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“Ninjababy”: cuando el instinto maternal ni está ni se le espera

Yngvild Sve Flikke reflexiona sobre la maternidad no deseada en esta irreverente comedia
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  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Existen mujeres que no están preparadas para convertirse en madres. Mujeres que, sencillamente, no desean hacerlo, que no necesitan planteárselo para sentirse realizadas o dotar de algún tipo de sentido antropológico a sus vidas, que duermen solas y corren con lobos sin la sensación de que están olvidándose de algo. Rakel, una joven ilustradora de 23 años y protagonista del primer largo de la cineasta noruega Yngvild Sve Flikke, “Ninjababy”, es un poco todas ellas: la que no está preparada, la que duerme sola –aunque tenga una vida sexual de lo más activa–, pero sobre todo, la que no desea hacerlo.
“Tenemos excesivamente integrado en nuestra sociedad el pensamiento de que la mujer tiene que tener un hijo. Los hombres en cambio siempre han sido mucho más libres que nosotras a la hora de tomar decisiones sin que se les juzgue. Espero que de verdad podamos llegar a un punto más igualitario entre todos”, afirma la actriz Kristine Kujath Thorp (Rakel) en conversación con LA RAZÓN sobre el mensaje indirecto que se traslada a través de las grietas sardónicas y desvergonzadas de su personaje, quien, tras enterarse de que lleva embarazada seis meses –con la consiguiente imposibilidad legal para abortar que eso conlleva– avanza en el territorio de los inestables planes emocionales que le van surgiendo y dibuja a esa criatura –bautizada con el nombre del propio filme– que está gestándose en su interior para poder comunicarse con él de manera absolutamente desprejuiciada y desengrasante, cayendo incluso en lo “grosero”.
“Nunca había visto en la pantalla un personaje femenino como este. Un personaje que habla y se comporta como yo en la vida real con mis amigos y con mi entorno en general. Había novela gráfica y desde el primer momento me pareció tremendamente divertida. Me encantaba todo el universo que pintaba y me enamoré. Es muy liberador que te llegue un guion en el que una mujer embarazada no quiere tener a ese hijo que espera, que lo dice claramente: es muy refrescante”, añade. La herramienta principal de la que se sirve en este caso la directora para abordar un tema como la maternidad no deseada, cuestión que recurrentemente se ha tratado en términos cinematográficos desde los códigos del drama, es el humor, alternado con la originalidad y la frescura de la animación.

Ideando universos

Thorp, que además de actriz también se dedica a la ilustración, ensalza esta idea de la comedia como objeto narrativo depurador ya que “la vida es muy complicada y a veces da asco, pero la comedia es una fórmula maravillosa para poder atravesar etapas menos agradables, no exentas de dolor, de una forma mucho más ligera”. Mirada compartida por la directora, quien también admite que adora “la sátira y el humor. Creo que esta necesidad estaba ahí desde el principio. Quería hacer una película divertida sobre un tema serio. Creo que se pueden plantear cuestiones muy serias y contundentes de otra manera y abrirlo a un público mucho más amplio. También creo además que la vida no es simplemente solo drama y seriedad, para mí el humor es una manera efectiva de conseguir que la vida nos resulte llevadera”.
El hecho de que el sujeto principal, en este caso ese futuro bebé que trastoca de manera involuntaria todos los planes de Rakel, adquiera dimensión de dibujo animado y se comunique de una manera espontánea, confiere a los diálogos imaginados que establece con su madre una estructura argumental ciertamente original: “A través de la animación todo es posible, todo es magia. Las ilustraciones muchas veces nos permiten acercarnos a pequeñas cosas que están en el aire y que no somos capaces de distinguir mediante la realidad. Al querer hacer una película que hablara esencialmente sobre el embarazo me di cuenta de que filmar a una mujer pensando no es tan interesante (para mí). Fue un gran reto en general, porque he visto otras películas así y quería que la animación se integrase por completo en la historia, así que cuando se nos ocurrió la idea de que a Rakel le encantara estar en su espacio reducido dibujando y tuve además la suerte de dar con Kristine que también es ilustradora”, añade Flikke.
Enfrentarse a un rodaje en el que lo animado y lo real debían generar una simbiosis perfecta no fue tarea fácil; “al ser ilustradora me siento muy identificada con la idea de estar a solas conmigo misma, idear universos que están solo en tu mente. De hecho, en la habitación de Rakel había muchos dibujos y esculturas mías, cosa que me ayudó a la hora de ambientarme y meterme más en el personaje. Pero la mezcla entre animación y acción real fue algo complejo: tenía marcados en la pared unos puntos a los que tenía que mirar a la hora de hablar con Ninjababy y al mismo tiempo tenía un auricular por el que me iban cantando las líneas de su guion”, remata risueña la actriz sobre la construcción conjunta de un personaje, Rakel, que afronta su juventud desordenada exactamente con la misma inmadurez con la que la vida le responde.