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Libros

David Orange destapa el lado más oscuro de Valencia

El novelista aborda en «Romperás la noche con un grito» el tema de los secuestros en un thriller de hondo acento psicológico

El novelista, en uno de los escenarios en los que discurre esta trama
El novelista, en uno de los escenarios en los que discurre esta tramaCarlos Ruiz B. kCarlos Ruiz B. k

Valencia es resultado de la húmeda y rica mezcla entre la tierra y el agua. Con el paso canalizado del Turia y el imponente Mediterráneo, junto con las marismas de la Albufera y la clandestinidad de su submundo subterráneo, es una ciudad que ha evolucionado a partir de los contrastes, de los paisajes diversos que permite la arbitrariedad de la naturaleza. «La cultura, el pueblo e identidad valencianos siempre han crecido y se han desarrollado con estos ingredientes, el trabajo y el arraigo a la tierra ha hecho que el agricultor o el pescador sean la definición de su pueblo», explica a LA RAZÓN David Orange, nacido en Albalat del Sorells en 1982 y que asegura que «ha sido una liberación y disfrute poder hablar de mi ciudad».

Así, publica «Romperás la noche con un grito» (Planeta), un trepidante thriller que no solo resulta irresistible por su trama, sino también por la capacidad de hacer cómplice y partícipe a cada rincón de Valencia. Una narración repleta de investigaciones e intriga que avanza por las estrechas calles burguesas y modernistas del Ensanche, pasando por la excluida periferia de Benicalap o Barona, así como por el futurismo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el aroma marítimo y encorsetado de Nazaret o el serpenteo del barrio del Carmen. Un recorrido que ayer un grupo de periodistas descubrimos acompañados de Orange, quien no dudó en demostrar la emoción de presentar en su ciudad una novela que le ha supuesto, «emocional y psicológicamente, un esfuerzo enorme».

Con varias caras

El autor se toma la urbe como «un octaedro, un lugar con varias caras y un escenario muy completo para que transcurra una novela. En ella tienen cabida muchos tipos de personas, es un lugar a todo color, lleno de aromas, de artistas, y quiero que los lectores se impregnen de la cultura e identidad del pueblo valenciano». Todo ello, reflexionando y sorprendiéndose con los giros que guarda la trama, que a nadie dejará indiferente: todo comienza en mitad de la noche, cuando Ignacio se despierta, descubre que alguien ha secuestrado a su bebé y todo cuanto ama se derrumba. Explica el escritor que toma como punto de partida esta desaparición «porque quería comenzar de forma contundente e impactante». Se trata de un tema «que me ha inquietado desde siempre. En Valencia la desaparición de las chicas de Alcásser fue algo turbador. No solo yo quedé bastante impactado. Y el problema vino cuando me puse a investigar, y vi que no era el único caso, sino que hay más, pero no se mediatizan», explica Orange. De ahí, continúa, «nace mi temor y mi interés por algo que, cuando ves las cifras oficiales de España y el resto del mundo, resulta ser algo terrible y aterrador».

De esta forma, la obra, que se acompaña con una nota del autor donde ofrece datos reales sobre desapariciones en nuestro país, ofrece un thriller «con diversas subcapas, porque también plantea dilemas morales. Trata sobre la infancia y cómo el estímulo que recibimos en los primeros años de vida determina la vida adulta». Un aspecto clave para la verdadera protagonista de la novela, la inspectora Elisabet Bru, joven policía que necesita cerrar una herida de su pasado encontrando al bebé secuestrado. Un personaje profundo, repleto de matices al igual que todos los que aparecen a lo largo de la novela: «Cada uno lo he tratado como si fuera único y el último. Intento hacer un ejercicio de introspección y empatía lo más potente que puedo para demostrar que absolutamente todos tenemos la cara pública, pero que tan solo es el reflejo de un océano que hay debajo», comenta el también autor de «La chica del semáforo».

Para la elaboración de la obra, el autor no solo ha teñido los escenarios valencianos a través de la psicología de cada personaje, sino que, confiesa a este diario, «la documentación ha sido muy grande. Aparte de trabajo de campo, he leído mucha información verídica, protocolos policiales, informes del Gobierno, normativa oficial, procedimientos… En una novela debe haber una base real suficiente para que quien la lea no se eche las manos a la cabeza. Lo que sustenta todo lo que sucede debe ser real, pero la historia también tiene que flotar, fluir de manera que parezca atractiva, que cuide al lector». Una obra que, por tanto, «he trabajado muchísimo, algo que agota, pero que también es bonito», explica con una evidente emoción al haber colocado con la imaginación a sus personajes ficticios en los paisajes de Valencia, a sus exigentes creaciones en su tierra natal, a través de una historia oscura marcada por una ciudad en continua inflamación.