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La “Papisa” de Velázquez, vendida por 2,78 millones de euros

El cuadro había estado perdido durante casi tres siglos, pero fue encontrado recientemente
larazon

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El cuadro había estado perdido durante casi tres siglos, pero fue encontrado recientemente
Olimpia Maidalchini Pamphili fue una de las primeras feministas de la historia. Se desvelaba por la suerte de las monjas y prostitutas de una Roma plagada por aquella época de intrigas y corrupción. Tuvo admiradoras que llegaban desde todo el orbe católico y se apostaban a las puertas de su palacio, en Piazza Navona, para aclamarla cada vez que pasaba con su carruaje. Hija de un modesto recaudador de impuestos de Viterbo, su padre prefería ahorrarse la dote de un casamiento para que todo el dinero fuera a su hijo varón. Pero ella se reveló y acabó siendo la mujer más poderosa del Vaticano durante el siglo XVII, convirtiéndose en la amante del Papa Inocencio X.
El triunfo de Ribera
Diego de Velázquez la retrató durante su segunda visita a Italia, de 1649 a 1650. Durante casi 300 años se creyó que la pintura había sido destruida o que se había perdido. Pero el cuadro fue redescubierto hace 18 meses en Amsterdam y ayer se subastó en Sotheby's. El martillo cerró la puja en 2.495.000 millones de libras (alrededor de 2,78 millones de euros), una cifra que no superó las expectativas. El cuadro salió con un precio estimado de entre dos y tres millones de libras (de 2,2 millones a 3,3 millones de euros). Al cierre de esta edición, se desconocían los detalles de su comprador. En todo caso, Sotheby's no suele hacer pública la identidad de sus clientes. Por lo que es una incógnita si ha recaído en manos de un coleccionista privado o de un museo de clase mundial. Pero no todo fue decepción para la pintura española en esta puja, ya que «Muchacha con pandero, el oído», de José de Ribera (Játiva, Valencia, 1591-Nápoles, 1652), alcanzó los cinco millones de libras (5,58 millones de euros) tras una reñida pelea entre los compradores, ávidos de adquirir la obra de este maestro español.
«Velázquez es uno de los titanes más destacados de la pintura europea y mundial. Este retrato es, sin duda, de interés para los estudiosos y admiradores por igual», advertía antes de la subasta James Macdonald, especialista principal de Sotheby's en la colección de «Maestros antiguos». Pero la pintura no es llamativa únicamente por quien la firma, sino por la historia de la retratada. Olimpia Maidalchini Pamphili fue la mujer más influyente, avara y manipuladora en la Roma del siglo XVII. Tras contraer matrimonio con un miembro de la familia Pamphili, pasó a ser la cuñada del Papa Inocencio X. Llegó a influir en la política del Vaticano y en varios cónclaves, por lo que fue apodada «La papisa». Se labró una polémica fama de intrigante y codiciosa y amasó una colosal fortuna gracias al cobro de sobornos de reyes y reinas de toda Europa.
Los hombres de la corte papal la despreciaron y temieron. Un cardenal deploró el «poder monstruoso de una mujer en el Vaticano». Otro contemporáneo dijo que nunca antes un papa se había permitido ser «tan absolutamente gobernado por una». Incluso un cardenal llegó a decir que el gobierno de Roma estaba «en manos de una puta». Era una «estrella del rock barroco», según Eleanor Herman, autora de la «Amante del Vaticano: La verdadera historia de Olimpia Maidalchini». «No podían creer que una mujer de comienzos modestos se hubiera elevado a tales alturas, dirigiendo la nación de los Estados Papales y la Iglesia Católica, una institución donde las mujeres no estaban entonces, y donde aún no tienen ningún poder».
Artistas romanos, músicos, dramaturgos y escultores disfrutaron de su patrocinio. Ella estuvo detrás de la construcción de la extravagante Fuente de Los Cuatro Ríos, en la Plaza Navona, que hoy es una importante atracción turística. «Era una persona de pasiones feroces, inteligencia aguda y gran encanto, que protegía a las más débiles contra las injusticias de los hombres. También fue codiciosa, calculadora y, a veces, de un frío escalofriante», afirma Herman. Poco después de su muerte, a causa de la peste bubónica en 1657, la Iglesia católica «se movió para erradicar el escandaloso recuerdo de esta audaz mujer que los había gobernado a todos», recalca la experta.