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Festival de San Sebastián

«El amor menos pesado», demasiado para tan poco

El Festival de Cine de San Sebastián arranca con una cinta protagonizada por Ricardo Darín y Mercedes Morán, sobre un matrimonio que se acaba

El realizador y guionista, Juan Vera, posa junto a los actores, Ricardo Darín, y Mercedes Morán, durante la presentación de la comedia romántica "El amor menos pensado"/ Foto: Efe
El realizador y guionista, Juan Vera, posa junto a los actores, Ricardo Darín, y Mercedes Morán, durante la presentación de la comedia romántica "El amor menos pensado"/ Foto: Efelarazon

El Festival de Cine de San Sebastián arranca con una cinta protagonizada por Ricardo Darín y Mercedes Morán, sobre un matrimonio que se acaba

Como Cannes, Locarno, Venecia, Berlín... San Sebastián es un festival de categoría “A” repleto de filmes. Veremos veinte películas a competición, la de clausura fuera de concurso y alguna proyección especial, todas ellas pertenecientes a la sección oficial. Como de costumbre, un montón de secciones como Zabaltegui, Horizontes latinos, Nuevos directores, Gastronomy cinema, etc., y sus respectivos “jurados”. Zabaltegui, creada por Diego Galán, director por entonces, fue una sección muy prestigiada. Ahora da la impresión de ser el célebre bosque que no deja ver el árbol. Una nota grotesca: la concesión del Premio San Sebastián al conjunto de una carrera a Danny de Vito, angustioso verlo en cualquier película como secundario.

La inauguración, a concurso, nos ha traído “El amor menos pesado”, de Juan Vera, creada para que los protagonistas, Ricardo Darín y Mercedes Morán, luzcan sus gestos. Alguien dijo hace años sobre el cine que una imagen vale más que mil palabras. Si el autor de esta frase, probablemente un chino, viera el filme se horrorizaría porque no paran de hablar y no hay ni una sola imagen con algún valor cinematográfico. La historia de un matrimonio que se acaba y las vueltas que da la vida etcétera. Todo la película transcurre en primeros planos, sencillamente angustiosa: no sabemos dónde están a no ser que lo digan verbalmente. Dura unas dos horas, demasiado para tan poco. Pero sí que hay que «reseñar que el público se ha reído con algunas frases. Sobre el primer plano, Griffith dijo que era una cuestión moral, cuando encuadraba a Lillian Gish salía bellísima. En los tiempos heroicos de los años cuarenta norteamericanos sólo había primeros planos para los protagonistas. Que vayan tomando nota los directores actuales.