Madrid

Esto no es un cuadro de El Greco

ARCO, que vuelve a la pintura, recupera el gusto por la reinvención de los clásicos, aunque con un punto ácido y humorístico

Obra de Lino Lago
Obra de Lino Lagolarazon

ARCO, que vuelve a la pintura, recupera el gusto por la reinvención de los clásicos, aunque con un punto ácido y humorístico

No se podía dar un paso ayer por los pasillos de ARCO. Y desde el momento mismo de abrir las puertas. Colas para entrar y colas para ver. Para salir, también. Carlos Urroz, director de la feria, estaba contento, satisfecho de ver que después de unos años de flojera y crisis, se volvía a recuperar el pulso. Lo decía en Maisterravalbuena, a quienes no les está yendo nada mal. El primer día, antes de abrir las puertas al público, Moisés Pérez de Albéniz, un veterano que esto sabe una barbaridad, adelantaba que las vibraciones que percibía eran buenas. Que el año pasado ya fue una buena edición y que muchas de sus ventas se cerraron después de febrero. Que se notaba un ambiente de optimismo y que había que tener el espíritu alto porque se empezaba a respirar poco a poco. ¿El IVA? Un escollo que hay que salvar y que no nos olvidemos de que está ahí. Sea como fuere, en esta edición la pintura recupera un trono que nunca abandonó. Está presente en cada esquina y abunda el formato grande. Precisamente el miércoles pasado Urroz se refería a este feliz regreso como un hecho a tener en cuenta y sintomático de que la recuperación está en curso. La pintura es un valor seguro y que cuelgue de los estands en formato grande significa que el temor a que se quede arrumbada sin vender forma parte del pasado. Los galeristas apuestan y arriesgan pero no olvidemos que la intención es vender.

- Amarillo limón

En la galería Rosa Santos nos recibe un bodegón al más puro estilo Arellano, «El cataclismo nos alcanzará impávidos», fechado en 2015. Y no es la única referencia clásica. El Greco o un discípulo de su taller o incluso Tintoretto (que el debate sobre la autoría de la obra está abierto de par en par) recaló en ARCO. O para ser más correctos, una representación de una obra de. No es broma, lo hizo, porque la representación de «La dama de armiño» (2015) del griego está en Madrid, un impresionante óleo sobre lienzo de grandes dimensiones (dos metros nada menos) que firma Hans-Peter Feldman y que homenajea al clásico, aquí con el nombre de «Big Portrait», en la galería berlinesa Mehdi Chouakri. Sus obras se han visto en medio planeta, incluida la Serpetine Gallery. No muy lejos otra mujer descubre toda la fealdad que puede esconder una de las obras de arte más bellas y misteriosas, «Mona Lisa» en versión siglo XXI. Una obra tridimensional realizada en plastilina en la que llama la atención una larguísima nariz y una boca que tiene, a qué negarlo, sobradas connotaciones sexuales. El fondo, eso sí, se asemeja al que pintó Leonardo, aunque el guiño pop que recuerda a un trabajo infantil, nos descubren una pieza en la que el humor es el elemento predominante. ¿Qué han visto a Velázquez por los pasillos? Seguro. Nos referimos a una obra «inspirada en». Así es. Lino Lago ha vertido pintura amarilla sobre un retrato a la manera del hispalense con la efigie de Felipe IV (ya lo hizo con «Las Meninas» en Álvaro Alcázar hace un par de años). Toda una osadía, irreverente, quizá; a lo mejor solamente un divertimento, pero que se ha convertido en marca de la casa.

Christopher Grimes, una de las galerías más potentes, muestra su espíritu más refinado. ¿O no lo es, acaso, colgar a Vermeer o a Rembrandt de sus paredes? Kota Ezawa revisa una escena bellísima de interior del maestro holandés de Delft. El artista vive y trabaja en San Francisco y gran parte de sus imágenes poseen referencias del mundo del cómic y están influidas por el universo más popero. «La tormenta en el mar de Galilea» que pintara Rembrandt en 1633, vuelve a la mar. Ambas obras formaron parte de una instalación que ya mostró Ezawa en Santa Mónica.