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Alex Michaelides, el escritor que ha seducido a Brad Pitt

El chipriota publica su primera novela “La paciente silenciosa”, un apasionante thriller psicológico que está conmocionando a cuarenta países
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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • M.Moleón

    Marta Moleón

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La noche en la que una exitosa pintora inglesa descarga cinco balas en la cabeza de su marido y no vuelve a hablar nunca más, no solo sirvió para que el autor de “La mujer en la ventana”A.J Finn estuviera hasta las 05:47 de la madrugada leyendo con la sangre hervida y la piel empapada en suspense, sino que también consiguió despertar el interés de la nada insignificante productora estadounidense de Brad Pitt, Plan B Entertaintment, que posteriormente terminaría comprando sus derechos cinematográficos. Parece uno de esos argumentos arrebatados e indescifrables de alguna noticia de la BBC, pero se trata del punto de partida de “La paciente silenciosa”(Alfaguara), la primera novela del escritor chipriota Alex Michaelides. Traducido en más de cuarenta países, el bautismo literario de este joven guionista (autor de películas como “Un robo inesperado”, protagonizada por Uma Thurman y Tim Roth) al que ya catalogan como un “verdadero maestro del género”bebe del thriller psicológico más clásico y del dramatismo oscuro de la tragedia griega para introducir al lector en los paraísos artificiales del funcionamiento de la mente. Al contrario que la perturbadora protagonista de esta historia, Michaelides parece sentirse muy cómodo con las palabras. Afición voluntaria que sin duda, merece la pena aprovechar en forma de preguntas.
- ¿El silencio a veces puede llegar a expresar más que la palabra?
- Sí. El silencio puede ser algo muy elocuente, muy poderoso. Y esto es precisamente una de las cosas que quería explorar en el libro. Al comenzar este proyecto, distintas mujeres que trabajan en productoras se interesaron por la historia porque pensaban que el argumento estaba muy en consonancia con el movimiento "Me Too". En realidad, fue una coincidencia, porque yo creé este personaje, con la firme convicción de que la decisión que toma Alicia ejemplifica lo que sería el último recurso de una mujer cuando se siente atrapada, aprisionada o atacada. Sencillamente se niega a hablar y lo interesante de ese silencio es que lo utiliza como arma.
- El hecho de que trabajaras en una unidad de seguridad para adultos jóvenes y ahí encontraras inspiración para esta novela.... ¿fue casual o entraste ahí con la idea de crear algo como esto de forma posterior?
- Es difícil saber qué vino antes ¿no? Theo dice en el libro que todos los terapeutas estudian el funcionamiento del cerebro porque en el fondo, lo que quieren, es sanarse. Yo estuve durante diez años yendo a terapia, también estudié psicología y trabajé en esta unidad de psiquiatría. Por aquel entonces no tenía ni idea que iba a escribir este libro, pero cuando llegó el momento de empezar a escribir decidí centrar la trama alrededor de una profesión de la que sabía algo. Se trataba también de dar profundidad psicológica a un thriller. El trauma siempre me ha interesado mucho, de modo que todas las piezas parecían encajar.
- ¿Es necesario normalizar y dotar de naturalidad las enfermedades mentales? ¿Consideras que hoy en día siguen estando demasiado estigmatizadas socialmente?
- Creo que las cosas están mucho mejor ahora que antes. Al menos mucho mejor que cuando yo era pequeño. Podemos hablar con más naturalidad de este tipo de cosas, pero aún sigue siendo una cuestión delicada. El tratamiento que hago en el libro tiene por una parte esa intención de entretener, pero al mismo tiempo también pretendo transmitir algo serio. Un mensaje. La falta de salud mental sigue estando estigmatizada. No sé en España hasta qué punto, pero supongo que en la medida en la que se pueda hablar de ello públicamente, podremos contribuir a su normalización.
- Al tratarse de tu primera novela, ¿el proceso de escritura ha sido algo evolutivo? ¿Has cambiado muchas veces de idea?
