Sonia Braga no se rinde
La actriz protagoniza «Doña Clara», un relato sobre el nuevo Brasil que intenta olvidar su pasado
La actriz protagoniza «Doña Clara», un relato sobre el nuevo Brasil que intenta olvidar su pasado
Clara ha sido, durante sus 65 años de vida, una mujer libre: nadie la paró cuando quiso ser crítica musical ni cuando decidió criar a sus hijos en su apartamento en Recife, la ciudad de Brasil donde nació. Pero, de la noche a la mañana, una constructora pretende arrebatarle esa casa, su mayor tesoro, para levantar un nuevo bloque de pisos modernos. Ella, que no ha perdido un ápice de independencia, no lo va a permitir de ninguna manera. Kleber Mendoça dirige «Doña Clara», un relato que representa la transformación de un país que desdeña su pasado. «En Brasil se desprecian los museos, se dice que son cosas de modernos y no le interesan a nadie. Es muy triste», destaca el realizador del filme en una entrevista a LA RAZÓN.
Clara es el reflejo de una clase social que tuvo que dejarse la piel para poder conseguir el nivel de vida de los brasileños blancos: «Todavía tenemos una sociedad muy racista en nuestro país –destaca Mendoça–, la gente no le da importancia pero, según el tono de piel con el que nazcas, puedes optar a una clase distinta». Los hijos de la protagonista, en cambio, se han acostumbrado a la vida por la que su madre peleó y quieren que abandone la casa. «El diálogo entre esas dos generaciones que quería mostrar en la cinta es lo que veo que sucede actualmente en Brasil, no hemos educado adecuadamente a los jóvenes», comenta el director.
-Polémica y aclamada
El paso por el Festival de Cannes de «Doña Clara» no estuvo exento de protestas. El elenco de la película decidió mostrar unos carteles en la alfombra roja en contra del «impeachment» a la ex presidenta Dilma Rousseff denunciando un «golpe de estado». El director quería que se destacara en la cinta «la corrupción que aún impera en las empresas y el gobierno de Brasil, a pesar de que se supone que es un estado democrático».
La constructora contra la que se defiende la protagonista es un ejemplo de «todas las compañías que creen que el dinero y los contactos lo resuelven todo. De esto todavía no se habla entre la mayor parte de la ciudadanía», afirma el autor. «Doña Clara» fue la única cinta latinoamericana en optar a la Palma de Oro el año pasado, y el nombre de Sonia Braga, su protagonista, sonaba como favorita entre las aspirantes al premio a la mejor actriz. Tanto la película como la reivindicación calaron hondo entre los espectadores, pero provocaron una reacción en cadena en el gobierno brasileño, que acabó eligiendo otra en vez de ésta para representar al país carioca en la última gala de los premios Oscar. Mendoça mantiene su postura y ha repetido en varias ocasiones a lo largo de la promoción internacional del filme que «no hay democracia» en Brasil.
El realizador cree firmemente en la labor del mundo de la cultura de su país como altavoz de la crítica, aunque asegure apenado que cuenta con pocos apoyos: «Los demás directores prefieren hacer comedias con poco fondo para vender más y no tener problemas», explica. «Doña Clara» pretende reflejar la realidad de un país con un futuro en las manos de sus ciudadanos. Mendoça espera ilusionado que «las nuevas generaciones también luchen como Clara».
La madurez de la mujer araña
Sonia Braga ha sido una de las actrices brasileñas más internacionales de la historia de su industria. Comenzó con tan sólo 14 años, y su excelente interpretación en «El beso de la mujer araña» (1985, en la imagen) le valió la nominación al Globo de Oro como mejor intérprete de reparto y el inicio de una gran trayectoria en Hollywood. «Era la película que necesitaba en este momento, ha vuelto a sus raíces», destaca Mendoça.