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Premio Planeta

Alfonso Goizueta: «Tengo mucho vértigo por ser finalista del Planeta»

El jovencísimo escritor de 23 años habla de «La sangre del padre», su aproximación a la vida de Alejandro Magno

Alfonso Goizueta, ayer, en Barcelona
Alfonso Goizueta, ayer, en BarcelonaMiquel González/Shooting

Retengan el nombre del autor que este año ha quedado finalista del Premio Planeta. No olviden a Alfonso Goizueta porque a sus envidiables 23 años se ha convertido en el más joven de los escritores que han optado al galardón llegando a quedarse a las puertas del Planeta con «La sangre del padre», una novela histórica que nos aproxima a la vida del emperador Alejandro Magno. En la siguiente conversación con este diario, el autor habla desde la felicidad de quien ha conseguido llegar «a un lugar que para mí es un sueño. No me puedo creer todavía que sea finalista del Premio Planeta».

Se enfrenta a un personaje mítico, un nombre que ha sido protagonista de numerosas obras de ficción. ¿Qué le atrajo para seguir a Alejandro Magno?

Alejandro siempre me había fascinado por la gesta que hizo. Me divertía que no quisiera volver a su casa, por qué no quiso volver. Él es un líder, un hombre que consiguió una gesta importante porque sabía ganar aliados. Fue un político muy inteligente, además de un militar extraordinario.

Tras conocerse el fallo del Planeta, usted declaró que «La sangre del padre» es su primera novela, aunque ya tenía una obra anterior de ficción sobre la mitología clásica.

Cierto. Pero esta la considero mi auténtica primera novela, algo que tiene que ver con la magnitud de una obra que empecé a trabajar durante la pandemia. Así que Alejandro Magno me ha acompañado entre mis 20 y mis 23 años. Esta es una novela que me ha acompañado mucho en ese trayecto.

¿Por qué le fascina todo lo relacionado con la historia de la Antigüedad?

Hay un motivo que me gustaría explicar. Tenía diez años cuando estaba en primaria. Todos los lunes por la mañana una profesora nos leía un cuento que era una historia de la mitología griega. La pasión por el mundo antiguo siempre estuvo allí y ahora ha vuelto a través del novelista.

Supongo que aún no ha podido hablar con su profesora para explicarle el fruto de aquellas lecturas.

No, no, aún no he podido. Tengo muchas ganas de hacerlo. Le enviaré el libro. Pero con esto lo que se demuestra es la importancia que puede tener un profesor. Yo estoy aquí, con este libro y hablando con usted gracias a mis profesores, a la pasión que me inculcaron.

Juan Eslava Galán, uno de los miembros del jurado, aplaudió lo meticulosa que es la documentación de su obra.

Me halaga mucho que me diga eso. En este caso no me he inventado nada en contra de la historia. El historiador que vaya buscando un Alejandro fidedigno con los libros de historia lo hace en mal lugar, tiene que buscar el protagonista de una ficción, aunque el argumento venga dado por los hechos históricos. Sin embargo, en «La sangre del padre» este Alejandro Magno es mío, aunque espero que sea reconocible para los lectores porque en él los lectores se encontrarán con un semejante.

¿Se había imaginado como finalista del Premio Planeta?

Ahora que ya ha pasado el acto de entrega, la gala literaria, debo decirle que tengo mucho vértigo por ser finalista del Premio Planeta. Sí, ya estoy notando ese vértigo, aunque también hay mucho orgullo. Me parece que es como un sueño que no me acabo de creer que sea real.

¿Estamos ante el inicio de una serie alrededor del personaje?

No. Esta novela es el inicio y el final de mi trayecto con Alejandro Magno. Es una obra que acaba con su muerte y en la que veremos que Alejandro es una víctima del propio poder. Al final se convierte en el tirano que quiso derribar. Asistimos a ese proceso en el que se muestra cómo el poder corrompe a un alma pura. Es el Alejandro tiránico que también es joven y se añora a sí mismo.

¿Y a Alfonso Goizueta qué le interesa como lector más allá de los relatos sobre la Antigüedad?

He leído mucho para construir ese mundo que cuento en el libro, pero soy un lector muy lento, muy analítico. Siempre me ha gustado mucho el Boom latinoamericano. Me gustaba mucho esa música que tenía. Leer «Cien años de soledad» de García Márquez me cambió.