El curioso origen de la expresión "ser un cantamañanas": la mayoría de españoles no lo conoce
Este término es muy común en el habla cotidiana, pero guarda detrás una historia de lo más rebuscada


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La lengua es una herramienta que se aprende a utilizar tanto con le estudio como a través de la propia práctica. Las normas, usos y tecnicismos se adquieren en la escuela, pero la materia que va más cargada de ‘vida’, la jerga y las expresiones populares, prácticamente solo se pueden conocer interactuando con los demás de forma cotidiana.
Este es uno de los motivos por los que tanta gente hace lo posible para enviar a sus hijos a que aprendan un idioma al país extranjero del que proviene. Y lo mismo sucede con España: pocos estudiantes de castellano que no sean nativos podrían conocer el significado de ‘buscarle los tres pies al gato’ o dónde está concretamente ‘el quinto pino’ si no visitasen nuestro país.
A los que tenemos el español como lengua materna (ya más cerca de los 500 millones de personas en el mundo), se nos hace mucho más fácil intuir estos significados porque conocemos los contextos y las jergas. Sin embargo, sucede que en muchas ocasiones utilizamos ciertas expresiones sabiendo su uso, pero no su origen.

Tal es el caso del término del que hablaremos en el día de hoy, que si bien es de uso bastante común, la curiosa historia que encierra su procedencia no es tan conocida. Como tantas otras veces, se trata de una forma de hacer una crítica directa, pero suavizada con nuestra característica habilidad para jugar con el lenguaje.
El curioso origen de la expresión "ser un cantamañanas": la mayoría de los españoles no lo conoce
En España utilizamos una expresión de forma despectiva para referirnos a una persona fantasiosa, informal o poco seria, que habla mucho pero no cumple lo que dice, que presume de cosas sin fundamento o que simplemente no es fiable. El término tan original que se les atribuye a esta clase de personas es “cantamañanas”.
La explicación acerca de dónde proviene esta expresión de ‘ser un cantamañanas’ no está del todo clara, pero hay varias hipótesis al respecto. Lo que parece de mayor consenso es que se pudo haber originado durante el Siglo de Oro, cuando muchas calles estaban llenas de pregoneros, buscavidas y pícaros que intentaban engañar a la gente con discursos grandilocuentes y falsas promesas.
Muchos de estos estafadores improvisaban discursos en plazas y mercados, cantando en un tono exagerado, llamativo, muy histriónico. Sin embargo, cuando alguien les pedía pruebas o exigía que cumplieran sus promesas, solían postergar la entrega o cumplimiento de lo prometido para el día siguiente, de ahí la asociación.
Pero esta no es la teoría más acertada, existe otra mucho que cuenta con mayor consenso. Durante la época a la que nos referimos, cuando una persona no deseaba dar explicaciones o realizar alguna tarea, esta solía expresar que: “Mañana harélo” (‘lo haré mañana’). Los interlocutores, cansados de ver cómo siempre se postergaban las obligaciones, acostumbraron a responder “¡Ya cantó mañana!”, a modo de reproche.
Hay quien interpreta que esta misma forma de reprobación la tomó el escritor y periodista Mariano José de Larra años más tarde, cuando escribió su famoso artículo ‘Vuelva usted mañana’. Esta frase era la única contestación que recibía un amigo suyo cuando quería solicitar cualquier trámite o gestión administrativa.