Boulez, un titán que sigue presente
El director de orquesta Pablo Herás-Casado recuerda al que fuera su maestro, fallecido ayer a los 90 años
Le conocí en Lucerna en la academia que fundó en el año 2007 cuando impartía una master class. Me dio un premio y esa misma noche me invitó a cenar a un pequeño restaurante. A partir de ese día el contacto con Pierre Boulez se mantuvo constante, me invitó a seguir viéndole, nos llamábamos por telefóno, se interesaba por cómo iba mi carrera. Incluso hace unos meses, cuando yo dirigía “La traviata” en Baden-Baden, donde él vivía, le llamé para conocer cómo estaba. Sabía que ya no recibía a nadie, pero me invitó a cenar a su casa y estuve con él. Recuerdo que compró unos pasteles. Ya apenas se podía valer por sí mismo, pero su lucidez permanecía intacta. Hablaba de cualquier cosa que tuviera un mínimo de interés artístico. Su fuerza intelectual, aún en los últimos momentos, me impresionó, me seguía impresionando. Siempre se mostró afectivo conmigo, en su lenguaje ni sobraba ni faltaba una palabra, era inmensamente generoso, un hombre, el que yo conocí los últimos años, que sabía disfrutar de cada segundo de conversación, que decía lo que pensaba, con enorme sentido del humor.
Me enorgullece decir que he sido su pupilo y él mi mentor. Así me considero. No me dio consejos, daba opiniones, pareceres. He participado en homenajes que le han tenido como centro e incluso programé en Nueva York un programa dedicado a él. Cuando le flaqueaban las fuerzas y no se veía capaz de estar frente a la orquesta me pidió que le sustituyera en el Festival de Lucerna, en 2013. Me hice cargo de sus programa y de los que yo debía dirigir. Compartimos juntos cada ensayo y cada experiencia diaria.
Nuestra alianza artística y personal se ha prolongado a lo largo de siete años que me han marcado en muchísimos aspectos: me vienen a la cabeza palabras como honestidad creativa para ser capaz de dar libertad a la partitura y que pueda hablar por sí sola, lo que sólo se puede hacer a través de una enorme preparación como la que él temía. Ha sido un servidor de la música. Me enseñó que hay que apostar, luchar y arriesgar, que la música no debe ser solamente un lugar para encontrarse con viejos conocidos, sino que hay que estar dispuesto a reflexionar, destruir fronteras e incomodar a través de compositores como Stockhausen o como Beethoven, mensajes muy importantes y muy válidos sobre todo ahora que la música se está convirtiendo en la manera de luchar contra ciertas ideologías, necedades y radicalismos.
No quiero pensar que su muerte significa el fin, sino que lo que ha hecho y a lo que ha contribuido está más abierto y más vivo que nunca, que él está todavía ahí. Hagamos que su mensaje no se pierda, que esté presente como el gran titán que fue. Soy consciente, a qué negarlo si para mí es un orgullo, de que todo lo que he aprendido de él, de esa semilla potente que ha sembrado me va a acompañar el resto de mi vida y que ha marcado a quien soy hoy.
Pablo HERAS-CASADO
Director de orquesta
Discípulo de Pierre Boulez