
Cine
«Miles Ahead»: Una trompeta lejana

Director: Don Cheadle. Guión: Steven Baigelman y D. Cheadle. Intérpretes: Don Cheadle, Ewan McGregor, Emayatsi Corinealdi, Michael Stuhlbarg. EE UU, 2015. Duración: 100 minutos. «Biopic».
A los quince años, el escritor y periodista Eric Nisenson quedó prendado del jazz cuando escuchó una de las muchas obras maestras de Miles Davis, «A Kind of Blue». Tiempo después, en los setenta, tuvo la oportunidad de toparse con el trompetista en casa del bajista Walter Booker y, contra todo pronóstico, se hicieron amigos y Nisenson se convirtió en el autor de su biografía autorizada, «Round After Midnight: A Portrait of Miles Davis». En «Miles Ahead» también hay un periodista blanco (Ewan McGregor), esta vez de «Rolling Stone», pero no conoce a Davis en un entorno precisamente amable, por lo que, desde el principio, Don Cheadle pone las cartas sobre la mesa: en su rechazo a afinar un «biopic» convencional, que se ajuste a la partitura de los hechos reales, la película se ofrece como una meditación sobre la figura de un artista inasible y contradictorio, a quien le gustaba renacer de sus cenizas siempre con un disfraz distinto, escuchando sus propios clásicos como si los hubiera compuesto otro.
Los que busquen fidelidad en los datos, las anécdotas y las fechas, se van a dar con un canto en los dientes, porque es lo que Cheadle pretende evitar. Si Davis tendía a la metamorfosis, a cambiar de piel, ¿por qué no convertir «Miles Ahead» en un collar, tan elegante como llamativo, de invenciones que podrían haber sido verdad, o de verdades que se recolocan en su biografía? Es significativo que Cheadle –cuya magnífica interpretación es la responsable de unificar tonos y derivas narrativas, como si fuera la fuerza de gravedad que hace flotar y asentar todos los elementos que orbitan a su alrededor– sitúe la trama central de la película en un largo parón creativo de Davis, porque también se resiste a recrear los mutantes periodos musicales de la carrera del trompetista. La música se invocará en función de las necesidades dramáticas del presente, de su tensión con el pasado, con el que se comunica a través de bellas rimas y transiciones, centrándose en la relación con su primera esposa, la bailarina Frances Taylor.
El problema de «Miles Ahead» aparece cuando el espectador se da cuenta de que tal vez algunas invenciones, que tienen que ver con unas cintas magnetofónicas robadas que funcionan como «macguffin» y un desvío hacia el «thriller» de persecuciones que no pega ni con cola, pueden resultar menos interesantes que la propia vida de Miles. Valga el tópico, a veces una realidad vale más que mil ficciones.
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