Arctic Monkeys sueñan con ovejas espaciales
El grupo británico publica “Tranquility Base Hotel & Casino”, un álbum con progresiones de acordes que recuerdan al “Magical Mistery Tour” de la depresión y tienen un aire cósmico de Bowie pero raro, muy raro
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El grupo británico publica “Tranquility Base Hotel & Casino”, un álbum con progresiones de acordes que recuerdan al “Magical Mistery Tour” de la depresión y tienen un aire cósmico de Bowie pero raro, muy raro
Vienen de publicar el disco con mayores ventas de vinilo del siglo XXI. Con “AM” los Arctic Monkeys dieron en el clavo. Un rock & roll sexy que robaba descaradamente de la sección rítmica del hip-hop y que fue un éxito en todos los aspectos: letras que plasmaban la realidad cotidiana, con sus juergas y sus mensajes no contestados que pusieron a bailar multitudes. La expectación ante el nuevo trabajo de una de las pocas bandas de guitarras que siguen despertando interés de crítica y público era total, y aún más después de ver imágenes promocionales de la nueva apariencia de la banda, vestidos como si hubieran salido de un club de campo de principios de siglo pasado. Sólo esa foto y nada más se sabía del siguiente álbum: el grupo se negó a que trascendiese ni un solo corte de adelanto. Consiguió ser “trending topic” mundial por las exclamaciones de los fans, lejos de ser todas buenas.
Pues bien, toda esta apariencia de Lord Byrons del rock entra en conflicto con el álbum futurista que los de Sheffield acaban de publicar: “Tranquility Base Hotel & Casino” es un trabajo destinado a la polémica, un parteaguas en una carrera musical, aunque será dificil que sus defensores puedan con los detractores que los de Sheffield se van a acarrear. Olviden lo que saben de Arctic Monkeys cuando pongan los nuevos cortes. Reciten, antes de hacerlo, el monólogo final de “Blade Runner”. Porque esta dimensión de la banda es completamente nueva. Estamos ante un disco un poco kitsch, deliberadamente atípico, como el sueño de un creador frustrado. Sin embargo, cada escucha mejora a la anterior, multiplica el magnetismo, agranda su concepto. Hace falta valor.
Tomemos “Star Treatment”, la canción que abre el disco, un tema espectral, lleno de ecos y minimalista, como un lamento de un astronauta a la deriva en el espacio. Y va un poco de eso, porque la primera línea del disco es confesional. “Yo solo quería ser uno de los Strokes y mira el desastre que me habéis hecho hacer...”, seguramente refiriéndose de forma irónica a su propio nuevo trabajo y que más tarde se transforma en “yo quería ser como uno de esos fantasmas”. Según parece, estos versos y el resto del disco le llegaron a Alex Turner en plena fase de depresión y bloqueo creativo. Porque Turner es el responsable, para gloria o ruina, de este disco que podía habder sido su debut en solitario y que ha terminado absorviendo al resto de la banda -probablemente a regañadientes- como un agujero negro. También podría haber sido el siguiente del ptoyecto de Turner con Miles Kane, The Last Shadow Puppets.
“Tratamiento de estrella” es el mensaje de la primera canción, la que nos sirve de puerta de entrada a un disco raro, muy raro. Pero que habla del aislamiento, de la soledad y el vacío. ¿Hablamos de un astro o de un artista cuando decimos estrella? El batería de la banda Matt Helders se ha referido en tono ácido en alguna entrevista a que “solo hacemos lo que nos manda Alex”, como una broma y una crítica a la vez. Pues parece que Turner se ha debido pasar tiempo navegando o naufragando en sus propios sentimientos. Hay más temas con una sonoridad atípica, por decirlo suavemente, como “One Point Perspective” y el que da nombre al disco, que arranca con Jesús rellenando la tarjeta de acceso a un spa. “Golden Trunks”, por ejemplo, comienza hablando de la psique amenazante y da paso a una letra de escritura automática que casi obliga a agradecer no dominar el inglés para no tener que intentar comprenderla. Es la excepción, sin embargo: el disco ofrece letras conceptuales sobre un universo personal, con simpáticas y grandilocuentes declaraciones de intención: el chico listo y simpático que es Turner sigue ahí, como Anakin en Darth Vader. Esperemos que no sea demasiado tarde.
Los británicos son uno de los platos fuertes de los dos festivales de música más importantes de España: tanto el Primavera Sound de Barcelona como el Mad Cool de Madrid les han situado en lo más alto del cartel. Será muy curioso comprobar cómo hacen encajar estas canciones marcianas con su repertorio más terráqueo. Si quieren encontrar un pie de entrada, tienen “Four Out Of Five”, un tema que sí permite ver al otro lado a los autores de “I Bet That You Look Good On The Dancefloor”. Pero se hace más complicado ver en directo una canción como “She Looks Like Fun”, que a pesar de anunciar un título optimista es como el reverso tenebroso del “Magical Mistery Tour”. No, no les ha salido un disco disfrutón a los británicos. Le deseamos a Turner una pronta recuperación