«Alguien voló sobre el nido del cuco»: La maquinaria del orden
Autor: Dale Wasserman, a partir de la novela de Ben Kesey. Director: Jaroslaw Bielski. Intérpretes: Pablo Chiapella, Rodrigo Poisón, Alejandro Tous, Mona Martínez, Niko Verona, Fernando Tielve. Teatro Fernán Gómez. Madrid, hasta el 4-11-2018.
15 años después de ponerla en escena por primera vez en España, el director Jaroslaw Bielski revisita esta obra de Dale Wasserman sobre la novela homónima de Ben Kesey, la cual se haría mundialmente famosa, sobre todo, cuando Milos Forman rodó tiempo después, en 1975, su particular versión cinematográfica. En realidad, el texto teatral es de naturaleza más abstracta, y por tanto es más fiel a la narración original, que la oscarizada película. En él no son tan relevantes las historias personales de los personajes, ni las razones por las que están en un psiquiátrico, como el análisis, en clave más filosófica, de las consecuencias que puede tener para un individuo cualquiera enfrentarse al todopoderoso sistema en el que está inmerso, con la ilusa intención de cambiarlo. Y hacia ese análisis, precisamente, ha conducido muy bien Bielski la atención del espectador. Con un elenco de nada menos que 16 actores, algo que cuesta mucho ver ya en un teatro, el director cuenta la historia trágica del astuto Randle McMurphy –aquel memorable Jack Nicholson en la gran pantalla– haciendo hincapié en la evolución que experimentan los demás personajes desde el momento en que este los expolea para que hagan uso de su libertad hasta que vuelven a ser controlados y reducidos a la disciplina que se espera de ellos. La función, que dura cerca de tres horas, se ralentiza más de la cuenta en la primera parte, con algunas escenas que solo sirven para mostrar y reforzar una situación de los personajes que los espectadores ya han entendido antes a la perfección. Desgraciadamente, el día que un servidor vio la representación, Pablo Chiapella, que debía hacer el papel protagonista, tuvo que ser sustituido, por baja médica, por Alejandro Tous, encargado en principio de dar vida a Dale Harding. La premura con la que supongo que el actor ha tenido que cambiar de personaje es disculpa más que suficiente para no estar demasiado brillante a la hora de mostrar el delicado arco dramático que ha de llevar a McMurphy desde la exultante arrogancia inicial hasta el hastío de su fracaso final. Mucho más acertados están –en papeles, eso sí, más fáciles y más lucidos para cualquier actor que sea medianamente bueno– Niko Verona, Emilio Gómez, Fernando Tielve o Ramón Valles, que interpretan a algunos de los pacientes que secundan al protagonista en una función que se ve con agrado y que logra trasmitir la profundidad de la reflexión que la sostiene, relacionada con la confrontación entre el orden social y la libertad individual.
LO MEJOR
Que esta propuesta va directa al verdadero meollo dramático que cuenta el texto
LO PEOR
Aunque viene del original, la primera persona del «Jefe» Bromden no funciona bien en escena