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Borja-Villel, por cinco años más

El director del Museo Reina Sofía seguirá al frente de la institución otro mandato, algo excepcional en el centro
larazon

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No es habitual en las instituciones culturales de España la continuidad de sus gestores, sean del tipo que sean, ni, por supuesto, en el Museo Reina Sofía, que ha tenido seis directores en 20 años. Manuel Borja-Villel continuará al frente de la institución otros cinco –si los termina cumplirá una década, aunque el máximo posible son 15– para continuar con su proyecto y afrontar los retos y transformaciones propias de un museo en el siglo XXI. Los trámites ya se han iniciado en el Ministerio de Cultura, por lo que sólo restan formalidades legales. No han sido pocos los que han visto detrás de la inestabilidad institucional las más graves carencias del centro, que afectaban a la falta de personalidad o de relato de la colección, o, incluso, a la ausencia de un carácter «español».
Para los próximos cinco años, Borja-Villel centra sus prioridades en aprovechar la autonomía de gestión que concede la ley propia para el centro y «conseguir aumentar los recursos propios», potenciar la estructura en red «para que el museo no sea algo encerrado en un edificio, sino un lugar por el que fluyen conocimientos hacia otros centros», y, finalmente, completar la ordenación de la colección, de las décadas de los 80 y los 90 del pasado siglo.
Conocer el terreno
Sin embargo, donde Borja-Villel se siente más cómodo y va dejando una herencia más importante es en la actividad expositiva del centro. Para su próximo mandato ha programado un plan enjundioso de exposiciones, casi todas a partir de una tesis fiel a sus propósitos: la agitación o la contestación. «Está la exposición de Dalí, pero ésa le interesa sobre todo a la Prensa», dice el director sobre una muestra que en París ha recibido «sólo» 7.000 visitas diarias, más que Hopper. El museo madrileño prepara exposiciones que se preguntan sobre el significado de ser europeo, «las líneas-fuerza del arte contemporáneo español», o «cómo el arte refleja la vida pero no de un modo inmediato, sino como reconstrucción». Borja-Villel apuesta por discursos que se puedan aplicar a la realidad para preguntarse por ella o dar voz a los que no la han tenido por situarse en la periferia económica. Arte de tesis.
El centro batió su récord de visitas el año pasado, al llegar a los 2,7 millones, un 17% más. Con un programa de esa densidad, ¿es un milagro que la gente vaya al museo? «El Reina Sofía forma parte de la identidad de un país y una ciudad, y por eso la gente va, como a El Prado. También porque hemos puesto el acento en lo que llamamos múltiples minorías, que es entender que la democracia se basa en el gobierno de la mayoría, pero siempre respetando a las minorías. La sociedad no está formada por una gran mayoría, sino por la multiplicidad de minorías. Si llegas a ellas, tienes a mucha gente», señala dando su propia respuesta a la crisis de valores y de indentidad que vivimos. Borja-Villel le dio una perspectiva un poco más «española» a la colección permanente, no por nacionalismo, sino como respuesta del sur al mundo contemporáneo. A veces se refiere al arte como un bolchevique trasnochado que prepara la revolución final o como un alquimista loco. Atropelladamente y con una pasión que mucha gente que coge el autobús todos los días jamás entendería. Y para los próximos cinco años ha encontrado al socio perfecto, João Fernandes, que ayer asistió a su primer acto como subdirector del centro. «Puede aportar una aproximación ibérica, europea y del sur», dice del experto portugués. «En el museo se puede liberar a la historia de su propia historia, es decir, de los condicionantes políticos y económicos que la escriben. El museo debe liberarse del turismo también, que es presión económica, y buscar un visitante activo. Portugal y España han compartido décadas de aislamiento, como les ha pasado a los latinoamericanos. Este museo, en cambio, nace con la democracia», dice Fernandes. Esto promete.
Adams: el lugar donde vivimos
Es uno de los objetivos del Reina Sofía para la próxima temporada, hablar del lugar donde vivimos, del mundo a través del arte. Y la primera exposición de 2013 no podía ser más adecuada. Una retrospectiva de Robert Adams, el fotógrafo americano que hizo de su trabajo «una película épica sobre la historia de Estados Unidos» a través del paisaje del Oeste (imágenes a la izquierda). Ese paisaje que tantas veces hemos visto en «westerns» o «road movies». Pero el resultado no es idealizador. «Hay tantas razones para la esperanza como para lo contrario», escribe Adams de su trabajo. Esta literatura visual toma forma de «un documento austero y seco de una geografía específica se convierte en metáfora de qué es bueno y qué es malo en la sociedad americana», dijo el comisarioJoshua Chang, sobre la que calificó de «la mejor retrospectiva nunca hecha de Adams».
DÓNDE: Museo Reina Sofía. CUÁNDO: hasta el 20 de mayo. CUÁNtO: 3 euros.