La crónica

El PSOE se despega del amigo «gafe» de Sánchez

Sombras en el círculo del presidente. LA RAZÓN inaugura una serie semanal sobre los perfiles a los que ha empoderado Pedro Sánchez en su estancia en el poder

Sesion de Control al Gobierno en el Senado. El Ministro Oscar López. © Jesús G. Feria.
Sesion de Control al Gobierno en el Senado. El Ministro Oscar López.© Jesús G. Feria.Jesus G. FeriaFotógrafos

Maquiavelo lo dijo, y sigue estando vigente: «No hay manera más cierta de conocer a un príncipe que observar a los hombres que lo rodean». Tras el rastro de este axioma, iniciamos una serie de retratos de los «fontaneros» del poder y, no podía ser de otra forma, el camino lo tiene que abrir el gran operador del «sanchismo», el fontanero mayor de Moncloa que, de tapar problemas, ha pasado a pedir el voto para asaltar la capital del Reino. Es el ministro de Transformación Digital y candidato madrileño.

La militancia y las bases socialistas no le quieren. En los «aparatos» no está mal visto porque es un buen ejemplo del Rasputín que sobrevive a todos y que sabe estar siempre cerca del poder. No se le conoce trabajo al margen del PSOE y de los cargos en la Administración, pero sí ha sido capaz de aguantar cerca de quien manda. Siempre consigue aparecer como el fiel al líder... de turno. Lo fue con Rubalcaba, con Zapatero, con José Blanco y ahora con Sánchez.

En la federación socialista madrileña no hay fuerzas para imponer ninguna revuelta y ya tienen asumido que el paracaidista del presidente no conseguirá generar un clima de opinión que les levante en las encuestas. Hay quienes le llaman el «gafe» de la sala de máquinas de las elecciones. Como jefe de gabinete de Sánchez en Moncloa, vivió las últimas elecciones generales de 2023, en las que el PSOE perdió frente al PP. Afiliado al partido desde 1996, justo cuando el PP desbancó al PSOE del Gobierno de España tras 14 años de felipismo. Nadie olvida en Madrid que sus resultados electorales en Castilla y León fueron un fracaso como candidato a la Junta. En 2011, quedó a 24 actas del PP, perdió cuatro diputados y marcó uno de los peores resultados históricos del PSOE en esa región.

Como quinto secretario general de los socialistas madrileños en apenas diez años, dicen de él, «a la chita callando» y con su retranca, que una de sus fortalezas desde que entró en Moncloa, como jefe de Gabinete de Sánchez, es que «el Gobierno ha hecho siempre todo lo contrario de lo que había propugnado hasta ese momento»: hubo indulto y amnistía a los líderes del golpe de Estado en Cataluña, se pactó con EH Bildu para mantener el poder en el Gobierno de la Nación o en el Ejecutivo foral de Navarra, y se dio al partido ligado a ETA la alcaldía del Ayuntamiento de su capital.

Sorprende, o no, que su aterrizaje en el PSOE de Madrid llegase tras haber estado presuntamente en el origen de una operación de Estado contra un rival político, filtrando ilegalmente datos de un ciudadano por ser pareja de la presidenta madrileña.

El socialista que acusa a la derecha de perseguir a los trabajadores es propietario de cuatro viviendas, dos de ellas en Madrid. Su etapa al frente de Paradores del Estado se saldó con un demoledor informe del Tribunal de Cuentas en 2024: descontrol en contratos con «importantes deficiencias» en 711 de ellos, por valor de casi 60 millones de euros. El Tribunal destaca «ausencias de motivación» que garanticen que la oferta representa la mejor relación calidad-precio. El Tribunal de Cuentas también le dio la oportunidad de presentar alegaciones antes de concluir el informe, pero no lo hizo. Paradores del Estado acumula pérdidas valoradas en 23 millones de euros entre 2018 y 2022.

Como «hombre de lealtades», en el partido recuerdan que, en mayo del año 2017, el ahora sanchista Óscar López afirmaba en la contienda Sánchez-Patxi López: «El voto útil para unir al PSOE es el voto a Patxi López». Decía que su victoria sería lo mejor para el futuro del partido, y que solo Patxi era el que podía formar un proyecto fuerte.

También recuerdan dirigentes del PSOE madrileño que no le tembló el pulso ni la ética para apoyarse en 2013 en el partido del acosador sexual del «caso Nevenka» para arrebatar, precisamente un 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la alcaldía de Ponferrada al PP. De entonces, queda para la historia su reconocimiento del error por las formas, pero no por el fondo, porque todo valía la pena para sacar al PP.

Y se pueden seguir sumando anécdotas de lo que cuentan del ministro dentro de las filas socialistas. En el pasado 41º Congreso del PSOE de Sevilla, dijo que su liderazgo del PSOE de Madrid tenía como objetivo acabar con el pozo de corrupción y política sucia de Madrid. Ni una palabra, claro, de los casos que afectan al entorno del presidente del Gobierno (su esposa y su hermano) ni de los ministerios involucrados en el «caso Koldo» y en la calle Ferraz. Además, se ha ganado fama de colocar a sus adversarios en la diana y «de servirse de todo», igual que para estar cerca del poder, para derribarles. Esto es política.

Hoy se ha montado un Dos de Mayo alternativo al de Isabel Díaz Ayuso, en esta guerra estéril que mantienen las dos administraciones, la autonómica y la central. Del lío de las invitaciones de 2023, que terminó con el ministro Félix Bolaños expulsado de la tribuna de autoridades, a la guerra fría de 2024, hasta este año en el que la presidenta ha decidido no invitar a ningún miembro del Ejecutivo de Sánchez. Más allá de los titulares que dejará la jornada, al candidato socialista para el asalto a Sol le debería importar más lo que comenta uno de sus alcaldes: «Hemos confirmado que no tiene tirón popular, arrastra la imagen de operador de despacho más que de líder de calle. Su trayectoria en la sombra contrasta con el estilo combativo, carismático y mediático de Ayuso, que domina la agenda y conecta con su electorado con mensajes simples, pero efectivos. Además, carga con el desgaste de Sánchez, mientras que Ayuso mantiene su autonomía dentro del PP». El alcalde pide que no se le cite por su nombre.