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Fassbender: «Esta película recupera el adn del “alien” original»

El viernes se estrena «Alien:Covenant», la sexta entrega de la saga, aunque no vayan por orden, ya que es una secuela. Y qué más da, cuando supone el regreso de Ridley Scott. O sea, un nuevo bocado de la bestia. Con el actor de «Prometeus» otra vez
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El viernes se estrena «Alien:Covenant», la sexta entrega de la saga, aunque no vayan por orden, ya que es una secuela. Y qué más da, cuando supone el regreso de Ridley Scott. O sea, un nuevo bocado de la bestia. Con el actor de «Prometeus» otra vez
La primera en la frente. Una compañera del grupo que formamos para entrevistarlo rompe el hielo y comenta una posible lectura de la película relacionada con los peligros del nazismo y los partidos extremistas. No podemos añadir datos para que nada trascienda. Michael Fassbender se ríe un poco, enmudece enseguida; vamos, no dice ni palabra, encoge los hombros y luego de unos segundos suelta: «Yo no lo veo en este filme». Fin de la historia, adiós. Y, por si no nos quedó claro, la mánager o acompañante o amiga o quien sea del actor añade que «sólo preguntas acerca de “Alien: Covenant”, por favor». O sin él. En el fondo, no le falta razón a la periodista, existe ese posible paralelismo, pero hay que seguir, que no tenemos tiempo para casi nada. La nueva entrega de la serie creada por Ridley Scott (y sexta, ora para adelante, ora para atrás, de la factoría) se estrena este viernes en España y ya circulan por internet un potosí de críticas a favor y en contra. Bien, suele pasar cuando el público espera la llegada de una superproducción, nunca mejor dicho, como agua de mayo. Y, en ella, Fassbender (con polo y pantalones oscuros, una piel magnífica y el pelo más claro que durante la última visita a Madrid, otro misterio) es de nuevo David, el demasiado humano y potencialmente peligrosísimo robot de «Prometheus» (2012), anterior cinta de la saga. Recordemos el argumento: finales del siglo XXI. Un grupo de científicos y exploradores emprende un viaje espacial de más de dos años hacia un remoto planeta recién descubierto, donde su capacidad física y mental será puesta a prueba nadie sabe hasta qué punto. El objetivo de la misión es encontrar respuesta al mayor de los misterios: el origen de la vida en la Tierra. Ahí viene «Covenant».

Ambiguo y siniestro

Junto al ambiguo y siniestro David, aparece ahora Walter (ambos encarnados por Fassbender), un sintético de última generación sofisticado, sin sentimientos. Curioso: a mayor perfección de la máquina, menos vestigios de nosotros mismos, los auténticamente salvajes de la galaxia. «Cuando ves “Prometheus” desde un primer instante te das cuenta de que David es un androide, lo quise reflejar en los movimientos... Me inspiré para la voz y sus modulaciones en Hal 9000 (aquella pantalla cruel y doliente de «2001: Una odisea del espacio», 1968; la obsesión de Scott por Stanley Kubrick es palpable de nuevo incluso en el prólogo de la nueva cinta) y en Bowie para el aspecto físico. Walter, sin embargo, resulta muy distinto, posee diferentes cualidades, no recuerda a un mortal,y es más frío, más lógico... Pretendí –prosigue– buscar que el espectador vea en el rostro de este segundo que no refleja nada, que no se sabe qué piensa. Digamos que David es muy expresivo, exagerado y con maneras teatrales, y Walter analítico, tiene cero emociones», confiesa el protagonista de «Shine», «Doce años de esclavitud» y «X-Men», entre otras.
En cuanto al profundo poso filosófico que le ha inoculado Ridley Scott a los dos últimos títulos y que antes apenas poseía la saga, junto a la vertiente puramente terrorífica con que ya contaba (de hecho, la primitiva «Alien» está considerada una cima indiscutible del género), Fassbender dice que le atraen ambas: «Y las dos deben buscar lo mismo, entretener en la sala, pero lo curioso y lo mejor es que este trabajo tenga acción, provoque auténtico miedo y plantee cuestiones interesantes. Sobre la creación, nuestra procedencia, la Inteligencia Artificial... En el fondo, y también se contempla en la cinta, somos una amenaza para nuestro propio planeta». Una verdad como un templo del intérprete germano-irlandés, a quien pronto tendremos otra vez la suerte de ver en «The Snowman», de Tomas Alfredson, donde se mete en el pellejo de un detective privado.
Hay otro asunto interesante en «Alien: Covenant», su posible interpretación en clave religiosa; igual que en el Arca de Noé, la nave que trasporta 2.000 colonos en un prolongado sueño inducido, la tripulación y los numerosos embriones rumbo a un remoto planeta al otro lado de la galaxia para repoblarlo, van por parejas, todo custodiado por Walter; asimismo, David, que está obsesionado con la idea de dar vida, de convertirse en otro Todopoderoso («él se cree artista, y cultiva la música, la pintura, habla de literatura, y está obsesionado con la búsqueda del organismo perfecto», señala en dicho sentido Fassbender), y Walter, programado para jamás hacer daño a quienes protege, podrían representar el mal y el bien, respectivamente, las dos caras de una misma moneda y de cualquier ser humano, aunque ellos no lo sean: «Sí, creo que se trata de una correcta interpretación; no obstante, sobre todo, la cinta analiza el contraste entre la fe (que encarna el personaje de Oram, segundo de abordo y alguien profundamente creyente) y la ciencia (representada en la jefa de operaciones Daniels y la predecesora de la inigualable teniente Ripley). Sin embargo –insiste Fassbender, igual de guapo, delgado y fibroso aunque menos expresivo que en su anterior visita para hablarnos de «Assassins Creed», estará cansado–, nos estamos refiriendo a las posibilidades y limitaciones de la Inteligencia Artificial». Pues bueno, aunque hay bastante por debajo.

Condición humana

Y volvemos a darnos de bruces con David, un notable, malsano e hipnótico personaje que lo merece, para eludir cuestiones sobre el binomio ético: «Me interesa de él hasta dónde puede llegar para conseguir lo que busca. Walter es leal y obediente porque así lo programaron. David tiene un fuerte ego, se trata de alguien inteligente, y refleja parte de la condición humana, la vanidad, el impulso ambicioso, la curiosidad... ya en las primeras escenas descubrimos que considera inferior a las persona que lo ha concebido, ahí está, por ejemplo, el momento de la taza de té, y nos hacemos una idea de lo peligroso que puede llegar a ser. En apenas unos minutos, David se da cuenta de que es más vulnerable que él y empieza a pensar cuál es su posición respecto a ellos». Y vamos acabando, si bien no podemos correr más.
Hay quien ha señalado que «Alien: Covenant» supone una evidente vuelta a los inicios, de ahí que guarde más parecido y remita fundamentalmente a la primera película de 1979 y menos a «Prometheus»: «En efecto, fue un esfuerzo consciente de retomar el ADN de la original, hemos vuelto porque los fans echaban de menos al Alien en “Prometheus”, aunque rescata igualmente elementos de ésta, salimos a otros planetas...». Y punto, que tras un «goodbye» y varios «thank you», debe de entrar otro puñado de colegas. De política, ni palabra, advertimos antes muy serios.