Martínez de Lejarza, descendiente de Blas de Lezo: «Me gustaría una película con empaque, no un “Superlópez”»
El marqués de Ovieco reacciona a la polémica de los Goya y defiende la necesidad de conocer a nuestros héroes: «Envidio a los ingleses, saben contar su historia; nosotros nos ponemos palos en las ruedas».
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El marqués de Ovieco reacciona a la polémica de los Goya y defiende la necesidad de conocer a nuestros héroes: «Envidio a los ingleses, saben contar su historia; nosotros nos ponemos palos en las ruedas».
Antonio Marabini Martínez de Lejarza es un jubilado que ha pasado su vida como ingeniero aeronáutico construyendo aeropuertos al servicio de Dragados. Tangencialmente, que eso no da de comer y como él mismo apunta para que quede claro «la herencia fue por otra rama familiar», ha sido y es marqués de Ovieco y de Valdegema. El primero de estos títulos (el blasón incluye dos rampantes y dos estrellas) le viene del almirante Blas de Lezo, el hombre de moda desde la gala de los premios Goya. Del olvido más absoluto durante siglos, su antepasado ha transitado por una reciente rehabilitación de su figura y ahora por estar en todas las salsas político-culturales de este país incapaz de reconocerse en su pasado.
–De repente, Blas de Lezo está en boca de todos. ¿Para bien o para mal?
–Yo creo que es para bien. Si somos capaces de mostrar al mundo la vida de este ilustre marino, que para nada fue un conquistador sino un defensor de los territorios de España en aquella época, yo estaría encantado. Y lógicamente no me gusta que se le denigre.
–¿Qué le parecen las palabras de Borja Cobeaga asegurando que no le da «la puta gana» hacer una película de su antepasado?
–Yo no quiero ser el malo de la película. El cine tendrá sus ideas sobre Blas de Lezo y yo, como mi antepasado que es, soy un firme defensor y busco que se divulgue su historia.
–Hay quien ve ofensiva su manera de expresarse...
–Es una opinión suya, que no comparto pero respeto. Creo que a nuestros héroes habría que ponerlos en valor, sobre todo para la gente joven. Si no es a través del cine, pues mediante otras manifestaciones artística.
–Hay que reconocer que el cine español no tiene dinero en general para una película de estas características.
–Tendríamos que salir con una película donde su figura sea reconocible y fortalecida. Me gustaría que tuviese un cierto empaque. Si lo que hacemos es un «Superlópez» a lo mejor ya no me gusta tanto.
–¿Siente envidia del tratamiento de Hollywood con el cine histórico?
–Absolutamente. «Master and Commander» me parece una maravilla, siendo lo más parecido a la historia de Blas de Lezo. Sería el ejemplo perfecto, aunque no se llegara a ese dinero aquí en España.
–¿Teme que el hecho de que haya sido Vox quien haya pedido una película sobre el almirante pueda asociarlo de cara a la gente a un partido político o tendencia ideológica concreta?.
–Cada uno tendrá sus ideas, pero a mí me hubiese gustado que esto fuese un tema mucho más general y consensuado. Estamos ante un héroe nacional, pero nuestra gran pasión en España es denigrar siempre al héroe. Si es un solo partido quien lo pide pues no me voy a oponer a ello.
–Por cierto, ¿ha visto alguna de las películas de los Goya?
–No. Lamento decirlo. No tengo nada contra cine español, pero no lo veo. Es una cuestión de libertad: el señor Cobeaga dice que no quiere hacer una película y me parece muy bien; yo tampoco voy a ver cine español porque no me gusta. Algunas, sí.
–¿Cree que ha aumentado el interés de los españoles por conocer a personajes de su pasado?
–En el último medio año se han editado tres libros sobre Blas de Lezo. Eso da una idea de hasta qué punto la gente está ávida de conocer sus historia. El interés por el almirante va a seguir y si el cine quiere apartarse de eso, pues bueno.
–En realidad, teniendo en cuenta que hace unos años nadie sabía nada de su antepasado, se puede decir que corren buenos tiempos para Blas de Lezo. Desde la exposición del museo Naval en 2013, han salido infinidad de libros, estudios y homenajes, como numerosas estatuas.
–Ahora sí. ¡Con lo que costó la primera y la segunda! La primera fue en Cartagena de Indias. Allí aparece con un garfio, lo que demuestra lo poco que se conocía su historia porque nunca tuvo garfio. Aquella estatua la pagó el Gobierno español en los años 50. Después vinieron la de Cádiz y la de Madrid, que es la que más me gusta, la de Salvador Amaya, que lo muestra con serenidad. La última ha sido en Vélez-Málaga, mirando al mar, lo que le da un atractivo especial. Allí fue donde perdió la pierna. Ahora quieren hacer otra en Cartagena y yo estoy intentando que en mi segunda tierra, Santa Cruz de Tenerife, exista algún monolito o calle.
–Cobeaga habla de un hombre «demediado», y la historiografía lo recuerda como el «mediohombre».
–Hoy en día los últimos libros hablan de «doblehombre» más que «mediohombre». En su día no se le llamó «mediohombre», eso es posterior. Y habla de sus limitaciones físicas, no de su grandeza como marino.
–Debía ser un tipo bastante bravío, seguramente insoportable.
–Bastante (risas). Cuando le mandan para Cartagena de Indias lo que pretendía el rey era quitarlo de su alrededor, y lo llevó lo más lejos posible, a Cartagena como jefe de la armada.
