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cultura

Arco: la feria cocina las ventas a fuego lento

Ante la inestabilidad política global, los grandes coleccionistas desaparecen de un mercado marcado por la prudencia

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La edición 2025 de Arco se puede calificar como un caos organizativo: el acceso a profesionales se ha retrasado en las dos primeras jornadas con los enfados correspondientes; las puertas de entrada se cambian de un día para otro; las acreditaciones de prensa no son tales y dificultan el trabajo de cubrir la fiesta. Este año los organizadores se han empeñado en complicarlo todo y, cuando se trabaja contra la lógica, los resultados solo pueden ser de un signo: negativos. Un suspenso rotundo para la organización y su capricho de jugar con el tiempo de los demás. 

A diferencia del año pasado, esta nueva cita de la feria madrileña no se solapa con la TEFAF de Maastricht. Aunque, en términos generales, ambos eventos van dirigidos a un nicho de coleccionismo diferente –Arco, a compradores de cuatro y cinco dígitos; y Maastricht, al target del lujo, que no tiene empacho en invertir en obras por encima de los seis y siete dígitos–, la coincidencia de ambas ferias no tenía sentido desde un punto de vista estratégico y podía mermar las expectativas de la más pequeña –la madrileña–. Solventado este problema, y transcurridas dos jornadas, la sensación que recorre los pabellones 7 y 9 de IFEMA es de incertidumbre. La frase que mejor define el ritmo de ventas de este año se pronuncia desde el estand de la galería Espacio Mínimo: «La feria va muy lenta». Este estado de ánimo es confirmado por los responsables de The Goma: «Hasta que no pasen un par de días, no podremos sacar conclusiones válidas». Miguel Marcos, director de la homónima galería barcelonesa, afirma que «por ahora no hay mucho movimiento. Miércoles y jueves son días de mucha gente, mucho invitado, pero las decisiones no se tomarán hasta el viernes». Lo que sí tiene claro este marchante es que Arco 2025 consagra el «retorno a la pintura». Observa Miguel Marcos que «se nota la menor presencia de instalaciones y de fotografías». Se confirma, una vez más, que, en tiempos de incertidumbre, tanto expositores como coleccionistas minimizan los riesgos y apuestan por el lenguaje más seguro y resiliente: el pictórico.

Por encima de 20.000 euros

Un aspecto interesante es el relativo al rango de precios de las adquisiciones en la feria. En este sentido, desde Espacio Mínimo se aporta un dato revelador: «Hemos vendido tres o cuatro piezas de precios muy normales. Lo que han desaparecido son los coleccionistas que se gastan sumas por encima de los 20.000 euros». ¿Se trata de un problema específico de Arco o, por el contrario, el contexto global –con los graves problemas geopolíticos que atravesamos– afecta por igual a todos los escenarios internacionales del mercado del arte? Desde Espacio Mínimo lo tienen claro: los síntomas son globales. Como informan sus encargados, «el pasado diciembre estuvimos en Miami, y allí sucedía lo mismo: los grandes coleccionistas –que son los que nos salvan una feria– se lo piensan mucho». Sin embargo, cuando te desplazas unos cuantos box y preguntas, por ejemplo, en Studio Trissorio, de Nápoles, el dato que ofrecen es el opuesto: todas las obras cuya venta está a punto de cerrarse tienen precios por encima de los 20.000 euros.

Para quien Arco 2025 está resultando positivo es para el artista Eugenio Merino: «Estoy contento. Las ventas van bien». «Aunque –advierte el autor de ‘‘Lavado de cara’’– nosotros los artistas no somos el medidor de la feria. El año pasado las cosas fueron en general bien, y yo no vendí nada. Y en otra edición puede pasar lo contrario». Recalca, en este sentido, el también artista Avelino Sala: «Todo es muy inestable». Una de las quejas que más se repiten, año tras año, desde la parte de los expositores españoles es verbalizada por Miguel Marcos: «Arco es nuestra feria, pero los galeristas españoles competimos en desigualdad de condiciones. Nuestro hándicap es que tenemos un IVA del 21 por ciento, mientras que el promedio del resto de países de la Unión Europea es de un 5% o 6%. Esto quiere decir que la obra de un mismo artista se puede comprar en una galería de fuera de España por menos. Es una contradicción. Por muchos que protestemos, los políticos no nos hacen caso porque no somos un lobby».

Se infiere, después de escuchar a esta pluralidad de voces, que, en términos generales, las ventas en Arco se están cociendo a tiempo lento, que los mayores movimientos vienen desde el coleccionismo más modesto y que no hay que perder de vista la situación global, en tanto en cuanto está retrayendo las inversiones de los grandes coleccionistas. No obstante, y como advierte Eugenio Merino, «el arte siempre se comporta con cierta autonomía, y no parece quedar afectado por las coyunturas de crisis».