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La versión mexicana de la movida madrileña: drogas y arte

La película "Esto no es Berlín", de Hari Sama, se estrena hoy a nivel mundial en España y refleja cómo en los años 80 de México también se vivió lo que Almodóvar o Alaska

La película "Esto no es Berlín"se estrena hoy a nivel mundial en los cines de España
La película "Esto no es Berlín"se estrena hoy a nivel mundial en los cines de Españalarazon

La película "Esto no es Berlín", de Hari Sama, se estrena hoy a nivel mundial en España y refleja cómo en los años 80 de México también se vivió lo que Almodóvar o Alaska

Drogas, alcohol, noche y clandestinidad. “La movida madrileña fue la Guerra de Vietnam española”, dijo en una ocasión Pedro Almodóvar. Y se acercó al acierto pues, aún sin pretender comparar a Alaska con el conflicto bélico, sí se perdieron muchas vidas en aquella época por culpa, principalmente, de drogas como la heroína. Pero esto no solo ocurrió en España. También hubo fiestas clandestinas en Berlín, así como reivindicaciones con el arte psicodélico como arma al otro lado del Atlántico. Nueva York, por ejemplo. Y México. Poco se conoce lo que ocurrió en el país suramericano y, por ello, Carlos Sama estrena, bajo el seudónimo de Hari Sama, “Esto no es Berlín”, una película en la que el propio título reclama que lo que ocurrió en aquella época dio la vuelta al mundo. “Tiene que ver con esta idea romántica que tenemos sobre lo que sucedió en Europa y Nueva York y que lo que pasaba en México no era lo suficientemente válido -explica el director-, sufríamos permanentemente por no entender en qué posición estábamos nosotros”.

Fue su vida. Su juventud. Su propia experiencia y entorno. El director se ha volcado al completo para dar forma a esta cinta, no solo dirigiendo sino también creando el guión, como productor e incluso interpretando a Esteban, el tío y figura paternal ideal de Carlos (Xabiani Ponce de León), protagonista de la historia. “La cinta fue muy demandante emocionalmente para mí, como una especie de constelación psicológica”, expresa Sama, y confiesa que con esta creación “resolví y entendí mejor muchas cosas, además de que ha sido un rodaje duro porque no disponíamos de mucho dinero”. Un gran esfuerzo que ha evocado al éxito, pues la cinta ha ganado cuatro premios en el Festival de Málaga -Mejor Fotografía, Mejor Actor de Reparto, Premio Especial del Jurado y Premio Especial del Jurado de la Crítica- y a partir de hoy se expone a su estreno mundial en los cines de España. “Ojalá que la gente vaya a verla, en los festivales ha tenido una luz muy potente alrededor y esperamos que en España también por su inmensa cercanía con la movida”, dice el director.

En 1986, Carlos apenas alcanza la mayoría de edad. Vive en Lomas Verdes, México, una serie de barrios que, según explica Sama, “están en las afueras de la ciudad de México y surgieron en los años 60 como una especie de traducción del sueño americano”. Allí vive con su familia y cerca de sus amigos y compañeros de clase. Estos chicos reflejan uno de los más altos niveles de la sociedad mexicana: uniformes en el colegio, todo tipo de necesidades cubiertas y jardín en todas las casas. Todo lo que parece una sociedad idílica basada en el respeto, sin embargo, lo desmontan estos chicos con sus peleas diarias. “Lomas Verdes se convirtió en un desierto cultural y rápidamente los jóvenes se volvieron muy violentos, a mí me tocó defenderme de eso”, recuerda el director.

Y, ante esto, puro contraste: la clandestinidad del club nocturno “El Azteca”. Allí Carlos y su mejor amigo, Gera (José Antonio Toledano), van a encontrar, gracias a la hermana de este último, un mundo ajeno. “De pronto, descubren las drogas, las fiestas y más adelante el arte, un trabajo que se junta con la política en el sentido de la identidad y la reivindicación”. Con esto, los amigos salen del idílico mundo de Lomas Verdes para meterse de lleno en la rebeldía de un ambiente en el que se canta a la muerte y se fotografía el sexo. Y es que, para este movimiento vanguardista y underground, fueron claves varias cosas, entre ellas, la música y la imagen. Para simbolizar el valor que éstas tenían en la época, Carlos Sama expone un ejemplo: “A México no nos llegaban ni las revistas, como la de ‘New Musical Express’ que iba sobre música underground”, continúa, “después apareció en MTV, que hizo la revolución, fue nuestro padre conceptual y artístico”.

Una vez que se meten en este mundo, todo cambia. Viven de noche y duermen de día. Descubren la realidad del vicio, lo grosero que puede llegar a ser el arte y que hay vida más allá de jardines y aulas. Y, lo más preocupante de aquella época: el sida. "Tremendo", dice Sama sin dudarlo al preguntarle qué recuerda al respecto, "amenazó primero y particularmente a la comunidad LGTBI, arrasó, yo tuve la oportunidad en los 90 de viajar a Nueva York y encontrarme con lo que sucedía allí y el movimiento Act Up". Esta coalición velaba por conseguir un mayor conocimiento sobre la enfermedad, con el objetivo de promover el estudio científico para su tratamiento. Además, añade que toda esa revolución estuvo "inspirada por el arte del performance y por el mensaje de lograr cambios de leyes para que hubieran medicamentos que salvaran vidas".