¿De dónde viene la expresión «A hombros de gigantes»?
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El avance del conocimiento científico es un empeño comunitario como ningún otro. Cada paso adelante se debe, sin duda, a muchos otros pasos adelante dados por predecesores y no supone más que el inicio del paso que vendrá inevitablemente después. La ciencia es una aventura colectiva, y si con tanta frecuencia nos empeñamos en buscar héroes individuales, personajes totémicos que jalonen el devenir de la historia del conocimiento humano es, simplemente, por ese afán mitómano que nos une a todos los miembros de la especie Homo sapiens. Pero en realidad, aunque los demos premios y reconocimientos a personas, aunque el Salón de la Fama de la investigación esté lleno de fotos individuales y en los medios de comunicación entrevistemos a científicos y científicas como responsables de un hallazgo, no existe ningún avance en ningún área de la investigación que haya recaído solo en los hombros de una persona.
En el mundo de la ciencia existe una expresión que ilustra como ninguna esa cualidad colectiva del avance científico: «A hombros de gigantes». La frase suele atribuirse, erróneamente, a Isaac Newton. El 15 de febrero de 1676 el eminente físico, autor de una de las revoluciones más dramáticas de la historia del saber (aunque deberíamos decir co-autor, si seguimos la idea con la que hemos empezado estos párrafos) escribió a Robert Hooke, filósofo y físico que influyó definitivamente en la obra de Newton hasta el extremo de que acabó acusándole de robarle las ideas, la siguiente frase:
«If I have seen further, it is by standing upon the shoulders of giants». (Si he podido ver más allá es porque me encaramé a hombros de gitantes)
Sin duda, Newton quería expresar con ello que su genialidad no residía sólo en su propia mente, sino que sólo apoyado en las obras e inteligencias de otros grandes sabios de la historia él podía haber vislumbrado la revolución que estaba en trance de provocar. La frase no es, sin embargo, originaria de Isaac Newton. En realidad, existe una viva polémica sobre el origen de esta locución. Muchos historiadores coinciden en atribuírsela al teólogo y filósofo Juan de Salisbury (1115-1180). En su obra, Metalogicon (1159) escribió: Nos sumus sicut nanus positus super humerus gigantis (Somos como enanos colocados a hombros de gigantes). Evidentemente, es esta ocasión, con una intención bien distinta. Da igual, en cualquier caso, de dónde proceda la frase. Bien podría ser de estas fuentes citadas, bien de otros pensadores clásicos como Robert Burton, en cuya obra The Anatomy of Melancholy, publicada en 1621, dice: «A dwarf standing on the shoulders of a giant may see farther than a giant himself». (Un enano subido a los hombros de un gigante puede ver más lejos que el propio gigante) O Diego de Estella que en 1622, en su Eximii verbi divini..., nos exhorta: «Pygmaeos gigantum humeris impositos, plusquam ipsos gigantes videre...» (una versión de la propia frase de Burton)
Da igual, en fin, el auténtico origen de la bella sentencia, lo que importa es que habitualmente se utiliza para expresar que en ciencia incluso los hombres y mujeres que más han destacado por su genialidad no son más que piezas de un gran empeño colectivo, de una empresa en la que no existe ninguna pieza sin engranar en muchas otras, ningún sabio que no haya encontrado cientos de otros sabios, gigante para él, a cuyos hombros auparse para ver más lejos que los demás.
¿Se siente igual un orgasmo en todas las culturas?
Es realmente difícil medir desde fuera cómo siente un orgasmo una persona. Igual que resulta imposible calibrar el dolor de otro. Pero existen algunas pistas que nos ayudarían a definir ciertas intensidades.
Un estudio realizado este mes en la Universidad de Glasgow ha dado con algunas claves sobre el tema. En el experimento, realizado con voluntarios de diversos países, los investigadores llegaron a la conclusión de que las expresiones faciales provocadas por el placer del orgasmo varían de una cultura a otra. Los voluntarios occidentales tienden a compartir expresiones en las que los ojos y la boca se abren más de lo normal. Por el contrario, en los asiáticos, los ojos y la boca tendían, en casi todos los casos a cerrarse.
Las expresiones propias del dolor físico, sin embargo, curiosamente no muestran ningún tipo de diferencias geográficas .
¿Por qué es bueno airear las habitaciones?
En una estancia de cualquier casa se acumulan ácaros, bacterias, partículas y gases propios de la actividad humana. Abrir todos los días es clave para mantener la salubridad. Y ahora, se ha descubierto una nueva razón para hacerlo. Un estudio de la Universidad de Oregón advierte que correr las cortinas favorece el exterminio de bacterias. En espacios oscuros puede haber un 6 por 100 más de microorganismos dañinos.