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La resistencia callada

Lars Kraume presenta un drama histórico sobre la Alemania del Este antes del muro.

La resistencia callada
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Lars Kraume presenta un drama histórico sobre la Alemania del Este antes del muro.

La música del compositor húngaro Béla Bartók se vio sentenciada por su exilio durante el nazismo, un viaje sin vuelta que muchas personas sufrieron por falta de libertad de expresión o por propia ideología. Mientras el tío Edgar (Michael Gwisdek) tocaba una de sus partituras húngaras en el piano, Theo (Leonard Scheicher), Kurt (Tom Gramenz), Erik (Jonas Dassler) y el resto de sus amigos, en la zona este de la dividida Alemania de 1956, escuchaban por RIAS, la radio del sector americano, la revuelta del pueblo húngaro contra la invasión rusa. El muro aún no se había alzado y estos estudiantes comenzaron a sentir una extraordinaria solidaridad hacia sus vecinos europeos. Iniciaron una revolución silenciosa, tan ausente de sonido que fue un minuto de silencio ante un profesor de la escuela lo que cambió sus vidas para siempre. Puede que fuera por desafiar las doctrinas de Alemania del este, por humillar la reputación de un profesor o por un intento (fallido) de expresarse libremente, al fin y al cabo los jóvenes tuvieron que enfrentarse a interrogatorios y a la amenaza de echar toda su vida de estudio por la borda.

Basada en la biografía del alemán Dietrich Garstka, «La revolución silenciosa» es la nueva película de Lars Kraume, director de una cinta sobre la Alemania occidental tras la Segunda Guerra Mundial («El caso de Fritz Bauer»), y que ahora presenta la otra cara de la moneda. «Lo hice como una oportunidad de tratar el otro aspecto, pero también por los temas universales del poder y la fuerza de la solidaridad», explica el director al tratar de enumerar las varias razones que le llevaron a realizar este homenaje a «El club de los poetas muertos».

La importancia de expresarse

A partir de condensar las largas biografías de cada personaje que Garstka trata en su libro en la cinta, el director vio la oportunidad de reflejar en estos protagonistas una llamada de atención hacia los jóvenes actuales. «El poder de la solidaridad y el valor de la libertad de expresión estaban más valorados en épocas antiguas», explica Kraume, que acusa a las redes sociales como el motivo que está llevando a «perder la apreciación de estos bienes tan importantes por parte de cualquiera que se haya criado en Europa occidental».