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Infidelidad

Carole Hooven: “La biología explica que los hombres busquen más sexo fuera de la pareja”

Esta profesora de Harvard explica en “Testosterona” (Arpa) los efectos de una hormona controvertida que genera beneficios millonarios a las farmacéuticas

Carole Hooven, bióloga
Carole Hooven, biólogaKatherine Sayn-Wittgenstein

A Carole Hooven nadie la defendió en Harvard después de que en julio pasado se atreviera a decir en Fox News que solo hay dos sexos, el femenino y el masculino. Fue más allá y defendió el término “mujer embarazada” y que la biología marca el comportamiento de hombres y mujeres. Aquella “blasfemia” le valió insultos de tránsfoba y un linchamiento público y en redes sociales que también llegó del departamento de diversidad de la Universidad en la que ha estado más de 20 años impartiendo biología evolutiva humana. El ostracismo académico la devastó por completo y aún suena muy afectada al otro lado del teléfono. Por el momento, está apartada de la docencia y de sus estudiantes, algo que lleva fatal. La conversación gira en torno al libro de la discordia, “Testosterona” (Arpa), que acaba de publicar en España. Un análisis lúcido y muy pertinente sobre una hormona polémica y divisoria que está detrás de algunas diferencias entre lo femenino y lo masculino y cuya prescripción es un negocio millonario.

-Donald Trump hizo público en la campaña de 2016 su nivel de testosterona para sacar músculo. ¿Hasta qué punto es la hormona de la masculinidad?

-Es importante especificar que el concepto de masculinidad varía enormemente de una cultura a otra. No hay una sola definición. En el mundo occidental la asociamos con algunos de los efectos de la testosterona, como la agresividad, el deseo sexual, la fuerza o el tamaño de los músculos. Estas características pueden ser buenas o malas según la circunstancia. Donald Trump trató de encarnar algunos de esos estereotipos, incluido el sexismo, la cosificación de las mujeres y una personalidad dominante que usa el miedo y la intimidación para lograr sus objetivos. Está claro que hay otras formas de liderar y de adquirir un estatus alto, como ser un auténtico experto o ser amable y generoso.

-¿Tener un nivel alto significa mayor virilidad?

-No, el nivel no es significativo siempre que esté dentro de lo normal. Todas esas características que he enumerado aparecen cuando los valores pasan de ser los propios de una mujer a los de un hombre. Los niveles de testosterona son más altos en regiones ricas del planeta, donde usted y yo vivimos, pero empieza a bajar a partir de los 35, algo que no sucede en las zonas más pobres. En una sociedad cazadora-recolectora los hombres mayores mantienen los niveles de energía. La decadencia, por tanto, parece ser un producto de culturas más modernas.

-En España parece ahora que las inyecciones de testosterona son la panacea para la masculinidad. Como si fueran el nuevo Viagra.

-No, por dios. Esto es igual que lo que sucede con los jugadores de baloncesto; la altura no es directamente proporcional a la destreza en la cancha una vez se cuenta con un mínimo. En cualquier caso, sí creo que hay un claro interés de las compañías farmacéuticas para influir en que haya más demanda de testosterona. Está claro que puede ayudar si hay un problema de libido, pero también hacer ejercicio, dejar de beber o de fumar, trabajar en tu relación... Es solo un atajo.

-Cuentan que en los años 20, el presidente de EE UU y su mujer realizaron una visita por separado a una granja. Cuando la señora Coolidge vio que el gallo se apareaba sin freno, preguntó cuál era la frecuencia diaria. El capataz le contestó que «docenas de veces», una respuesta que la primera dama pidió que le trasladaran a su marido. Cuando llegó a sus oídos, Calvin Coolidge se interesó por si la gallina era siempre la misma. «No», le dijo el peón. «Hágaselo saber a mi señora», dijo. ¿Qué es el “efecto Coolidge”?

-Es la evidencia de que existe una base biológica que explica que los hombres tengan una tendencia más acusada a tener diferentes parejas sexuales. No se trata solo de una influencia cultural. En ratas se ha visto claramente que un macho puede aparearse y eyacular con la misma pareja cinco veces y ya no quiere más. Sin embargo, si en el experimento se le expone a una nueva hembra vuelve a excitarse y es capaz de copular.

En los hombres existe un efecto que opera igual. Sabemos que la dopamina se dispara ante una nueva pareja, una hormona que actúa así por una acción previa de la testosterona en los neuroconectores. Está demostrado que la erección masculina termina decayendo cuando ve pornografía si la mujer que aparece en las imágenes es siempre la misma. Para mantener la motivación hay que cambiarla constantemente.

-Creo que en ese punto del libro es donde asegura que “el pene no miente”.

-Correcto. Las mujeres no tienen ese mismo patrón en sus respuestas sexuales.

-¿Esto explicaría que los hombres tiendan más a la infidelidad desde el punto de vista biológico?

