Charlie Kaufman: «‘‘Anomalisa’’ sólo era posible al margen de Hollywood»
Charlie Kaufman /Director. Tiene 57 años y es uno de los guionistas más brillantes del cine. En su nuevo trabajo, una cinta animada que utiliza la técnica «stop motion», habla de las soledades del hombre de hoy a través de un «gurú» de la mercadotecnia
Tiene 57 años y es uno de los guionistas más brillantes del cine. En su nuevo trabajo, una cinta animada que utiliza la técnica «stop motion», habla de las soledades del hombre de hoy a través de un «gurú» de la mercadotecnia
Es de los pocos guionistas y directores que sigue sorprendiendo con cada estreno. Un inadaptado de Hollywood, dicen, que conserva el favor de la crítica. Ganó en 2005 por «¡Olvídate de mí!» y le nominaron con anterioridad por «Cómo ser John Malkovich», su estreno. Ya en el 1999 «Variety» dijo que era uno de los escritores a tener en cuenta. Han pasado ocho años desde que dirigiera por última vez. «Synechdoche, New York», protagonizada por el ya fallecido Philip Seymour Hoffman, que se estrenó en el 2008. En esta ocasión da un cambio radical con un filme rodado en «stop motion» sobre cómo nuestra vida está cargada de monotonía y frustración.
–¿Cuántos años ha invertido en este filme?
–Tres. La obra de teatro se estrenó en 2005. Hacia finales de 2011 me propusieron llevarla a la pantalla grande y convertirla en una película de animación y desde 2012 a 2015 trabajamos en el proyecto. Me encanta que sea animada porque no tenía la menor idea de cómo hacerlo, aunque sí una ligera idea sobre cómo funcionaba este mundo.
–¿Es muy distinto dirigir a actores que a muñecos?
–Actores hay, que son los que prestan sus voces a los personajes y los grabamos, por lo que contábamos con una buena referencia. Ves cómo se mueven y actúan, y eso es clave a la hora de trasplantarlo a la animación.
–¿Es difícil en Hollywood conseguir financiación para una cinta como «Anomalisa»?
–La producción ha sido completamente independiente. Pusimos en marcha una web de micromecenazgo para recaudar dinero y gracias a la publicidad que conseguimos la productora se animó y financió el resto del trabajo. Se ha hecho completamente al margen de los estudios de Hollywood, por eso ha sido posible, y nuestro acuerdo con Keith Colder, responsable de Knut Entertainment, era que el control total sobre la película fuera nuestro. Paramount se ha involucrado una vez nuestro filme fue al Festival de Toronto.
–¿Era la única forma de tener el control sobre el filme?
–Sí. Los grandes estudios no financian películas del presupuesto de «Anomalisa», no desean correr el menor riesgo.
–¿Por qué todas la voces de los personajes, mujeres incluidas, son de hombres excepto la de Lisa?
–La obra teatral ya era así y no existe un motivo al margen. Pienso que con una femenina no tendría nada que ver. Fue una elección.
–No es una película dirigida al típico espectador de «Iron Man».
–Si te gustó, ésta la vas a ver dos veces (risas).
–La gente va a ver películas comerciales, ¿porque es lo que se ofrece o porque existe una falta de sensibilidad?
–Es un círculo vicioso. Se ofrecen productos comerciales, se consumen y se demandan de nuevo. Si a esto le añadimos la abultada recaudación en taquilla... Ha habido épocas en las que se demandaban productos que no eran de rápido consumo. Quiero pensar que en el futuro cercano podemos vivir un renacimiento.
–¿Disfruta con sus películas?
–No necesariamente.
–¿Cree que el mayor problema en nuestra sociedad es que estamos desconectados?
–Es una pregunta demasiado profunda. El hecho de que la gente viva en su pequeña isla y apenas se relacione o interactúa con quienes tiene alrededor desemboca en situaciones terribles, como guerras, asesinatos, etc. Cuando hay gente que empieza a ver a los demás de manera cosificada sin necesidades, ni familias, ni sentimientos, entramos en un terreno pantanoso, aunque no es algo de ahora ni nuevo. Siempre ha habido gente que se aprovecha de otra.
Cómo ser Kaufman
El guionista se define como tímido y reservado. Sus guiones contrastan con una personalidad pausada acompañada de una vida sencilla. Nativo de Long Island, ahí es donde transcurre la mayor parte de su tiempo y ahí es donde da forma a sus bizarras historias. Su primera película, «Cómo ser John Malkovich», la hizo por puro divertimento propio, sin pensar que llegaría al cine.