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Crítica de teatro

"Una cuestión de formas": la ética en la creación artística ★★☆☆☆

La función se desarrolla casi en su totalidad como una sencilla comedia comercial con personajes bastante planos

Una escena de "Una cuestión de formas"
Una escena de "Una cuestión de formas"Archivo

Autor: Neil LaBute. Versión: Elda García-Posada. Dirección: Andrés Rus. Intérpretes: Esther Acebo, Bernabé Fernández, Lluvia Rojo, Chema Coloma. Teatro Infanta Isabel. Hasta el 5 de mayo de 2024.

La compañía Calibán, formada por el director Andrés Rus y la dramaturga y traductora Elda García-Posada, sube a los escenarios una obra del autor estadounidense Neil LaBute que promete más de lo que en verdad contiene. Adam es un tipo corriente y humilde -demasiado tonto en esta propuesta- que trabaja como vigilante en un museo de arte de una pequeña localidad universitaria. Es ahí donde conoce casualmente a Evelyn, una impetuosa joven que estudia Bellas Artes y que está a punto de vandalizar, por motivos ideológicos, una escultura del museo. Poco a poco, surgirá entre ambos una atracción que llevará a Adam a cambiar de estilo de vida e incluso de apariencia física. Una transformación que supondrá un obstáculo en la relación con sus viejos amigos Jenny y Philip.

La egocéntrica y pretenciosa idea que podemos llegar a tener del arte, la relación que debe existir o no entre dos grandes conceptos como son la ‘ética’ y la ‘estética’ y la manipulación que hacemos del prójimo, a veces de manera interesada y cruel, son los grandes temas que, supuestamente, toca "Una cuestión de formas". Digo ‘supuestamente’ porque en verdad no salen a colación hasta los 10 minutos finales.

Por más que LaBute esté considerado como un perspicaz y ácido observador de la condición humana, la obra no es –o al menos no lo es en esta versión que ahora nos llega a la cartelera- una obra especialmente reveladora, aguda o controvertida. De hecho, la función se desarrolla casi en su totalidad como una sencilla comedia comercial con personajes bastante planos. Es cierto que hay un giro final que viene a justificar todo lo anterior desde un punto de vista conceptual, y que la obra deja ver entonces su trasfondo más crítico, pero eso no disculpa que la dramaturgia haya pisado todos los lugares comunes que cabe imaginar. Y tampoco la dirección de actores y las interpretaciones en sí mismas ayudan a sacar a los personajes del estereotipo en el que han sido concebidos y perfilados.

  • Lo mejor: Los temas que la obra quiere tratar, pero en los que no ahonda más de diez minutos.
  • Lo peor: Hasta llegar al desenlace, todo transcurre de manera bastante regular por caminos muy trillados.