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Antonio Molero: «Por amor y por dinero se hacen las mayores locuras»

Protagoniza «El test», la ópera prima que Jordi Vallejo ha estrenado en el teatro Cofidis Alcázar y en la que deberá elegir entre 100.000 euros ya o un millón en diez años
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Protagoniza «El test», la ópera prima que Jordi Vallejo ha estrenado en el teatro Cofidis Alcázar y en la que deberá elegir entre 100.000 euros ya o un millón en diez años
Un niño recibe una golosina y una instrucción: puede comerla de inmediato, o esperar cinco minutos y comerse dos. ¿Qué hará? ¿Qué indica su decisión sobre su comportamiento futuro? Este sencillo experimento sobre el autocontrol –el test de la golosina–, ideado en los 60 por el psicólogo Walter Mischel, sirvió a Jordi Vallejo, cambiando golosina por dinero, para escribir su opera prima «El test», premio Fray Luis de León 2014. La pregunta clave es: ¿qué escogerías, cien mil euros ahora mismo, o un millón de aquí a diez años? Tan sencillo, tan difícil. La decisión cambiará sus vidas. La obra se ha estrenado en el teatro Cofidis Alcázar de Madrid y tiene a Antonio Molero como uno de sus protagonistas principales. Actor reconocido en teatro, cine o televisión, con una importante vis cómica.
¿Usted qué prefiere, cien mil ahora o un millón dentro de diez años?
–Hoy te digo que los cien mil, pero mañana igual no, porque los humanos somos así de contradictorios. Si tengo una necesidad, una deuda y lo necesito, lo cojo, pero si no... Depende de la situación.
–Esta obra fue premiada, ¿cuál es su valor?
–Fundamentalmente el choque entre los valores personales y el dinero. Vivimos la época de la inmediatez, del aquí y ahora. No sabemos esperar, falta paciencia. Todos tenemos una vertiente conservadora que va a lo seguro, al premio, y una parte más reflexiva, capaz de razonar el valor de la espera. Antes se daba más opción a la espiritualidad, pero ahora prima el materialismo. Y había más sensación de futuro, se planificaba. Ahora los jóvenes, preparados como nunca, no lo tienen tan claro y la poca esperanza en el futuro influye.
–Comienza como un juego, pero acaba con consecuencias serias.
–Ése es el juego teatral. Lo bueno del autor es que ha jugado muy bien sus cartas. Dos amigos de siempre, uno millonario y otro hipotecado hasta las cejas con su mujer, uno jugando con los otros como títeres. Al principio, es un juego inocente, pero poco a poco se va haciendo más perverso.
–¿Cuál es su papel?
–Yo soy el amigo hipotecado que tiene un bar y no acaba de salir adelante. La psicóloga es la novia del millonario y es la que viene a revolucionarlo todo con su pregunta.
–Nos pasamos la vida optando.
–No hacemos otra cosa que decidir, desde lo más simple –qué ropa me pongo– a lo más trascedente. Y cualquier decisión tiene consecuencias. Lo importante es el criterio para ser más o menos feliz. Muchas veces dudamos de decisiones que tomamos en su día. Si hubiese hecho esto o aquello... ¿quién sabe?
–El test descubre quién es quién.
–Sobre todo cuando hay dinero por medio, que es muy delicado. Es peligroso mezclar dinero y amistad. Nunca montes un negocio con amigos o familiares –dicen– porque suele acabar mal.
–¿Es el dinero la medida de todas las cosas?
–En este momento de la historia, sí. Sirve para poner a prueba la integridad de la gente, quién lo es de boquilla y quién de verdad. Descubre la avaricia, la codicia, muestra fortalezas y debilidades.
–¿Dinero y amor son los motores que mueven el mundo?
–Sí, perfectamente. La gente hace verdaderas locuras por estas dos cosas. En todas las historias que vemos o leemos, realidad o ficción, siempre están enfrentadas la razón y la pasión. Es la lucha entre caer o no en la tentación y la del dinero es muy fuerte.
–¿Cuál es el verdadero éxito en la vida?
–Hay gente ambiciosa hasta la muerte que pone el éxito en tener dinero. Hay quien cambia el concepto y con el tiempo se vuelve más austero, no necesita tantas cosas para vivir. Entrar en una dinámica de lucha por la posesión y el patrimonio genera más problemas que otra cosa. A veces ves lo feliz que es la gente con poco, con una casita y bien rodeado de cariño.
–¿Y dónde queda el humor?
–Esto es lo que más se necesita ahora. Cuando estas historias universales se las sirves con humor, cerramos la fórmula perfecta. Y más en estos tiempos de tanto sufrimiento. Necesitamos tomarnos las cosas con humor por mero instinto de supervivencia.
–¿Se reconoce el público en los personajes?
–Creo que fue la primera premisa del autor, hacer personajes creíbles con los que el público empatizara y nosotros interpretando también lo intentamos. Procuramos ser gente de carne y hueso. Notamos la conexión y eso es una experiencia única porque es compartida. En el cine no compartes nada, pero aquí hay relación entre el público y el señor que está arriba.
–Lo que no es frecuente es que una comedia invite a reflexionar.
–Eso es maravilloso y a mí es lo que me gusta. Las comedias ligeras también, pero me gusta que me cuenten cosas importantes. No por ser una comedia tiene que ser banal. En el cine hay ejemplos de comedias de temática social, como las películas de Stephen Frears, que son muy divertidas.
–¿Qué debo hacer si me invitan a cenar unos amigos? Porque visto lo visto...
-¡Ja, ja...! Yo ya llevo dos, «El nombre» y ésta. Estas cenas tienen mucho peligro, sobre todo si se empieza a tirar del hilo de los trapos sucios. O te lo piensas o dices vamos a ser hipócritas, a tomarnos la cena, el vino y ya está, porque como nos pongamos sinceros... ¡Esto de las verdades y de la sinceridad, cuidado!