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Aquella movida ya casi desierta

Jose Alfonso Morera, más conocido como «El Hortelano», uno de los grandes nombres de aquel fenómeno madrileño y uno de sus principales referentes artísticos, fallece a los 62 años
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Jose Alfonso Morera, más conocido como «El Hortelano», uno de los grandes nombres de aquel fenómeno madrileño y uno de sus principales referentes artísticos, fallece a los 62 años
En esa época todo el mundo era joven. Luego, como siempre sucede, eso cambiaría. Pero, por el intervalo de unos pocos años, la creatividad bullía y todo parecía predestinado a la eternidad. A quien le gustaba la música, tocaba; al que le gustaba el arte, pintaba, y al que le gustaba la fotografía, hacía fotos. «Yo no me sentía fotógrafo ni tenía conciencia de que fuera a serlo», comenta Alberto García Alix a Efe al recordar a su amigo, José Alfonso Morera, «El Hortelano», uno de los artistas que protagonizaron la movida, que falleció ayer a los 62 años. «Siento un gran dolor y una gran pérdida, para mí inestimable. Es una pena cuando se va gente tan valiosa y creativa. Me quedo con las fotos que le hice», confesaba también García Alix a Ep. La que, precisamente, fue su compañera sentimental durante varios años, la fotógrafa y pintora Ouka Lele lo anunciaba en las redes sociales con estas palabras: «Quiero compartir con los que habéis conocido a nuestro querido amigo Pepito El Hortelano, que hace un ratito ha comenzado su viaje hacia el cielo y que ha sido tranquilo y en paz. Que siempre estará en nuestro corazón lleno de vida y alegría, Pepito Maravillas».
- Salto a la escena
José Alfonso Morera había nacido en la ciudad de Valencia en 1954 y, como sucede en ciertas ocasiones con los grandes escritores, encontró la vocación de la pintura como consecuencia de una enfermedad que le dejó postrado en la cama. Pero sería algo más tarde, al abandonar la carrera que había decidido estudiar, Medicina, cuando empezó a iniciarse en la senda artística. Al llegar a Madrid se unió a varias personas que le introdujeron en el ambiente de la Movida. Ahí es donde comenzó su recorrido, el que le llevaría a convertirse en una figura de la pintura. Su talento asomaría por las esquinas más diversas, desde portadas y pósters hasta en revistas contraculturales como «Ajoblanco». Se introdujo en un grupo de creadores que marcarían esa etapa: Ceesepe, con el que se encontró en El Rastro y entabló amistad; Pedro Almodóvar, que luego destacaría como realizador cinematográfico, Alaska, Guillermo Pérez Villalta o Berlanga, entre otros. Casi todos ellos coincidían en esos templos de la escena «underground» madrileña, como fueron La Vía Láctea, el mítico Rock-Ola, cuya leyenda todavía permanece viva en la memoria de muchos, Baile el Baile o famoso el Pentagrama, que acogía conciertos en directo de muchos de los grupos de moda por entonces, como Nacha Pop, que inmortalizó su nombre en uno de sus temas, o la sala El Sol, que llegó a ser fundamental en la noche de esos años. Era en este momento cuando se fue a vivir al Paseo Imperial. Compartía casa con Ceesepe y su piso se convirtió en un lugar de reunión calve de la Movida.
Su inmersión en el arte empezó con un cambio de nombre. De José Alfonso Morera pasó a llamarse «El Hortelano». La idea se la dieron otros que admiraban, que optaron por relegar a un segundo plano su nombre y su apellidos y optar por un apodo, que se convertiría, a través de su obra, en su verdadera identidad, como fueron el caso de El Greco y El Bosco. Formó pareja junto a Ouka Lele, con quien grabó una obra que se hizo muy famosa: «Koloroa», en el que se hacía una agridulce reflexión sobre los medios de comunicación. Más tarde iniciaría una etapa caracterizada por los viajes por América y Europa al lado, otra vez, de Ouka Lele. Los reconocimientos tardarían en llegar. La Medalla de Oro al Mérito en la Bellas Artes lo recibió en 2009, y el Premio de Artes Plásticas Pop Eye en 2011. Este mismo año se le dedicó una retrospectiva en el Conde Duque de Madrid. Si con «El misterio del mundo» inauguraba en 1985 una etapa en su pintura marcada por las obras de formato grande y la luz, con la serie la «Osa Mayor», de 1996, volvía su mirada al espacio, a las estrellas y las constelaciones, unos temas esenciales para él.

Nombres de más de una generación

Los nombres que protagonizaron la Movida madrileña están desapareciendo lentamente. De hecho, la actriz Chus Lampreave, que trabajó con Pedro Almodóvar en muchas de sus películas falleció este mismo año. Su muerte coincidió, precisamente, con otro nombre muy representativo de nuestra escena, Manolo Tena. Germán Coppini, uno de los nombres más representativo, y cuya trayectoria artística estuvo vinculada a formaciones musicales tan célebres como Golpes Bajos y Siniestro Total, también ha muerto. Por no mencionar aquellos otros que han quedado atrás hace mucho, que han sido míticos y que han marcado con su presencia ese puñado de años que resultaron tan fértiles en la capital, como fueron Carlos Berlanga, Antonio Vega, Eduardo Benavente, Enrique Urquijo, Tino Casal o el poeta Eduardo Haro Yvars, el célebre ángel caído de este periodo.