato Jared Leto), un tipo con muchas ínfulas y más peligro que una caja de bombas. Sin embargo, la auténtica bomba de la cinta, repetimos, es Lady Gaga, más italiana que la pasta (la que se cocina), más enamorada que Sofia Loren de Carlo Ponti, más ambiciosa que Donatella Versace. Y más «capo» que los que aparecen en «Uno de los nuestros». Y así, mientras el personaje de Maurizio sufre, de una escena para otra, una evolución apenas digerible, ella, Patrizia, que por cierto ya abandonó la cárcel, al menos continúa firme en su deseo de venganza. Porque nadie abandona a una «brava ragazza» por una con cara de caballo y, menos, cuando fue la auténtica adivina sobre lo que vendría después. Para dolor de los Gucci, la nada.
Lo mejor
Lady Gaga en la impulsiva, ambiciosa y enamorada piel de la esposa perfecta para un Soprano
Lo peor
La excesiva caricaturización de algunos personajes, y esa adivina llamada Salma Hayek...

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