Vivir detrás de una máscara
Dupontel retrata en «Nos vemos allá arriba» la vida de un artista desfigurado tras la guerra.
Dupontel retrata en «Nos vemos allá arriba» la vida de un artista desfigurado tras la guerra.
¿Qué ocurrió con los supervivientes de la Primera Guerra Mundial? ¿Fueron igual de glorificados que los mártires o simplemente fueron olvidados? Edouard Péricourt (Nahuel Pérez Biscayart) y Albert Maillard (Albert Dupontel) son los protagonistas de una película, basada en la novela homónima de Pierre Lemaitre, «Nos vemos allá arriba», en la que dos soldados llegan vivos a la Francia de los años 20 y montan una estafa alrededor de los monumentos dedicados a los caídos en la guerra. Es una cinta «poética y postbélica», según Pérez Biscayart, en la que el tema militar y la explosión artística francesa de aquella época confluyen en un ambiente donde ambos personajes ya no necesitan de la realidad, sino que les basta con las emociones. Edouard, un ilustrador brillante, y Albert, un modesto contable, con la ayuda de la pequeña Louise, harán publicidad a la muerte, un negocio peligroso con el que combatirán al pasado a través del arte. Además, la ilegalidad de estos dibujos no será lo único que vaya en su contra, pues también se tendrán que enfrentar a las ansias de poder del capitán Pradelle (Laurent Lafitte).
Heridas de guerra y amor
La película, que recibió cinco premios César, ofrece un viaje al desarrollo artístico de la Francia de 1920, y ya no solo con una estafa basada en dibujos e ilustraciones, sino también reflejado en la evolución del estado de ánimo de Edouard tras un grave accidente en la guerra que le desfigura el rostro, así como en la recuperación sentimental de Albert después de ser abandonado por su amada. A lo largo del filme, el pintor viste una serie de máscaras «según la transición de su dolor encarnado», explica el intérprete, derivado de las heridas de la batalla y de la desvinculación total con su famili. Este sufrimiento, junto con la gesticulación y expresión corporal de Edouard, buscan plasmar «cómo esa tristeza se puede convertir en vitalidad», gracias a las máscaras que exponen «el humor y desparpajo del personaje», agrega. Las máscaras establecen un lazo de unión entre el dolor de lo bélico y lo abstracto de la época, dando como resultado una película «de mucha actualidad, que cuestiona aspectos de la guerra», explica el actor argentino, resaltando que «los poderosos siguen siendo los mismos, siguen mandando matar a los jóvenes mientras ellos hacen sus negocios detrás», agrega.
París renació en aquellos años con Picasso, Hemingway o Matisse, quienes apostaron por un estilo que rompiese con la tradición y diera una luz nueva al país. Edouard y Albert, por su parte, intentarán dejar de lado su pasado compensando las escenas de guerra con otras emocionales, espectaculares, con bailes, música y colores que en Francia atrajeron a más de dos millones de espectadores. La cinta, explica Nahuel, es muy fiel al libro, aunque el final cambia.