Nanni Moretti: «Mi cine no es una sesión de terapia»
El director y actor regresa con «Mia madre» al cine más intimista y examina la relación maternofilial..
El director y actor regresa con «Mia madre» al cine más intimista y examina la relación maternofilial..
Nanni Moretti perdió a su madre, profesora de lenguas clásicas, en 2010, durante la fase de montaje de «Habemus Papam». En la carrera de un cineasta que siempre ha intentado explicarse a sí mismo, es lógico que en su siguiente película se enfrentara a ese duelo. «No tanto con el duelo, sino con la posibilidad de examinar la relación maternofilial, la culpa por las cosas que no se han dicho o las cosas que quedan por hacer», rectifica. A Moretti le gusta corregir, matizar, desmentir, aunque es de los directores que insiste en que es trabajo del crítico buscar significados secretos a sus películas. Su fama de cascarrabias le precede, pero durante esta entrevista, después de la presentación de «Mia madre» en Cannes, no se muestra ni severo ni irritable. No le gusta hablar con la prensa, pero, tal vez por el valor simbólico que encierra su última obra, no ofrece la resistencia que podría esperarse del que es considerado, junto a Marco Bellocchio, el «pater familias» del cine italiano.
Como Woody Allen, con el que ha sido comparado con frecuencia, Moretti no está demasiado convencido del carácter autobiográfico de su cine. «“Mia madre” no lo es más que “Habemus Papam”. En el personaje de Michel Piccoli había mucho de mis dudas, de esa sensación permanente de no encajar», reconoce. En todo caso, el «mi» del título le delata, tanto como que Giulia Lazzarini, la actriz que interpreta a la madre enferma, vista alguna de las ropas de la madre de Moretti. «Es una manera de anclar el personaje en la realidad», dice, «pero no me gusta pensar en el filme como una confesión personal. Hay apuntes, aquí o allí, que forman parte de mi experiencia, pero no concibo el cine como una sesión de terapia, aunque...». Pausa, de esas pausas que parecen acariciar el mentón de quien las hace sin apenas darse cuenta. «Aunque lo parezca». Es significativo que Moretti decida interpretar al hermano de la protagonista, completamente entregado a la causa de cuidar de su madre, y que se busque un «alter ego» femenino –la cineasta angustiada que interpreta una magnífica Margherita Buy– para canalizar sus obsesiones, sus tics, su ansiedad. «En el cine es mucho más habitual ver a directores que a directoras trabajando, y quería marcar la diferencia en ese sentido», explica. «Además, que la protagonista sea una mujer me permite establecer una especie de línea de sucesión generacional, hablar de cómo se enfrentan tres mujeres de distintas edades, madre, hija y nieta, al hecho de la muerte».
Sueños o pesadillas
En la película se mezcla el drama realista, el cine dentro del cine y los sueños (o pesadillas) que son fruto de la desazón de la doble de Moretti. Todo se despliega ante nuestros ojos con la misma naturalidad, sin que el director de «Aprile» haga distinciones entre los tres niveles narrativos. «Mi intención era que el espectador se metiera dentro de la confusión emocional de la cineasta. No quería subrayar los saltos entre las capas de la película, porque pertenecen a la subjetividad de la protagonista, son diferentes caras de una misma inquietud». Y añade: «Hay cosas de Margherita en las que me reconozco: la impaciencia, la manera de dirigir a los actores y, sobre todo, la sensación de que siempre estoy empezando de nuevo, de que cada rodaje me hace sentir tan inseguro como el primer día». ¿Qué es, pues, lo que los distancia? «Yo sería incapaz de hacer una película social, como la que dirige Margherita. Necesito crear un vínculo de intimidad con lo que cuento. No puedo hablar por los demás, por un colectivo, soy mejor en el plano cerrado que en el plano general». ¿En qué quedamos? «Hacer cine personal no significa hacer cine autobiográfico», insiste el director.
Es la primera vez que Nanni Moretti, que no habla inglés, incorpora a un actor norteamericano en una de sus películas, si descontamos el delicioso cameo de Jennifer Beals en «Querido diario». John Turturro interpreta a una estrella excesiva e imprevisible, protagonista de la película sobre la huelga de los obreros en una fábrica que rueda el personaje de Margherita Buy. Turturro introduce una nota de humor pantagruélico en una película que oscila entre la gravedad y el sereno naturalismo. «No me hubiera atrevido con cualquiera, pero a John le conocía, sabe hablar un poco de italiano y también es director, lo que facilita la comunicación. Le gusta mi trabajo y a mí me gusta el suyo».