-Digamos que la novedad sexual es más irresistible para hombres que para mujeres, una realidad que parece apuntalada por la Biología. Creo que eso motiva las interacciones fuera de la pareja. Las mujeres también son infieles, claro, pero la mayoría lo hace por motivos diferentes que los hombres.

-Otro de los motivos de que la testosterona se haya vuelto tan demandada es el incremento desmesurado de niñas diagnosticadas con disforia de género. En España es una locura.

(En este punto, la entrevistada suspira profundamente. “Es un tema que me toca mucho”)

-El sufrimiento de los adolescentes es muy complejo y multifactorial. Hay distintos factores que contribuyen a esa disforia o al odio al propio cuerpo, como pensar que no eres lo suficientemente femenino, o masculino, para ser una mujer o un hombre. Sentir que no encajas. El gran problema es que los científicos ahora no son libres para hacer lo que deben: producir el conocimiento y la evidencia que necesitamos desesperadamente para ayudar a los que lo necesitan. Lo que nos hace falta es la verdad y la mejor Medicina y clase académica posibles. Que se sientan libres para hacer las preguntas adecuadas, para cuestionarlo todo, también el paradigma terapéutico dominante. Lo que tenemos, en cambio, es una influencia masiva de la política y las normas sociales en la Ciencia y la Medicina. Y lo que resulta es un tipo de tratamiento carente de evidencia alguna para personas con disforia de género y otros muchos trastornos.

-En España está ocurriendo algo parecido y empeorado por una nueva ley.

-Aquí incluso están apartando a los doctores que cuestionan el llamado modelo afirmativo, que es el que requiere de los sanitarios una confirmación total de la identidad de género que reivindique el menor, al que directamente se le califica como transgénero si no concuerda con sus genitales. Y eso que el concepto mismo de la identidad de género es difuso y no tiene evidencias.

-Da toda la impresión de que se hace rápido y sin espacio para la reflexión.

-Y lo peor es que no se dan cuenta de que si un niño de diez, once o doce años que empieza con bloqueantes de la pubertad eso le llevará, inexorablemente, a una terapia de sustitución hormonal. Esto significa, ni más ni menos, que serán estériles para siempre. No podrán tener hijos biológicos porque han anulado su sistema reproductor antes de que se desarrollara. No hay esperma ni óvulos que guardar.

Carole Hooven: “La biología explica que los hombres busquen más sexo fuera de la pareja”
Carole Hooven: “La biología explica que los hombres busquen más sexo fuera de la pareja”Katherine Sayn-Wittgenstein

-¿Usted puede hablar de esto abiertamente en EE UU?

-Es que se considera directamente transfóbico. Le diré que me pongo nerviosa hasta de estar hablando de esto con usted. ¡Pero es que es fundamental que se conozca! La gente debe tener toda la información. No sabemos siquiera el efecto a largo plazo de la terapia de sustitución hormonal, ni cognitivos, ni físicos, ni psicológicos. Lo que sí sé es que cada vez se acumula más evidencia de personas que no están felices con el resultado.

-Esto recuerda de manera siniestra a la crisis de opioides que sigue matando cada día a jóvenes estadounidenses. Los laboratorios vendían la solución para un problema creado por ellos, en aquel caso el dolor.

-Justo, pero es que, en este caso, el problema no se arregla nunca porque la prescripción de hormonas y la dependencia de ellas dura toda la vida. No tengo los datos exactos del incremento de prescripción de testosterona, pero hay evidencia de que las principales farmacéuticas y los grandes proveedores de servicios sanitarios presionan para que así sea. Para que se receten más hormonas y se lleven a cabo más cirugías. Eso les da dinero, claro.

-Habla en su libro de cómo se ha usado la testosterona para justificar a ciertos depredadores sexuales como Bill Crosby o Harvey Weinstein.

-Me alegro de que saque el tema. A muchos les espanta la idea de que la biología tenga tanto peso en el comportamiento, pero es que es así. Sobre todo, a las feministas, que tratan de tirar por tierra el trabajo que yo hago. Muchos grandes periódicos supuestamente progresistas no dieron cobertura a la publicación de mi libro mientras otros, como “The Wall Street Journal”, sí lo hicieron. Lo políticamente correcto ahora es decir que las diferencias entre sexos son mayormente culturales porque hace que la gente mantenga la esperanza y evitan justificar el mal comportamiento masculino.

Esto es ridículo. He estudiado profundamente los datos disponibles sobre ataques sexuales, asesinatos, violaciones y sé de lo que hablo, sé cómo cambian según el marco cultural. Las normas sociales y el sistema jurídico son el dique de contención o lo contrario, en algunos países casi se celebra la violencia y un crimen o una violación no están considerados algo tan terrible.

