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Arte

Así se restauró la última obra de Caravaggio «El martirio de Santa Úrsula»

Les encargaron un trabajo importante pero en tiempo récord. En la Navidad de 2024 empezó una odisea que debía terminarse en marzo, a tiempo para la gran exposición del pintor en Roma

El martirio de Santa Úrsula es una de las últimas pinturas de Caravaggio
El martirio de Santa Úrsula es una de las últimas pinturas de CaravaggioLa Razón

Fabiola Jatta y Laura Cibrario han conseguido devolverle a la obra su aspecto original porque hasta ahora nadie «se había atrevido a llegar tan lejos». En este encuentro cuentan lo mucho que disfrutaron y lo mucho que temblaron. Tocar piezas de este calibre quita el sueño, pero la experiencia es un grado.

Las manos de estas dos valientes y expertas restauradoras han tocado las pinceladas que Caravaggio plasmó en un lienzo que ha tenido una vida poco convencional. No es la primera vez que sus manos sienten las pinceladas de los más apreciados artistas que con sus trabajos han escrito la Historia del Arte, porque también han sanado las heridas de obras del gran Guido Reni por poner solo otro ejemplo ilustre.

La muestra «Caravaggio 2025» era uno de los eventos culturales más esperados y, hasta este momento en lo que va del Jubileo, es una de las más visitadas en Roma. Y cuentan cómo vivieron la restauración de la última pieza creada por el artista. La muestra se inauguraba el 7 de marzo en el Palazzo Barberini y en las Navidades de 2024 una llamada inesperada las volvió a poner a prueba.

La pieza es «Il Martirio di Sant’Orsola» (1610), se trata de un óleo sobre lienzo que mide 143 x 180 cm. Es la obra más importante de la Colección del Banco Intesa Sanpaolo de la Gallerie d’Italia en Nápoles y procede de la Colección de Marcantonio Doria.

«El martirio de Santa Úrsula» fue encargada por Marcantonio Doria en honor a su hijastra Anna Grimaldi, que era monja en un monasterio de Nápoles que tenía el nombre de Úrsula. Es probablemente, hay que recalcarlo, la última pintura ejecutada por Caravaggio. La información se obtiene gracias a la correspondencia entre el noble Doria y su agente napolitano y se descubre que el lienzo fue expuesto al sol para acelerar el secado de la pintura lo que le ocasionó grandes daños que Caravaggio tuvo que remediar. La escena está catalizada por la blancura lunar del rostro de la santa en contraste con la sombra en la que están envueltos sus verdugos. Entre ellos destaca el autorretrato iluminado de Caravaggio que observa la escena desde un lado, capturado por el drama que cierra su vida que está a punto de acabar.

Hablamos con Fabiola Jatta y Laura Cibrario.

¿Cómo le comunicaron que ustedes podrían ser las elegidas para restaurar la pieza más preciada de la colección del Banco Intesa Sanpaolo de la Galleria d’Italia de Nápoles?

«Un día sonó el teléfono», comenta Laura: «Y en plan seco contesté que estaba trabajando. Expliqué que en ese momento me encontraba haciendo otro encargo con estuco, pero a la persona que me llamó no le importó y siguió hablando: ‘‘Escuche, le llamo de la Banca Intesa Sanpaolo para proponerles que restauren Il Martirio di Sant’Orsola”».

Comenta que pensaba que era una broma, pero cuando le confirmaron que era real y oficial la petición por parte del responsable de la colección del banco no cabía de emoción e inmediatamente reaccionó: «Fui a Nápoles a mirar la obra y cuando regresó de sus vacaciones Fabiola, que desde siempre trabajamos juntas y estaba en esos días de viaje en Japón, preparamos el proyecto esperando que fuera el ganador. Ellos querían algo conciso, pero a la vez complejo. Nos reunimos con varios técnicos con la intención de analizar la situación de la pieza para saber que podíamos proponer»

Al haber analizado el cuadro ¿Cómo lo han encontrado, muy dañado o qué particularidades han visto?

Hemos encontrado que el cuadro no estaba tan mal, tenía un barniz oxidado y se había puesto blanquecino.

Supongo que restaurar una pieza de este calibre entre análisis, preparación de proyecto, aprobación, etc. lleva tiempo.

Efectivamente, este era el otro reto, tener enfrente la responsabilidad de «meterle mano» a la última obra de Caravaggio y el poco tiempo que nos dieron para trabajar, ya que esto fue en Navidades y la exposición se inauguraba el 7 de marzo y no es pieza pequeña.

Para presentar su propuesta, ¿qué hicieron?

Nos reunimos con expertos, estudiamos toda su documentación. La obra ya había sido restaurada en 2004, le habían puesto un barniz que estaba alterado, nos dimos cuenta de que en esa restauración se habían percatado del estado de conservación de la pieza. El restaurador que trabajó en la obra en 1973 ya la había encontrado bastante dañada, sobre todo en el fondo, pero no había sido la única vez que habían trabajado en la pintura, en 2004 no tuvieron seguramente el coraje para remover más profundamente el material base.

Tanto Fabiola Jatta como Cristina Cibrario siguen describiendo paso a paso el proceso: «La explicación es ésta: cuando una pintura está muy dañada, se cae el color, los restauradores meten estuco y después van al color, digamos que esto es lo básico. Han pasado veinte años desde la última restauración de la realizada por los técnicos Carlo Giantomassi y Donatella Zari que han sido importantes en nuestra formación pero no tenían los medios que tenemos ahora por lo que no tuvieron el coraje de levantar más capas porque sintierion miedo de encontrar detalles muy dañados y se detuvieron sin ir a lo más profundo de la pieza, tan es así que Giantomassi les advirtió: «‘‘No ir muy profundamente, no limpiar tanto…’’ pero nosotras si llegamos a las capas más dañadas», afirman con la rotundidad y la fuerza que les otorga haber realizado un trabajo de primera.