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Deformado por los celos

El director del Bolshoi será sometido a una nueva operación tras ser atacado con ácido. La Policía investiga ya al personal del teatro y los bailarines
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El Teatro Bolshoi es un icono de la cultura rusa que ha generado fascinación e interés turístico durante los 200 años que lleva abierto. Y también rencillas y luchas de poder entre directores y bailarines con rencores infinitos. El último episodio se ha vivido estos días como el maremoto final de unas revueltas aguas profundas. Un encapuchado arrojó ácido a la cara al director artístico del Bolshoi, Sergei Filin, cuando éste entraba en su domicilio en Moscú. Filin se encuentra estable una vez que ha abandonado la unidad de cuidados intensivos del hospital, y espera para ser operado de las quemaduras que dañaron gravemente su cara. Podría perder la visión de uno de sus ojos y requerirá numerosas operaciones de cirugía plástica, algo que le mantendrá alejado de su cargo al menos durante seis meses. La Policía ha centrado sus investigaciones en el personal descontento del teatro y sus propios bailarines.

Huelga y negociación

El director ejecutivo del Teatro Bolshoi, Anatoly Iksanov, declaró ante los medios que la agresión se debía con toda probabilidad a «la envidia, rivalidad o lucha de poderes» en el prestigioso teatro, y que por ello estaban interrogando a los trabajadores y artistas del mismo. Recientemente, Filin había recibido amenazas a través de Facebook, cuya cuenta había sido «hackeada», pero nadie pensaba que el acoso llegaría a la agresión física. Filin, de 43 años y ex estrella del ballet ruso, accedió a su cargo en marzo de 2011 y las críticas empezaron a arreciar. Las tensiones por su programación habían levantado voces en su contra de gente de su propio entorno. Dos de las estrellas de su ballet, Natalia Osipova e Ivan Vasiliev, renunciaron a sus puestos como protesta al nuevo repertorio, y el director ejecutivo del teatro, Anatoly Iksanov, acusó a Filin de «no estar comprometido» con su estilo de dirección. Incluso llegaron a plantearse una sustitución temporal del director artístico, dada la crisis en el mismo y el aumento de la tensión. Desde la caída de la Unión Soviética en 1991, muchos de los conflictos en el seno del teatro han ido saliendo a la luz, ya se tratase de problemas de ego o de convicciones artísticas. En ese tiempo, al férreo control de Yuri Grigoróvich durante tres décadas, le ha seguido una fase de inestabilidad que ha visto cinco directores artísticos diferentes hasta la llegada de Filin en 2011. «Esta persona estaba haciendo su trabajo, y es comprensible que haya descontento, pero me parece inimaginable que esto pueda ser la causa de un ataque físico», dijo entre lágrimas la solista Anastasia Meskova. Parientes, artistas y personal del Bolshoi se fueron acercando al hospital para visitar a Filin. Quién sabe si entre ellos estaba el propio agresor.