«Colonofobia»: La conspiración «wasp» contra el poder hispano
La ciudad de Los Ángeles ha retirado la escultura del navegante porque «puso en marcha el genocidio más grande de la historia». María Elvira Roca Barea, historiadora y autora de «Imperiofobia», cuenta las razones reales que hay detrás de esta acción en Estados Unidos.
La ciudad de Los Ángeles ha retirado la escultura del navegante porque «puso en marcha el genocidio más grande de la historia». María Elvira Roca Barea, historiadora y autora de «Imperiofobia», cuenta las razones reales que hay detrás de esta acción en Estados Unidos.
El pasado nunca ha estado más presente que en estos tiempos. No para aprender las terribles lecciones que nos dejaron épocas anteriores, las que nunca deberíamos repetir –que son, curiosamente, las que nunca terminamos por memorizar y asumir–, sino para enmascarar turbias manipulaciones, desarrollar tretas, elaborar maquillajes políticos o que los miembros de determinados grupos puedan limpiar sus conciencias. La ciudad de Los Ángeles ha decidido retirar la estatua de Colón acogiéndose a dos argumentos: eliminar «el falso relato de que descubrió América» y acusarle de la reponsabilidad «de las diferentes atrocidades que desembocaron en uno de los grandes genocidios de la Historia». Para rematar el asunto, Mitch O'Farrell, concejal de esta metrópolis y uno de los responsables de este discurso –el siguiente será que los norteamericanos blancos, de ética pura y moral intachable jamás lanzaron las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, sino que fueron, por qué no, los rusos, que son tan malos–, afirmó que «su imagen no debería ser celebrada en ningún sitio». Ya antes, O'Farrell, colaboró para suprimir la fiesta del Día de Cristóbal Colón y sustituirla por la del «día de los pueblos indígenas, aborígenes y nativos». Lo que se le olvida es que, curiosamente, fueron los protestantes blancos quienes exterminaron a estas tribus, como bien nos recuerda, valga la ironía, el propio Hollywood, que, precisamente, tiene los estudios en Los Ángeles. Ahí están los filmes «El soldado azul», «El pequeño gran hombre» o la más blandita «Bailando con lobos» para contradecir a este lúcido político y mostrar quiénes eran los que empuñaban las pistolas. Pero la pregunta esencial es: ¿Por qué retiran ahora la estatua de Cristóbal Colón? ¿Qué motivos reales hay detrás? Porque nadie se creerá ya a estas alturas los ramplones argumentos que se dan, independientemente de que Colón se merezca o no una escultura, que ya es otro asunto. María Elvira Roca Barea, autora de «Imperiofobia» y «6 relatos ejemplares», los dos publicados en Siruela, contesta a estas preguntas para dilucidar qué esconden estos gestos. «Todo esto forma parte del sinsentido general. Nadie retira una escultura de Colón por corregir una narrativa. Uno de los motivos esenciales es que el indigenismo se ha puesto de moda en los departamentos universitarios de Estados Unidos. Existe un culto a la víctima y a la victimización. Es evidente que no quedan poblaciones indígenas en California, pero lo que no dicen es que fue con la llegada de los hombres blancos protestantes cuando comienzan a decrecer estas poblaciones. Empiezan a desaparecer a partir de la fiebre del oro, cuando Estados Unidos incorporó esta región a su territorio, porque antes no les pertenecía. En ese instante es cuando arranca la extinción de las poblaciones nativas». Este nuevo discurso, que irrumpe en Estados Unidos pero que cuenta con diversas bifurcaciones, coincide, como subraya la ensayista, con un momento delicado en este país. En esta zona cada vez hay más hispanos y el grupo de población blanca, del tipo que tanto le gusta a Donald Trump, va en retroceso. «Mitch O'Farrell lleva haicendo esto desde hace años. Saca rédito político. Aunque sea con argumentos simples, que dan vergüenza y que, al igual que los folletos de Martin Lutero, triunfan. Esto encaja en una complicada situación en California, porque la población hispana es más numerosa, y hay un grupo de WASP (acrónimo de blanco, anglosajón y protestante) que realmente se siente en peligro frente a un mundo que demográficamente se impone. Es una realidad evidente. Ahora puedes recorrer toda la región sin saber inglés». Pero Elvira Roca insiste en un motivo: «Todo el mundo conoce, también Mitch O'Farrell, los motivos por los que han desaparecido estas culturas. Y, también, las circunstancias. Lo que ellos hacen es buscar a aquellos que saben que no se van a defender jamás, el mundo católico, y comienzan tildándo a esas personas de genocidas (otra de las acusaciones de O'Farrell). Como nadie quiere verse implicado con los defensores de algo así, los italianos dan un paso atrás, luego los hispanos y, unos por otros, nadie dice nada. Por eso ninguna comunidad de dentro o fuera de Estados Unidos ha protestado. Ellos pueden destrozar esos símbolos y colgarles los muertos». La cuestión esencial, la base de todo, es conocer qué se persigue con esta clase de actuaciones. Y Elvira Roca lo explica de forma clara: «O'Farrell está mintiendo y las autoridades de Standford lo saben. Y también que con estas acusaciones están ofendiendo la historia de otros pueblos. Pero llevan fabricando su supremacía moral apuntando de esta manera, apuntando a otros como chivos expiatorios. Y funciona. Han logrado que parte de América, que fue colonizada por anglosajones y donde no queda un indio, se crean esto y en el otro lado, donde sí quedan indios, no se diga ni pío. Es una forma de alimentar tu superiodidad moral, y cuando creas tu superioridad moral, a la vez, logras que otros carguen con una inferioridad moral. Esto se ha hecho durante siglos. Además, es un mensaje que genera complacencia en el grupo que lo genera, porque ellos no son los malos; los malos son otros. Ellos, dicen, defienden la justicia, retiran la estatua y defienden a los indios, aunque fueron los que se los cargaron». El motivo de esta nueva política está bastante clara. Sobre todo cuando se examinan las circunstancias en que se desenvuelve actualmente este estado norteamericano: «Nosotros solo vemos que se retira una escultura dedicada a Colón, pero sucede en un momento complejo. Habrá un gobernador que hable español y si no es español, hará la campaña en esta lengua. Existen malestares. Por eso se quitó el Día de Cristóbal Colón. En los colegios, la celebración del 12 de octubre se hace con alumnos vestidos de indios y franciscanos. Y los españoles van azotando a los indígenas. Así se representa. Es un disparate porque en realidad, durante el tiempo de las misiones franciscanas, que formaron parte de las infraestructuras del asentamiento de las poblaciones indígenas, éstas crecieron porque estaban mejor alimentadas. Pero a pesar de que se conozcan esto, en los colegios de Santa Bárbara, los alumnos celebran así esta fecha».