Estreno
Crítica de "Tron: Ares": Depeche "IA" Mode ★★★
Director: Joachim Rønning. Guion: Jesse Wigutow, Jack Thorne. Intérpretes: Jared Leto, Greta Lee, Evan Peters, Hasan Minhaj, Jodie Turner-Smith. EE.UU, 2025. Duración: 119 minutos. Ciencia ficción.
Lo reconozco: al menos yo y bastantes más, hijos de los años 80, de cuando las hombreras exageradas eran capaces de sacarle un ojo a cualquiera, de cuando los ojos chorreaban un khol tan barato que salías de una conjuntivitis y entrabas en otra mientras los pelos escupían como dragones Laca Nelly, que era todavía peor porque la cabeza parecía el casco invencible de un guerrero, y éramos, en fin, amantes de grupos como, por supuesto, los maravillosos y tan llenos de glamur como una falda larga de lentejuelas Depeche Mode, pues, miren, a este «Tron» le podemos pillar su punto.
Y la verdad es que, aparte de eso, de que los escuchemos tan maravillosos como siempre en el filme, la película de Joachim Rønning («Piratas del Caribe: La venganza de Salazar», «Maléfica: Maestra del mal», «Marco Polo»... en efecto, un director de esos apañados comercialmente hablando y muy de palomitas con refresco, lo de la calidad cinematográfica es otra historia) resulta una producción entretenida, con bastantes persecuciones de las buenas (las de las motocicletas y esas larguísima estelas de luz resultan muy pintonas) y acción a chorros. La tercera entrega de la saga nos presenta a Ares (un Jared Leto bastante hierático, como merece un personaje digital, aunque también a veces hasta sexy), el nombre de un programa informático extremadamente avanzado que envía un empresario de la cosa con pocos escrúpulos y una ambición así de grande desde el mundo digital al real en una misión decir que arriesgada, es poco.
Su llegada marca el primer contacto de los humanos con seres creados por inteligencia artificial, desafiando los límites tecnológicos conocidos hasta la fecha, y también éticos, y ahí radica la cuestión, el meollo de la historia e, incluso, de nuestro futuro inmediato. Es decir, de lo que se nos viene diciendo desde hace ya la tira de tiempo acerca de los peligros de la IA, no sea que, finalmente, escriban, pinten, moldeen, reciten, sientan, hagan pan y hasta el amor mejor que nosotros, pobres mortales al cabo. Así el tema, Ares, un amante del pop dorado (prefiere aquella música por encima de Mozart, afirma el tío) navega por un entorno desconocido, se ve inmerso en los primeros ordenadores y va poniendo a prueba su capacidad de adaptación y el impacto que su existencia puede llegar a tener en la sociedad y conoce a una joven a la que le coge un cariño instantáneo aunque sea en potencia «una enemiga», con lo que demuestra que los sentimientos comienzan a invadir su complejo sistema de algoritmos y datos. Pobre.
Y «Tron», finalmente, también nos recuerda a la magistral «Blade Runner», a esos androides llamados Replicantes que acaban hartos del hombre y deciden rebelarse, aunque, en este caso, al protagonista le baste con vivir tranquilo en un encantador punto de nuestro planeta (aunque ya son ganas...) y no tener que rendirle cuentas a un cabezón de computadora con la codicia disparada. Una escena intercréditos ya lo advierte: habrá más (¿y mejor?) con permiso de la fuerte y leal lugarteniente Atenea, que en una película, máxime como estas, todo puede pasar.
Lo mejor:
Posee buenas escenas de acción, como esas de las motos con las estelas de luz
Lo peor:
El guion, previsible y sin ganas de meterse en líos, no es para ganar el Oscar