Alice Kellen: «Hay que rescatar la belleza de los lugares imperfectos»
La escritora, una de las más vendidas en España, regresa con «Quedará el amor», una de sus historias más maduras
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Alice Kellen, una de las autoras más destacadas del género romántico contemporáneo, vuelve a las librerías con «Quedará el amor», su más reciente novela. Con una trayectoria consolidada y millones de lectores que la siguen fielmente, Kellen se ha convertido en una referencia dentro de la literatura romántica. La autora desvela ahora el proceso creativo que hay detrás de su nuevo libro, los temas que aborda y le preocupan, y cómo esta historia conecta con sus lectores. Las claves para adentrarnos en la obra de una autora que ha sabido capturar las emociones más profundas a través de sus personajes y relatos. Algo que, en esta época, cada vez cuesta más.
¿Cree que es posible que el amor profundo y sincero sobreviva? ¿Cómo se relaciona esto con la forma en que vivimos las relaciones hoy en día?
Creo que es posible que el amor sea sincero y profundo. Quizá es verdad que lo que es más difícil de sostener a día de hoy es la idea de permanencia. A veces se valoran mucho las relaciones que duran para toda la vida. Ahí sí que pienso que, al final, quienes logren mantenerlas así, será maravilloso. Pero pienso que una relación, dure dos años, diez o veinte, no es mejor ni peor por eso. A lo mejor esos años han sido maravillosos sin necesidad de que sea una relación de cincuenta años. Entonces, yo creo que va un poco por ahí; al final, cada uno tiene que encontrar su camino. De alguna manera en la novela se refleja esto de forma indirecta, aunque no era mi intención inicial. Pero es verdad que, por ejemplo, el personaje principal tuvo dos grandes amores en su vida, no solo uno. Y, por ejemplo, otro personaje. el caso de su hijo, él está divorciándose y conoce a otra persona. Creo que al final la vida también son etapas, y eso tiene su eco en el amor y en cómo nos sentimos.
El título nos aporta esa esperanza que quizá falta hoy en día. ¿Cómo, en medio de todo el caos que estamos viviendo, de todas las noticias que salen cada día, se consigue mantener ese mensaje de esperanza?
El título viene a decir que lo que queda, cuando nos vamos de aquí, es el amor. Ya sea el amor que dura toda la vida, el amor de familia, de amistad o el amor hacia un hermano… es el amor lo que queda. Tenemos que vivir un poco en torno a eso. Es cierto que vivimos bombardeados por malas noticias, y en la vida a todos nos pasan cosas tristes y dolorosas. Pero es verdad que, en contraposición, tenemos el amor, la bondad, la empatía, y hay que buscar ese equilibrio. Porque, si no, imagínate… donde hay dolor también hay belleza, y en la oscuridad puede haber destellos de luz. Un poco es eso, estar en una búsqueda constante de cierta esperanza, porque si no, la vida se vuelve muy gris.
Margot, la protagonista, es una mujer luchadora y fuerte, pero también amable. ¿Qué es lo que más le costó a la hora de construir el personaje? ¿De qué manera se puede enviar ese mensaje a las mujeres que han perdido esa esperanza?
La verdad es que el personaje de Margot fue muy fácil, en contraposición con Cedric, que ahí sí que hay más aristas y más matices. Es más laberíntico. Él me costó más, pero Margot es lo que vemos desde el primer momento, desde la primera página. Obviamente, ella va adquiriendo más seguridad a lo largo de la novela. Margot había sido hija y Margot había sido madre, pero le faltaba un poco ser ella misma, solo Margot. Vamos viendo eso conforme avanzan las páginas. Su personaje es la bondad, es la luz, la honestidad, la transparencia. Y ojalá hubiera más personas así en el mundo; sin embargo, creo que son las menos. Pero, claro, ella me lo puso muy fácil, porque fue como abrir puertas, y creo que para cualquier lector empatizar con ella es sencillo. Entiendes las circunstancias de su vida, un poco los cimientos de dónde viene y por qué no ha terminado teniendo una realidad distinta en la actualidad de la novela.
Empatiza.
Sí, uno quiere darle un abrazo; quieres que le vaya bien. Es lo que nos pasa en la vida real con la gente buena, con la gente que hace las cosas bien: quieres que el destino les sonría un poco. A veces hay personas con muy mala suerte. Yo siempre pienso que la suerte es un factor arbitrario, que determina muchísimas cosas. No es siempre eso de "si quieres, puedes". La vida es muy complicada.
Hay mucha tristeza.
