Daniel Ramírez: "Encuentro en los libros un consuelo, a veces, peligroso"
«Eusebius, capitán de La Nave de Baco» (Renacimiento) rescata, entre copas y balas, a uno de los críticos más originales del pasado siglo.
«Eusebius, capitán de La Nave de Baco» (Renacimiento) rescata, entre copas y balas, a uno de los críticos más originales del pasado siglo.
Daniel Ramírez parece un loco de su propia memoria histórica. Un hombre pegado a un teclado que encuentra en los libros un consuelo, a veces, peligroso. No obstante, pese a su juventud, ya ha publicado tres. En el último, «Eusebius, capitán de la Nave de Baco» (Renacimiento), rescata a un tío carnal de su abuelo e inyecta en la historia esas dosis de suspense e intriga que destilan las investigaciones periodísticas. En 2016, ganó el premio al periodista joven más completo por sus trabajos en «El Español». Y en 2018 lo galardonaron con el Premio Teobaldo 2018. Pisa fuerte, pero tiene los pies en la tierra, aunque vaya a bordo de un barco que navega en un viaje hilarante para emborracharse, entre copas y balas, con la música de los años treinta.
–¿La música emborracha?
–Puede emborrachar muchísimo, sobre todo en la España de los años 30, en la que era una forma de escapar e incluso de sobrevivir.
–Conduce el barco uno de los críticos más originales y mejor relacionados del pasado siglo. ¿Cómo deben ser estas personas?
–No tienen que entender de grises, aunque sí de matices, que no deben confundirse con la ambigüedad. El crítico ha de mojarse, lanzarse a la piscina, ya que suele tener un bagaje cultural del que carecen los lectores.
–¿Quién critica a los críticos?
–Cualquiera, para eso se exponen públicamente.
–La independencia a la hora de escribir obligó a Eusebius a buscar escolta. ¿Ahora se escribe de manera independiente?
–No encuentro en los periódicos esa crítica sobreactuada al ejercer la independencia en un sentido absoluto.
–¿Hay mucha autocensura?
–La autocensura existe en todas las redacciones españolas, lo sabe cualquiera que ejerza el oficio. Yo tengo la suerte de trabajar con una libertad casi completa. Depende del periódico, la sección, el propio periodista...
–Usted comparte apellidos con el protagonista de su libro...
–Eusebius es el único antecedente periodístico que encontré en mi familia. Era tío carnal de mi abuelo, que a su vez ha sido uno de los entrevistados que más me ha ayudado. Cuando lo descubrí en los archivos y en los periódicos viejos pensé que era una genialidad, pero no sabía si se debía a que era mi sangre. Por eso, luego consulté con académicos.
–Éste es el tercero que publica en tono biográfico. ¿Cuánto hay que conocerse para escribir sobre uno mismo?
–A veces parece que soy un loco de mi propia memoria histórica, por esa necesidad de bucear en mis raíces. Al escribir, se ponen cosas sobre el papel que están pululando por la cabeza y que te abofetean. Se trata de un ejercicio brutal de honestidad. Lo que se hilvana sobre el papel quizás de otra manera no se descubriría en toda la vida.
–Eusebius tenía amistad con grandes artistas de la época. ¿A usted de quién le gustaría ser amigo en la actualidad?
–Renunciaría a cinco años de mi vida por una hora de entrevista con él. A mí me fascinan muchos grandes artistas, pero suelo cometer la indiscreción de acercarme a ellos para intentar tomarme un café. Me apasiona conocer de cerca a las figuras que admiro.
–Usted, como él, encuentra consuelo en los libros.
–La literatura es sana hasta el momento en el que no puedes regresar de ella, como he leído recientemente. Yo encuentro en los libros un consuelo que, a veces, resulta peligroso. Porque por su culpa me pierdo la vida, aunque me generan mucho placer y hedonismo. No hay otra magia como la literatura. Nos permite viajar al pasado y al futuro y vivir con más intensidad el presente.
–¿Por qué escribe, además de para vivir?
–Es una necesidad fisiológica. Todos necesitamos instrumentos para hacer la vida más llevadera. Hay quien los encuentra en el deporte. Yo, en la literatura y en la escritura.
–¿Escribe más que lee?
–Leo mucho más que escribo. No obstante, escribo todo lo que puedo, que siempre es menos de lo que me gustaría. Es una cuestión de respeto intelectual. Imagínate ponerte a escribir un poema después de leer a Cernuda... Uno entra en una depresión que te lleva a no dejar de leer.
–¿Periodista o escritor?
–Soy un periodista que ha publicado tres libros. La palabra escritor me produce un vértigo atroz. La escritura periodística es militar y está sometida al mundo real. La de los libros, en cambio, permite que la magia de la literatura someta al mundo, ser mucho más bohemio, no tener plazos, ni obligaciones de entrega, ni necesidad de responder al teléfono...
–¿Qué se preguntaría a sí mismo?
–Que si realmente hago todo lo posible para que mi trabajo sea honesto.
–¿Una exclusiva que le gustaría dar?
–La del día y la hora de la exhumación de Franco, si se produjera...