Francisco Marhuenda: «Afrontamos un periodo de exceso de información»
El director de LA RAZÓN ingresa en la Real Academia de Doctores de España con un discurso sobre la libertad de expresión
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Entre el compendio de nombres que jalonan el distinguido y selecto listado de miembros de la Real Academia de Doctores de España adscrito a la sección de Humanidades y coincidiendo de una manera casi nigromántica con el centenario de la creación de la academia -fechada en 1922- figura desde esta misma tarde uno nuevo; el de Francisco Marhuenda García. Arropado por un manto de cariño familiar condensado en la figura de su hija Victoria y respaldado por la presencia de figuras como Adolfo Suárez Illana; el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz; el actual presidente del Tribunal Constitucional Pedro González-Trevijano; María Eugenia Carballedo, presidenta de la Asamblea de Madrid; Antonio Fernández de Buján, académico de Jurisprudencia y Catedrático de Derecho Romano; Juan José González Rivas, magistrado del Tribunal Constitucional entre 2012 y 2021 y presidente del mismo entre 2017 y 20121; los académicos de jurisprudencia Pedro Crespo de Lara y Juan Carlos Domínguez Nafría; Ramón Tamames, académico de Ciencias Morales; la hipercromática Ágatha Ruiz de la Prada; Jesús Manuel Sánchez Cabrera, alcalde de Ávila; Lydia Jiménez y María del Rosario Sáez Yuguero, presidenta y rectora de la UCAV respectivamente, el director de este periódico tomaba posesión del cargo como Académico de Número, Medalla nº 22 (coincidente también en términos numéricos con el año presente, 2022).
De esta forma, pasaba a incorporarse de manera inmediata a las tareas de la histórica institución cuya naturaleza multidisciplinar aborda ámbitos culturales y profesionales de índole general en el trabajo concreto de cada una de sus secciones, las cuales van desde disciplinas como la Teología, las Humanidades, el Derecho, la Medicina, las Ciencias Experimentales o las Ciencias Políticas hasta la Economía, la Ingeniería, la Arquitectura o las Bellas Artes, por citar solo algunas de las áreas destacadas.
Tras un riguroso minuto de silencio como homenaje al número de fallecidos por el conflicto ucraniano y habiendo dado por concluida la liturgia inicial del acto en donde se pudo escuchar el siempre hipnótico y revitalizador Gaudeamus Igitur de rigor, el ya oficialmente reconocido como Doctor –y autodenominado como «un firme defensor de la libertad de prensa»– iniciaba su discurso de ingreso con una mención especial al doctor Emilio de Diego García, presidente de la Sección de Humanidad y principal artífice del nombramiento. «En este capítulo de agradecimientos quiero referirme especialmente al doctor Emilio de Diego García, presidente de la Sección de Humanidades, que acogió con afecto mi ilusión de incorporarme a esta corporación e impulsó el procedimiento que nos ha conducido a esta solemne ceremonia. Su apoyo ha sido fundamental. Lo mismo tengo que expresar a todos los miembros de la Sección de Humanidades. Me resulta difícil, a la vez que emocionante, incluir a todos aquellos que han tenido un papel muy importante en mi vida personal y profesional permitiendo que pudiera alcanzar, con esfuerzo y sacrificios, el alto honor que ustedes me han otorgado. La primera referencia es obligada a mi familia. Y, por supuesto, a los buenos compañeros que he encontrado tanto en los medios de comunicación con los que he trabajado o en las universidades Rey Juan Carlos, CEU San Pablo o Autónoma de Barcelona donde presto o he prestado mis servicios como docente. A todos ellos mi más profundo agradecimiento», señaló Marhuenda.
Nuevos tiempos
Pese a que la totalidad del discurso abarcaba la progresiva evolución de la libertad de prensa en nuestro país y un análisis pormenorizado de sus orígenes, por una necesidad imperiosa de economizar el tiempo, la asimilación de los nuevos escenarios de la comunicación y la dimensión inabarcable de los grandes conglomerados tecnológicos terminó convirtiéndose en uno de los puntos más subrayables. «Hay que tener en cuenta que afrontamos un periodo de exceso de información y que esto hace muy difícil, por no decir imposible, su gestión. Lo es colectivamente, pero también individualmente. Un ejemplo es la gran cantidad de fotografías que se acumulan en el teléfono móvil. Al riesgo que siempre existe de controlar la libertad de expresión y opinión, se une la obsesión que muestran algunos políticos y partidos por su control y regulación de una forma sesgada a partir de sus propios intereses y convicción. No sólo ellos, sino también las plataformas, las redes sociales y numerosos colectivos quieren establecer un canon sobre lo que es o no verdad», indicó antes de proseguir: «La nueva economía digital ofrece nuevas oportunidades, pero también nuevos retos. Al lado del poder político, ha surgido uno nuevo que son las omnipresentes multinacionales tecnológicas. La sociedad moderna tiene una enorme dependencia de los productos y servicios que ofrecen. Hay una gran diferencia entre las democracias y las dictaduras, ya que estas últimas pueden controlar su presencia en su ámbito territorial. En algunos casos, incluso, han favorecido la creación de empresas propias que están al servicio de su estrategia política y económica», comentó.
Como añadido a este diagnóstico precavido pero esperanzador de la novedad paradigmática a la que se enfrenta el sector, Marhuenda quiso añadir ejemplos del anecdotario personal de su carrera que ejemplifican los cambios sufridos en ámbito periodístico como aquella vez en la que, acompañado de una dosis considerable de desesperación, tuvo que buscar una cabina telefónica para narrar de forma apresurada la crónica del atentado en Hipercor para que saliera publicada en «ABC». «Estamos sumidos en un mundo informativo apasionante en donde solo el Derecho podrá y deberá responder a todas las incógnitas que se abren», culminó entre el aplauso de los presentes.