Cuando el amor es tóxico
Canal presentan «Sensible», una adaptación de Juan Carlos Rubio de la novela epistolar de Constance de Salm con Kiti Mánver y Chevi Muraday.
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Canal presentan «Sensible», una adaptación de Juan Carlos Rubio de la novela epistolar de Constance de Salm con Kiti Mánver y Chevi Muraday.
Nacida como Constance de Théis, adoptó el nombre de su marido para ser Constance de Salm, poeta y escritora francesa de gran éxito. En los círculos literarios donde se movía fue llamada la «Musa de la razón». En 1824 publicó «Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible», su obra más conocida, una novela epistolar que alcanzó gran relevancia. Son 46 cartas redactadas a su amante en el espacio de un día, en las que abre su corazón lleno de celos y de manifestaciones del amor más febril y arrebatado. Una mujer madura y acomodada descubre a la salida de la ópera la traición de su joven amante, que sube al coche con otra mujer. Despechada, se sumerge en una espiral de desenfreno intentando recuperar la atención de su enamorado en un recorrido emocional que descubre el calvario en el que puede llegar a convertirse el enamoramiento. «Sensible» es la adaptación teatral que Juan Carlos Rubio ha realizado de esta novela, a la que ha convertido en un espectáculo multidisciplinar que funde música, danza e interpretación. Se estrena en los Teatros del Canal con Kiti Mánver y Chevi Murada, y música de Julio Awad y dirigidos por el propio Juan Carlos Rubio.
En el fondo, el espectáculo habla del amor –afirma Rubio–, de su obsesión hasta límites tóxicos. Cuando estamos enamorados no solo son palabras, el cuerpo manda, hay algo muy físico, de dolor, como cuando sientes en el estómago la angustia de los celos. Eso fue lo que me hizo llamar a Chevi Muraday, coreógrafo y bailarín, y a interesarme por este particular “Sensible” en este formato». Es una novela que ha dado pie a diversas adaptaciones, pero no a una pieza de teatro. «Yo he hecho mi particular versión, sobre todo porque en aquel momento en 1924, el amor se escribía de una manera distinta desde una mujer. He cambiado el final y lo que menos me interesaba y mantenido todo lo que parecía fascinante del estudio de la mente de una persona cuando está bajo esta obsesión. Salen muchos personajes, pero me quedé, aparte de con la protagonista, que en nuestra versión llamamos Constance como la autora, con Alfred, que originalmente es un personaje enamorado de ella y aquí juega un papel fundamental en su destino», explica el director.
«Me interesa mucho el recorrido del día entero que viven esta mujer y este hombre pasando por diferentes estados. De repente están ilusionados, caen en la ironía, en el humor, en el dolor, en la ternura, en la desesperación, en la rabia, en la angustia, en la felicidad, en la locura..., todo un recorrido emocional interesantísimo, un análisis profundo como enamorados que me pareció fabuloso afrontar». Este vaivén de emociones y de pasiones sucede «cuando no entendemos o vivimos mal el amor –prosigue Rubio–. Bien entendido, no es que no puedas vivir sin el otro, es que quieres vivir con él y no estar en ese permanente estado obsesivo preguntándote dónde estará, con quién, qué está haciendo... Esto enlaza con nuestro presente de WhatsApp, teléfonos, redes... la obsesión sobre qué está haciendo tu pareja, cómo nuestra mente nos juega malas pasadas y nos lleva a obsesionarnos sin motivo. Es algo posesivo, tóxico, querer saber aunque eso te dañe, juzgar sin tener datos, explorar la intimidad del otro. Eso le ocurre a la protagonista en esta obra y en la novela y creo que es algo muy de ahora. Entendido así, el amor puede llegar a ser algo perturbador, incluso cercano a la locura», señala.