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El día que James Dean miró a la cámara

Corbijn narra en «Life» la historia que se esconde detrás de las míticas instantáneas que Dennis Stock tomó al actor de Indiana en el corazón de Nueva York e Indiana cuando todavía no era nadie. Un reportaje que descubrió a un veinteañero carismático, alejado de las excentricidades que se le presuponían y rodeado de su familia. Pero que no caiga en el error, el protagonista no es James Dean

Dane Haan da vida a Dean, que protagonizó una legendaria sesión de fotos
Dane Haan da vida a Dean, que protagonizó una legendaria sesión de fotoslarazon

No le apuntó con una pistola. Lo hizo con su cámara mientras paseaba por Times Square un día lluvioso de 1955. «Life», protagonizada por Robert Pattinson y Dane Haan, narra la amistad entre el actor y el fotógrafo Dennis Stock, cuyas imágenes le convertirían en un icono

Es difícil imaginar una historia con James Dean presente –aunque simplemente sea de fondo– en la que el protagonista o, por lo menos, el que acapare las principales miradas no sea él, el ángel rubio de Indiana. El mismo que ya en su acelerada vida de fama fue el centro de todo, algo que también terminaría arrastrando como herencia tras su desaparición. Sin embargo –y aunque haya dado pie a abrir el texto y ayude en gran medida a la promoción de la película–, ésta no es de ese tipo de cosas que interesan a Anton Corbijn. Las aventuras de Jimmy no son lo suficientemente potentes como para desviar el objetivo del holandés. Este fotógrafo reconvertido en director de cine y de videoclips –los cuales ve como «pasado», dice– reconoce que «Life» no le atrajo hasta que se replanteó la trama con Dennis Stock como centro del cuento, por el simple hecho de que Dean nunca ha pintado mucho en su vida, explica sin tapujos.

Ya es otra cosa si la historia da un vuelco y el peso se pone sobre los hombros de un compañero de profesión. Una figura en la que verse reflejado y que le sirva para despertar algún que otro paralelismo: «Me atrajo la idea de que fotografiase a un personaje público, sobre todo uno con tanto peso como Dean, porque me siento identificado después de llevar haciendo eso mismo cuarenta años». Porque, si Stock tuvo a este rebelde sin causa como «musa», Corbijn encontró en Herman Brood el motivo por el que engancharse a eso de flashear indiscriminadamente con su cámara. «Cuando estaba empezando con la fotografía me topé con un pianista holandés que cuatro años después se convirtió en la historia de rock más grande que tenemos. Hice unas fotos con él y, tras eso, él mudó en una bomba, un cohete, un exitazo... No llegué a entender cómo cambió todo de repente», comenta el director. Paralelismo que ratifica con el equilibro que muestra en la cinta en la que ambos creen estar ayudando al otro: «Stock piensa que está haciendo algo en favor de James Dean y viceversa».

- Aguacero en Manhattan

Así, viendo en esta relación hollywoodiense parte de él, fue como Corbijn se lanzó. Lo hizo, principalmente, hipnotizado por la obra de Stock, resucitado ahora en el cuerpo de Robert Pattinson. Por esa foto que inmortalizó a un chaval, pitillo en boca, soportando el aguacero en pleno corazón Manhattan. O esa otra junto a su primo. O por la última que se tomó en la granja familiar. O la del bongo... La propia vida. Todo eso que quedó para documentar la normalidad de un tipo poco corriente. Ahí es donde el director quedó atrapado por una historia que, lo reconozca o no, también es la suya: la que ha capturado a buena parte del rock que hoy suena en los altavoces y auriculares de medio mundo; U2, Mick Jagger, Nirvana, Depeche Mode, Elvis Costello, Joy Division...