- El argumento principal se me ocurrió muy rápido. La inspiración del relato procede del mito griego de Alcestis escrito por Eurípides que descubrí cuando era adolescente. Alcestis muere para salvar a su esposo y luego revive para volver a unirse con él, sin embargo, se niega a hablar. Es una tragedia que no se representa mucho porque es problemática, porque la gente no sabe muy bien cómo interpretar ese silencio, no sabe si se produce porque está realmente tan feliz de verle que se siente abrumada o porque siente rencor. El hecho de que no hable deja la historia en cierto modo inconclusa porque sigue sin hacerlo hasta el final del relato. Durante muchos años traté de representar esto con forma de corto o de relato breve porque me obsesionaba el argumento, pero fue justo después de trabajar en esta unidad de seguridad cuando se me ocurrió que podía ubicar el relato en un escenario de psiquiátrica. Estaba un día caminando por Londres, me senté en un banco del parque y cogí el teléfono. Empecé a escribir todo el argumento de principio a fin. Y no lo cambié. Es una pena que eso no me haya vuelto a ocurrir nunca más, porque fue un momento de inspiración maravilloso.
- ¿Qué se ha quedado de ti en los personajes?
- Ambos son parte de mí. Por ejemplo, Alicia en su lucha con la pintura se parece mucho a lo que yo sentía en todo mi proceso como escritor cuando empecé con la construcción del relato. Además, ella tiene un diario que le sirve para ordenarse, igual que puede pasarme a mí con la escritura. Me daba miedo entrar en su mente, de hecho, no sabía si iba a poder hacerlo de una manera que se entendiera bien. En cierto modo me convertí en ella. Pasé todo el verano experimentando la sensación de ser Alicia, pensando como ella pensaría y sintiendo como ella sentiría. En el caso de Theo sin embargo no me costó tanto entrar porque es más como yo por el tipo de profesión que tiene y la evolución que experimenta durante su infancia. No estoy seguro de haberme desprendido del todo. Hay mucha gente que me pregunta: ¿Qué va a pasar ahora? Y todavía no lo sé, pero yo creo que volveré a encontrarme con ellos en el futuro.
- En el momento en el que una productora se interesó por el libro y te propuso transformarlo en película ¿te llegaste a preguntar si eran lenguajes compatibles el literario y el cinematográfico?
- Interesante pregunta. Para ser escritor creo que hay que ser muy flexible. Cuando yo era joven no lo era, pero ahora no tengo ningún problema en desmontar el libro por decirlo de alguna manera y volver a montarlo con otro formato. Evidentemente va a ser un gran reto para mí. Cuando terminé el libro se lo envié a un amigo que es crítico literario y me dijo: "Es evidente que eres novelista y no un dramaturgo". Con eso lo que quería decir es que en este caso todo es interno, que todo se produce en la mente de los personajes y que sería difícil trasladar eso a la pantalla (risas). Ya veremos cómo sale.
- ¿Dirías que la mente es nuestro peor enemigo?
- Mmm guau. Yo diría que sí. Solamente puedo hablar de mi propia experiencia y durante muchos años tuve infinidad de pensamientos negativos (todavía los sigo teniendo). Pensaba... no soy lo suficientemente bueno, no voy a ser capaz de acabar esto. Pero en cierto modo esto me sigue pasando con el libro que estoy escribiendo ahora. Creo que si uno persevera y sigue adelante se da cuenta de que esos pensamientos no son reales. La mente siempre es nuestro peor enemigo y siempre trampea con nuestros deseos.
- ¿Qué es la locura?
- Necesito más café para responder esta pregunta (risas). No me gusta esa palabra porque me resulta problemática. Creo que en el fondo todos estamos un poco locos, simplemente hay que aprender a saber llevarlo, a vivir con ello. He trabajado con mucha gente con problemas y la importancia para afrontarlos reside en cómo se ve uno a sí mismo, en cómo se identifica. A menudo he conocido a psiquiatras que estaban más locos que los propios pacientes y he querido indagar sobre ese tema. Hay una frase de Miller que me gusta mucho y que utilizo todo el tiempo, que dice algo así como que es un error tratar de corregir las enfermedades mentales porque las mayores verdades que tenemos surgen de las personas que sufren. Y creo que eso es muy cierto.