Al haber perdido la esperanza también viene mucho de esta idea de que, a veces, quizá idealizamos las cosas o tenemos unas expectativas que luego no se cumplen, y eso nos genera mucha frustración. Creo que, a veces, nos va en base a lo que esperamos. Yo un poco lo vivo así, porque me pasó, y por cómo lo veo en mi entorno. A veces pensamos que la vida es mucho más perfecta de lo que realmente es, y a lo mejor tenemos que empezar a, como decía, rescatar la belleza en lugares que no tienen que ver con la perfección, que son imperfectos.
Que no son ideales.
En ocasiones, la belleza tiene que ver con el dolor, con la muerte o con la enfermedad. Y aunque la vida sea así, debemos seguir manteniendo la esperanza. A mí me parece maravilloso cuando, alguna vez, consigo reírme en una situación muy dura. Es de las cosas más bonitas que le pueden pasar a alguien. Lo digo de verdad. He llegado a reírme en un funeral; no de la situación, sino al recordar a esa persona, una anécdota, y que eso me haga reír de una forma bonita. Quizá nuestras expectativas y la forma en que idealizamos la vida deberían centrarse en aceptar que es una especie de balanza, con cosas malas y cosas buenas. Tenemos que sacar algo de eso, de esa mezcla, como si todo estuviera dentro de una batidora.
Porque la vida no es así.
Esperamos siempre a que llegue el momento perfecto, pero la vida nunca deja de traernos cosas. Entonces, creo que es eso: si anhelar esperanza significa esperar un momento perfecto, aunque puede que terminemos perdiendo la esperanza. Por eso hay que buscarla en otros lugares. Creo que eso se debe también a cómo nos influyen las redes sociales, que nos muestran una vida idealizada. Sin darnos cuenta, eso nos cala y pensamos que la vida al lado quizá es más luminosa que la nuestra, aunque no sea así.
Traslada eso a los personajes.
Cada personaje pasa por muchas cosas en la novela. Cómo traducimos lo que nos ocurre, cómo traducimos lo que sentimos, cómo vemos el mundo. La visión que tienen Cedric y Margot es casi opuesta, pero de alguna manera se encuentran en un punto intermedio, y creo que consiguen darse el uno al otro herramientas distintas para cambiar la percepción de cómo vemos las cosas, de cómo nos enfrentamos a los problemas.
Los dos son distintos.
Cedric es más retraído. Yo diría que está más metido hacia adentro, y que Margot es más hacia afuera, más transparente. Cada uno se enfrenta a sus problemas de una manera muy distinta, y, bueno, les ocurren muchas cosas. Hay todo tipo de pequeños conflictos y grandes, porque también están en medio de una guerra, y pasan muchos años. En el caso de Margot también muchos conflictos sobre la maternidad, el amor, la familia.
Es una lectura más adulta.
Las lecturas y los lectores van creciendo, no solo yo crezco, y de una manera egoísta, entre comillas, quería hacer otras cosas distintas. También el público va creciendo.
¿Qué te ha hecho rescatar esta novela, en vez de hacer una historia desde cero? O sea, pensar que estaba ahí y volver a ella.
Reescribir ha sido un ejercicio que me ha aportado mucho. He aprendido bastante. Escribir no es como el proceso de conocer a unos personajes nuevos, ilusionarte con ellos, inventártelo todo de cero, que suele ser un juego muy motivador y divertido. En este caso, es distinto, porque ya los conocías, ya sabías un poco por dónde iba todo, ¿sabes? Y el ejercicio era más bien un ejercicio mental: cómo encajar las piezas, cómo hacerlo.
¿Solo eso?
Vas avanzando en el tiempo y volver atrás y rescatar algo es muy complicado. Dentro de diez años no lo habría hecho. Tenía la sensación de que, si no lo hacía ahora, se quedaría para siempre en el cajón, y me daba pena porque creo que esta novela es diferente. Intento que las novelas sean un poquito distintas a las anteriores. Esa es mi intención. Pero no quería que se quedase ahí, porque pensaba que a lo mejor podría aportarle algo a alguien. Era bonita, y en su momento la disfruté. Tenía ese toque un poquito histórico y sabía que no era algo que vaya a hacer de forma habitual, y me daba pena que se quedase ahí.
¿Hubo varios borradores?
No hubo solamente una versión; o sea, luego hubo otra versión, y estaba escrita entera. Lo que pasa es que no hay ningún párrafo que no haya tocado ni ningún diálogo; era muy distinto. De hecho, la parte de él era muy distinta, pero la parte de ella era completamente diferente. En la primera versión, ella estaba casada; en la segunda versión, no. Y no tenía nada con Graham, por ejemplo. En la segunda versión, ella sí que tenía algo con Graham, era viuda y tenía un hermano pequeño. Y en la tercera versión apareció Eleanor, que para mí fue perfecta. La veía como un personaje que no me encajaba hasta que llegó ella. Y, bueno, es que fueron cambiando muchas cosas, así que luego no se parece… Es lo que te digo: no hay ningún párrafo que no haya tocado.