«Life» cuenta ese amor a primera vista –en principio meramente fotográfico– en la fiesta en casa de Nicholas Ray entre un chico que empezaba a buscarse la vida en la agencia Magnum, dando tumbos de un lado a otro, con un joven de Hollywood que hacía lo propio con su aparición en «Al este del Edén» y la posterior persecución del primero para convencer a Dean –interpretado por Dane DeHaan– de que una sesión era lo mejor para su carrera. Siempre convencido de que ese chico rubio y lleno de excentricidades tenía algo especial. «Percibió una estrella en potencia. Jimmy tenía buen aspecto, era distinto, y Stock estaba buscando algún tipo de triunfo o de apertura y se agarró a esa posibilidad». En este punto comienza algo similar a una buena relación, al menos por lo visto en el largometraje de Corbijn: «En realidad se convirtió después en una amistad. En la película no lo contamos todo porque había que centrar el arco, pero Dean le invitó después al estreno de ‘‘Rebelde sin causa’’ e incluso le dio un cargo como ayudante o asesor. Se ve que al final le terminó cayendo bien. Supongo que ahí surgió algún tipo de amistad», cierra el director.

Y es que «Life» no cuenta la historia de ambos al completo, «porque no es un biopic», se para únicamente en el reportaje fotográfico que terminó siendo significativo para la percepción que tenemos a día de hoy de Dean y, sobre todo, para las carreras de ambos. Aun así, ahonda en los trasfondos de los dos con un viaje «muy significativo» –puntualiza– en tren al rancho de Indiana en el que el actor termina abriéndose, las fotos de Times Square, toda la historia previa... Sin querer encarar la trama como un biopic, que Corbijn reconoce como un género del que trata de huir después de tocarlo en 2007 con «Control», en la que se introdujo en la vida de Ian Curtis, de Joy Division.

- Un Stock dulcificado

Pero aquí el importante y protagonista, como se encarga de recordar el holandés en todo momento, es Stock, personaje que ha sorprendido hasta a la propia familia del original: «En realidad no era tan amable. Hemos tenido bastante deferencia con él porque he conocido a su hijo y la verdad es que la película no refleja lo malo que fue. Vino al rodaje y dijo que aprendió más sobre su padre con ‘‘Life’’ que en la vida real, en la que sólo le vio dos veces», que no son las de se muestran en la cinta. Papel dulcificado por un Robert Pattinson «demasiado suave» –en palabras de Anton Corbijn, que le escogió por su «turbulencia interior»– como para introducirlo en la piel de Dean. Para eso estaba Dane DeHaan, «para rellenar la diferencia entre el parecido físico entre el actor y el personaje, porque el desfase existe. Por eso nunca busqué a alguien que se le pareciera. Y con lo que ya había visto en DeHaan sabía que lo haría creíble».

De esta forma, metiéndose en el papel de este «insoportable, pero divertido» actor, se cierra la pareja protagonista que Corbijn soñó completar con una pequeña pincelada de Philip Seymour Hoffman en el papel de John G. Morris al frente de Magnum. Un intérprete «tan único y singular que no tiene sustituto» que se quedó sin este pequeño papel en «Life» y que Corbijn define como el «James Dean de nuestro tiempo».

El otro Jimmy

Se ha hablado de que si DeHaan se parece poco o menos a Dean –abajo a la derecha– y que si eso de no adaptarse al prototipo del guaperas le distancia del papel... Pero quien tuvo menos problemas con ello fue un tocayo del de Indiana, James Franco –a la izquierda–, cuando en 2001 se vistió de «chico rebelde» para interpretar al actor en su «tv movie». Entonces se entendió que ambos sí que podían llegar a compartir ese atractivo irrechazable pero, además, alejándose de la superficialidad, la actuación de Franco fue premiada con el Globo de Oro al Mejor Actor de Miniserie o Telefilme. Una interpretación que terminó cosechado el éxito, pero que de primeras estaba destinada para es joven que venía impulsado por «Titanic», Leonardo DiCaprio.

El fotógrafo del jazz

James Dean fue, sin ninguna duda, la figura que necesitaba la carrera de Dennis Stock –en una imagen tomada por Andreas Feininger– para catapultarse; sin embargo, parte de su buena fama y del valor de sus trabajos la labró con sus reportajes de jazz, en los que sobresalieron nombres como Louis Armstrong, Billie Holiday y Sidney Bechet. Aunque antes de meterse en el mundo de la fotografía a principios de los cincuenta, Stock sirvió a la Marina estadounidense.