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Libros

Abdulrazak Gurnah: «Mi ordenador no sabe que gané el Nobel»

El escritor presenta su nueva novela desde que fue premiado por la Academia Sueca

Abdulrazak Gurnah fotografiado ayer en Barcelona Shooting

La casualidad ha hecho que el día del Premio Nobel de Literatura uno de los últimos galardonados por la Academia Sueca esté en Barcelona con una nueva obra bajo el brazo, «Un largo camino», publicada por Salamandra. Abdulrazak Gurnah habló ayer con este diario horas antes de viajar a Lleida para ser investido doctor honoris causa de manos de la universidad de esa ciudad catalana. Gurnah nos lleva a su Zanzíbar natal, aunque en los años noventa, para adentrarnos en una historia en la que está presente la sombra del colonialismo, todo ello de la mano de tres jóvenes: Karim, Fauzia y Badar.

La novela es su primera obra tras la concesión del Nobel, por lo que parece inevitable. preguntarle si ha notado la presión mientras trabajaba. «No pienso escribiendo en mí, sino que lo que cuenta es lo que pasa en mi mente. Es siempre el mismo proceso: voy elaborando cada frase, ir verificando si tienes una idea clara, si funciona el párrafo, si funciona el conjunto, si voy avanzando en la dirección correcta... La realidad es que mi ordenador no sabe si he ganado o no el Premio Nobel», aseguró sobre «Un largo camino» que empezó a trabajar poco antes del anuncio de la Academia Sueca. «Debía llevar en ese momento entre un 15 y un 20 por ciento de la novela. Después del anuncio del Premio en septiembre u octubre, tardé como un año en volver a la novela porque todo quedó paralizado. Cuando pude ver que la novela seguía viva y todavía algo que permitía recuperar el hilo regresé a la escritura», reconoció Grunah.

Los protagonistas de «un largo camino» están, de alguna manera, atados y/o vinculados al pasado.. ¿Es esa una metáfora de la propia Zanzíbar? Abdulrazak Gurnah reflexiona que «eso es lo que pasa siempre en la vida, estés donde estés, no solamente en Zanzíbar. Heredamos las consecuencias de las acciones que han realizado otras personas. Muchas veces, especialmente cuando vamos creciendo como personas, no siempre comprendemos lo que nos ha precedido en el pasado, lo que le pasó a nuestros padres... Por eso esta no es característica de Zanzíbar sino que es algo común de muchos lugares en los que hay historias incompletas y que están agazapadas, amenazándonos a nosotros. Hay gente, muy pocas, que tienen la suerte de que les cuenten las cosas, pero la mayoría tienen que ir sonsacando a sus padres o a sus familiares para conocer historias fragmentarias que puedan explicar lo que ha ocurrido en el pasado. Es decir, tienen que construir con las migajas que han ido recibiendo».

Uno de los grandes temas en la obra de este escritor es su mirada crítica al colonialismo, un tema frecuente en algunas de sus novelas. Pero en «Un largo camino» surge también el turismo, de la mano de los hoteles que se han instalado en Zanzíbar. Teniendo en cuenta que, por otro lado, la conversación con Gurnah tiene lugar en una ciudad tan frecuentada por viajeros de paso, uno no puede evitar la tentación de plantear al Premio Nobel si el turismo no deja de ser una nueva manera de colonialismo. «Sé que para Barcelona es evidentemente un problema y en una situación que es difícil de llevar. Sin embargo le diría que el colonialismo no es único, como tampoco lo es el turismo. Hay de muchos tipos. Barcelona es una ciudad hermosa con una leyenda hermosa detrás lo que hace que muchos quieren visitarla para molestia de los habitantes. Hay una gran tradición desde hace mucho tiempo de visitar las grandes ciudades europeas o españolas. Zanzíbar es un lugar muy pequeño y el turismo es algo muy nuevo en esa zona, de hace treinta años. Cuando era pequeño los únicos que visitaban Zanzíbar eran aquellos que viajaban en los grandes trasatlánticos que iban desde Ciudad del Cabo a Londres. Se paraban un día en Zanzíbar, por lo que algunos bajaban, daban un paseo por la ciudad y se compraban cuatro trastos. Eran los únicos turistas que veíamos y nosotros, como chiquillos, les chillábamos cuatro insultos y poco más. Ahora es totalmente distinto porque los turistas se quedan y pasan un tiempo allí en los hoteles. Es algo que tiene un impacto en un lugar como Zanzíbar, al igual que pasa en Barcelona», dijo.

Por las páginas de «Un largo camino» también surge la tradición oral, esos relatos que se van contando de generación en generación. Abdulrazak Gurnah no ocultó que esa es una tradición que lo ha influido también como escritor. «Además de ser el modo que se transmiten las historias, en parte porque Zanzíbar no había una fácil disponibilidad de libros ni todo el mundo estaba alfabetizado, así se contaban las historias. Contar historias no siempre es hablar de fábulas. Era, en ocasiones, la manera en la que se transmitían las noticias. “¿Sabes que hay una guerra en Sudán? Pues ha ocurrido esto”. Esto es lo que se contaba alrededor de una mesa. En mi época, no había televisión, pero sí radio que también es una manera de contar historias», apuntó el escritor.

Gurnah es, desde 2021, alguien que lleva con él la responsabilidad del Premio Nobel. «Estoy encantado de llevar ese peso», aseguró entre risas. Por cierto le parece muy bien que se premie a Krasznahorkai aunque no lo ha leído.