Jaume Plensa invade el Palau
El artista lleva al edificio modernista cuatro esculturas de grandes proporciones que redimensionan el espacio del templo musical
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El artista lleva al edificio modernista cuatro esculturas de grandes proporciones que redimensionan el espacio del templo musical
La voluntad del Palau de la Música de buscar intersecciones entre diferentes artes llegó ayer a su esplendor con la intervención del artista plástico y escultor Jaume Plensa en el edificio modernista de Domènech i Montaner. Cuatro esculturas de grandes proporciones se podrán visitar ahora en las inmediaciones y en el interior del palacio musical. El resultado es un cambio de perpectiva a la hora de mirar que cambia totalmente la experiencia de visitar el Palau de la Música. «La exposición crea un vínculo que aporta una nueva mirada al Palau. La escultura es ideal para crear espacios y yo he intentado concebir un puente entre el lugar y la sociedad», señaló ayer en la presentación de sus esculturas.
El eje y motor de la muestra es el ser humano, su rostro y su cuerpo, y cómo puede llegar a moldearse a partir de la música, a la música entendida en este caso como vibración que varía y mueve a los cuerpos. Ojos cerrados, gesto sereno y fuerza en las texturas hacen de estas esculturas una especie de testigos de la historia centenaria del Palau.
La exposición se abre con la obra «Carmela», en el exterior del Palau, una escultura de hierro fundido y 4,5 metros de altura de una «belleza mediterránea clásica» que se ubica en una «esquina virtual», ya que la figura parece cambiar dependiendo de la perspectiva y el lugar en la que se encuentre el observador. «Comprimimos nuestros recuerdos, como yo he comprimido a ‘Carmela’, que creo que es una escultura que funciona muy bien con esta búsqueda de si estamos completos o no».
La siguiente escultura, bajo el nombre de «Silent music III», es una obra hecha en acero inoxidable pintado de blanco que simula un ser humano construido de partituras y que se completa con una base de piedras de mármol, «una metáfora de la sociedad, porque cada piedra es diferente». Homenaje al alfabeto común que es la música, la obra está situada en el foyer del Palau.
«Sanna’s dream» y «Rui Rui’s Dream», situada en la sala Lluis Millet, son las únicas obras que el escultor no expone por primera vez. Creadas en 2014, son dos obras de dos metros de altura que muestran los rostros enfrentados de dos chicas jóvenes, en un espacio que recuerda a un templo al quedarse completamente en silencio. «He seguido la idea del retrato, no de forma específica, sino para hacer una imagen de todos nosotros», concluyó el afamado artista.