–Lo que viene siendo una patada hacia arriba...
–Sí, para quitárselo de en medio. En Perú también salió riñendo con el virrey, el marqués de Castelfuerte, porque don Blas conquistaba barcos y el virrey no quería arreglarlos. A Blas de lezo le costaba mucho atraparlos y se cogió un enfado tremendo y pidió la baja. Siempre fue un persona que estuvo en contra de la jerarquía establecida.
–De hecho, murió sin reconocimientos, fuera del «establishment».
–Es más, el virrey Eslava pidió su cese inmediato en la batalla de Cartagena pero en aquella época los correos tardaban mucho, por lo que cuando llegó Blas de Lezo ya había muerto. Él no se enteró pero en la última época sufrió ese arrinconamiento. En sus diarios intentaba contar su verdad y no la de Eslava, que era la que sabía que iba triunfar porque era la del jefe. En eso no hemos cambiado nada: el jefe tiene razón y el de abajo se jode.
–En ese sentido es un personaje muy actual, un rebelde contra el sistema cortesano
–Entiendo que sí. Con el almirante Rojas también tuvo una pelea porque decía que era más antiguo que él, pero el otro tenía el beneplácito de la autoridad. De esas tuvo todas dentro de la corte.
–Era más un hombre de acción que de salones.
–Cuando pierde la pierna, al servicio de Francia, ante sus muestras de valor, el rey le concede la posibilidad de quedarse en la corte francesa. Él era joven y pensó que allí no tenía nada que hacer: se recuperó, le pusieron su pata de palo y siguió guerreando toda la vida.
–Es triste que siglos después sigamos tirándonos nuestras figuras históricas a la cabeza...
–Como español pienso que debemos estar bastante más unidos para poder hacer que nuestros ilustres representantes tengan el reconocimiento que se merecen.
–En Inglaterra, Nelson no es de derechas ni de izquierdas; y tres cuartos de lo mismo sucede en Estados Unidos con Lincoln.
–Nelson perdió una batalla en Tenerife y quedó manco contra Gutiérrez, tan poco conocido como Blas de Lezo y de gran altura. ¡Claro que me da envidia Inglaterra! Vernon, al que Blas de Lezo derrotó en Cartagena de Indias, está enterrado en la abadía de Westminster con todos los honores. Los ingleses son capaces de contar su historia. Solo hay que ver la estatua de Nelson en Trafalgar square. Y eso que Nelson sí perdió batallas, Blas de Lezo ninguna.
–Se sabe más de nuestra derrota en Trafalgar que de la victoria de Cartagena, como conocemos mejor el fiasco de la Armada Invencible que el de la «contrarmada inglesa».
–Así es. La derrota de Nelson en Tenerife no se conoce en España. Ésa es la realidad. Aquí siempre nos han mostrado cómo somos desde fuera. Nos ponemos palos en las ruedas nosotros mismo. La historia nos la han dictado desde fuera. Si dejamos a los ingleses, casi que ganaron la batalla de Cartagena... Debemos luchar para dictar nuestra historia, sea buena o mala, no que venga desde fuera a contáronsla.
–Sin embargo, buena parte de este país huye de nuestro pasado como de la peste.
–Tengo una anécdota ilustrativa. Cuando a la fragata Blas de Lezo le dieron hace cinco o seis años la bandera de combate en Getxo, donde yo estaba presente, hubo tales colas para conocer la fragata que no daban a basto. Luego fueron a la tierra natal de Blas de Lezo, a Pasajes de San Pedro, y allí lo recibieron con pitos. Era la misma fragata una hora antes y después. No era bienvenida en su tierra. Es absurdo que no sean capaces de apreciar a la gente que tuvieron.
–¿Está España necesitada de símbolos o referentes?
–No sé, pero no es malo conocer a nuestros antepasados.
–Lo bueno y lo malo, todas las caras...
–Claro, hay gente a la que no debemos paracernos. Pero todos los países que se precien intentan tener referentes.
–Parece ser que el Gobierno no quiere celebarar los 500 años de Cortés en México y la propia conquista es vista como un genocidio desde España.
–Es absurdo. Cortés lo que hizo fue conquistar pero con la propia gente mexicana. Hay que conocer la historia para apreciarla dentro de su verdadera magnitud.
–¿Qué le supone ser marqués de Ovieco?
–Es un honor ser descendiente de Blas de Lezo. Mi deber a partir de ahora es que el mundo conozca su verdadera historia y toda su grandeza.
–¿Siente que haya heredado alguna característica de su antepasado?
–Por desgracia, no. Para empezar estoy entero y no tengo sus ganas de guerrear (risas). Soy vasco por parte materna, pero la paterna, descendiente, no es de allí.
–¿Qué es lo más bonito que ha leído o escuchado decir sobre su antepasado?
–Una placa en Torrejón de la calzada donde dice que «vivió con dignidad, luchó cono honor y murió con la honra del deber cumplido».
–¿Qué podemos aprender del almirante los españoles de hoy?
–La gran voluntad que tuvo para cumplir con su trabajo. Este señor fue destinado a diversos sitios y realizó su trabajo al 100% y en varios lugares se dejó parte de su anatomía para lograr los retos que le pusieron. Eso es lo fundamental, no ya de un capitán general ni de nadie, sino de todo el mundo: cada uno individualmente tiene sus retos y España avanzará en función de que cada uno los cumpla. Y si no, pues nos iremos a la mierda como grupo.