El 95% de asesinatos están cometidos por hombres y casi el 100% de las violaciones. Así que pensar que el alto nivel de testosterona es una excusa es absurdo, pero es un hecho que es más difícil para los hombres que para las mujeres controlar sus impulsos sexuales. Es una realidad, aunque no signifique que es una excusa para cometer delitos, lo que sí implica es que tenemos que hacerlo mejor. Para empezar, podemos evitar que los chicos se sientan mal en la pubertad, ayudémosles a entender lo que sienten, lo que les ocurre. Que es posible que la chica de la que se han colado no sienta lo mismo que ellos, por ejemplo. Avergonzar o poner etiquetas es definitivamente contraproducente.

-Esto de que el sexo se elige, como si fuera el color del pelo, ¿qué le parece?

-Esa ideología de género dice que, efectivamente, el sexo no es una realidad material, que es solo algo que se siente y que no forma parte del cuerpo físico. Yo digo justo lo contrario, así lo expliqué en FOX News y por eso no estoy dando clases en Harvard. Y es que el sexo existe y es una realidad material. Negarlo está transformando nuestro comportamiento por razones políticas y sociales. No digo que algunas no sean beneficiosas, como que dejemos que los niños jueguen con muñecas, por ejemplo. Estoy de acuerdo en que cada uno debe vestirse como quiera o amar a quien quiera, pero esto es otra cosa, es una negación absoluta. Quizá por la influencia de las compañías farmacéuticas, no lo sé.

-También suena muy peligroso para las mujeres.

-Por supuesto. Es regresivo en términos de roles de género y les niega a las mujeres el derecho de tener espacios seguros exclusivamente para ellas. Si ya no existen el sexo femenino y masculino no vamos a ser capaces de predecir dónde van a poder producirse ataques sexuales, por ejemplo.

Ahora mismo es que ni siquiera se puede decir en público que una mujer es una hembra humana adulta. Es que directamente puede provocar que te despidan. El sexo es algo real y somos machos o hembras. Y el hecho de que seas un hombre bajito al que le gustan los hombres o una mujer masculina no cambia eso. No existe un tercer sexo, el llamado “hermafroditismo verdadero” es extremadamente infrecuente, alrededor del 0,01%. En mi opinión es que no hay ningún motivo para que abolamos el sexo porque, entonces, te cargas la ciencia. Hay muchísimas y diferentes maneras de ser macho o hembra, ahí es donde hay que insistir.

-Otro argumento recurrente es el que apela a la naturaleza. ¿De qué forma opera la testosterona en los animales?

-Los mamíferos machos normalmente no proveen a sus crías de ninguna forma. Compiten ferozmente para aparearse y nada más. El 90% de los pájaros y solo un 5% de los mamíferos se emparejan de manera monógama y los machos invierten mucho tiempo en cuidar a su descendencia. Es interesante destacar que en estos casos el nivel de la testosterona es alto en la época de la crianza, cuando están compitiendo por el territorio y la pareja, pero decae en cuanto la hembra pone sus huevos. Esto es porque ya no le hace falta salir a pelearse y ser agresivo para conseguir más sexo; si lo hace, sus crías mueren.

-¿El nivel de testosterona decae en el hombre cuando se convierte en padre?

-Claro. Somos de ese 5% en el que el éxito reproductivo depende de las dotes como cuidador. Se ha constatado una caída en el nivel de testosterona en los hombres que no solo tienen hijos sino que se involucran físicamente en su cuidado. Un nivel alto no te beneficia porque no ayuda a que cuides de tu pareja y de tus crías. Esto también demuestra que el entorno influye en nuestra fisiología, es una relación bidireccional. Si ese padre ve a sus hijos amenazados, por ejemplo, experimentará un aumento de la hormona.

-¿Las mujeres tenemos testosterona?

-Nuestro nivel funcional puede ser hasta 20 veces más bajo que el de los hombres. Nuestras hormonas reproductivas son el estrógeno y la progesterona. Ninguna nos impulsa a ser agresivas, aunque la mujer también compite de formas distintas por la pareja, el estatus o los recursos. No arriesgamos la salud física. El estrógeno tiene influencia en la libido o en la conversión de la energía en grasa en vez de en músculo. Las mujeres la necesitamos para reproducirnos y los hombres, el músculo.

-En el libro habla del “desfile de desnudos” que se estrenó en el Campeonato Europeo de Atletismo de Budapest en 1966 para verificar el sexo de las deportistas.

-Había atletas que parecían menos femeninas o más masculinas de lo que la gente podía esperar y se les obligaba a quitarse la ropa y desfilar desnudas frente a los jueces para probar que eran mujeres. Históricamente se puede decir que ha habido una dificultad a la hora de verificar el sexo de las personas. Sabemos que es real, que hay dos distintos, pero si hay alguna duda es cierto que no se puede resolver simplemente mirando el cuerpo, ni siquiera los genitales o el nivel hormonal. No existe una forma 100% fiable de verificarlo.

Portada del libro de Hooven
Portada del libro de HoovenLa RazónLa Razón