Buscar Iniciar sesión

Daniel Clowes: “Quiero que mis personajes parezcan reales, no héroes”

El prestigioso creador de obras como «Ghost World» o «David Boring» hace repaso a su carrera en una entrevista con motivo de su paso por el Cómic Barcelona.
larazon
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

Creada:

Última actualización:

El prestigioso creador de obras como «Ghost World» o «David Boring» hace repaso a su carrera en una entrevista con motivo de su paso por el Cómic Barcelona.
Si hablamos de cómic «underground», no cabe ninguna duda de que Daniel Clowes es el gran referente. Con «Ghost Word» logró un éxito que se tradujo en una adaptación cinematográfica por la que fue nominado al Oscar al mejor guión adaptado. El dibujante es uno de los invitados más destacados de la nueva edición del certamen Cómic Barcelona y ayer habló con este diario.
Usted siempre ha sido definido como un autor «underground». ¿Se siente cómodo con esa etiqueta?
–Como mínimo, al menos en el caso de Estados Unidos, con «underground» nos referimos al cómic que se hacía en los años 60 y 70, con autores como Robert Crumb, y a los últimos días del movimiento «hippie». De alguna manera, es cierto que surgí de este tipo de filosofía, de estos cómics que se hacen de manera individual y no para grandes compañías. Una parte mía procede de ahí, pero no creo que sea «hippie» porque nací mucho más tarde. También se nos ha llamado «alternativos» y tampoco me siento muy cómodo con esa calificación. Me gusta más la idea de no tener un nombre, de haber nacido en medio de una época determinada.
–¿Ve un relevo generacional en esta manera suya tan personal de entender el cómic?
–Cuando empezaba en este mundo, me refiero de manera profesional, tenía la sensación de que el «underground» había tenido un «boom» enorme y que se habían vendido millones de ejemplares en todo el mundo, pero que todo había desaparecido. Hubo un momento, debo decir que breve, justo antes de que yo empezara, en el que parecía que no había nada más fuera del cómic comercial. Me da la sensación de que es mi generación la que creció leyendo «underground», que no queríamos tratar los mismos temas de sexo y drogas, sino que deseábamos explorar la frontera de lo que había en el mundo del cómic. Queríamos hablar de nuestros propios temas y comenzar nuestro propio movimiento. Ahora tenemos creadores de 20 y 30 años que han crecido leyendo nuestros trabajos, con ninguna conexión directa con el «underground». No entienden por qué nos interesaba lo que nos interesaba a nosotros. Me refiero a gente que ha crecido leyendo a autores como Chris Ware o los Bros Hernandez y que toman a estos autores como punto de partida para realizar sus propias creaciones.
En su obra existe una mirada crítica e irónica sobre la sociedad estadounidense. ¿Qué le parece esa sociedad en plena era Trump? ¿Le incomoda dibujarla?
–Cuando miro alguno de mis viejos cómics donde trato de plasmar un punto de vista exagerado de mi visión del mundo, me doy cuenta que en esa visión de los 90 nunca se me habría pasado por la cabeza hacer un cómic en el que Trump fuera el presidente. Si lo hubiera hecho habría sido como ejemplo extremo de la infantilización y la estupidez de la sociedad estadounidense. Ahora me encuentro que eso es la realidad. No sé cómo podría exagerar hoy lo que ahora tenemos. Actualmente necesitamos ser más sobrios y directos.
–¿Es el cómic una buena herramienta para realizar dicha mirada crítica?
–Ha habido momentos que han sido muy buenos para que el cómic sea crítico. Por ejemplo, la revista «Mad» fue extraordinaria en los años 50 para usar estas herramientas de pensamiento crítico. Si pienso cómo emplearía en mis propios cómics esas herramientas hoy, creo que serían viñetas llenas de payasos riéndose de nosotros sin parar. Es lo único que se me ocurre.
–Dibujadas por usted tendría mucha fuerza.
–Haría que se movieran mucho. Sería un gif eterno. (Risas)
–¿Qué le fascina para dibujar?
–Trato de capturar la manera como veo el mundo. De dibujar cómo lo veo cuando estoy soñando y cierro los ojos. No me gusta dibujar basándome en fotografías o en la realidad. Es mi versión documental y onírica de lo que me envuelve. Por otra parte, quiero que mis personajes parezcan reales. Nunca me ha interesado crear héroes. No me gusta que tengan unas cualidades especiales por el hecho de ganar lectores.
–¿Cómo es su relación con el cine? Usted, por ejemplo, se implicó en todo el proceso de adaptación de «Ghost World».
–Es una sensación un tanto extraña porque no se puede describir.
Cuando trabajo en mi estudio estoy solo, en mi mesa. De repente, me encuentro en un cine en el que veo mis pensamientos proyectados en la pantalla. Me provoca incomodidad. Es también como si no fuera yo, sino otra persona quien lo ha hecho. Es una película inspirada por Daniel Clowes, pero como si yo no fuera Daniel Clowes.