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«Blade Runner 2049»: Vuelven las lágrimas

Denis Villeneuve ha decidido dirigir la secuela de la cinta y situarla tres décadas después

La actriz cubana Ana de Armas, con Ryan Gosling, ha entrado a Hollywood por la puerta grande
La actriz cubana Ana de Armas, con Ryan Gosling, ha entrado a Hollywood por la puerta grandelarazon

Denis Villeneuve ha decidido dirigir la secuela de la cinta y situarla tres décadas después.

Dirección: Denis Villeneuve. H. Fancher, M. Green, H. Fancher, P. K. Dick, R. Scott.

Intérpretes: Harrison Ford, Rayan Gosling, Ana de Armas, Robin Wright. EE UU, 2017.

Duración: 163 min.

Ciencia ficción

Aquellos eran los años 80, tiempos de ojos tatuados en negro, de caras blancas como el papel, de una ambigüedad casi albina, de hombreras tan exageradamente grandes que parecían mascar ya la tragedia de una mujer que no lo es y que realiza acrobáticos y peligrosos saltos con el rímel transformado en una máscara. Pero «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», la novela ciberpunk de ciencia ficción escrita por Philip K. Dick donde ya vaticinaba el debate ético con respecto a los androides y la decadencia de una sociedad deshumanizada, fue concebida en 1968, otra época, aunque, sin embargo, igualmente convulsa manchada por la guerra de Vietnam en la que los seres parecían haber perdido el cuerpo y el alma. Ridley Scott leyó sus páginas y descubrió debajo de un guardapolvos la capacidad cinematográfica de la obra, los paralelismos funestos, esa tremenda carga de culpa que soporta el policía Rick Deckard mientras mata replicantes que no han pedido existir, el estrato más bajo en la escala, mientras barrunta qué significa exactamente haber nacido de una mujer. Ahora, cuando a pesar de lo que ha llovido seguimos siendo iguales, Denis Villeneuve («Incendies», «Prisioneros», «La llegada», un director que golpea duro apenas sin palabras) ha decidido dirigir la secuela de la cinta y situarla tres décadas después, cuando K (un Ryan Gosling cuyas dotes interpretativas continúan en cuarentena aun cuando su cara de palo venga clavada para este hierático, atormentado personaje) descubre un secreto largamente oculto que podría acabar con el caos que impera en el planeta. Pero antes, debe encontrar a Rick Deckard (Harrison Ford con gesto en ocasiones despistado), al que se le perdió la pista hace mucho tiempo y que vive en Las Vegas, con un perro despeluchado y los hologramas de Elvis Presley, Sinatra y Marilyn Monroe como únicas compañías. Más el whisky. Visualmente muy impactante, pluscuamperfecta, el regreso a este orbe postapocalíptico de lluvia triste casi permanente (la misma agua que ocultaba las lágrimas en el filme anterior) emociona y remueve tanto como al propio K mientras contempla, en un paisaje desolado, una pequeña flor que no se resigna tampoco a morir. Y Joi (delicada Ana de Armas), la amante «irreal» del policía dispuesta a dar hasta su vida medio de mentira por él. Las escenas asombrosas se suceden (el pueblo chatarra habitado por niños esclavos y con la atmósfera igualmente irrespirable creada por Dickens; las de sexo a cuatro manos entre K, Joi y una joven «transmisora»; otras de Ford en una ciudad amarilla fantasma repleta de prostitutas esculpidas; la lucha entre Deckard y el protagonista mientras el Rey desgrana una de sus eternas canciones...) y falta, quizá, algo de la brutal poesía de aquel replicante que no entiende las diferencias entre un alma real y otra falsa. Cierto, a veces se confunden.

LO MEJOR

Desde el punto de vista visual, es un filme precioso, de una belleza triste y deslumbrante a un tiempo

LO PEOR

El mal de muchas: aunque se trate de una notable película, su duración resulta un tanto excesiva