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"Derry Girls": no hay guerra más cruenta que la adolescencia

El conflicto irlandés, con el ira de por medio, es el telón de fondo de esta serie con protagonistas juveniles

Saoirse-Monica Jackson (la más adelantada en la fotografía) interpreta a la protagonista de la serie, Erin Quinn
Saoirse-Monica Jackson (la más adelantada en la fotografía) interpreta a la protagonista de la serie, Erin Quinnlarazon

El conflicto irlandés, con el ira de por medio, es el telón de fondo de esta serie con protagonistas juveniles.

El conflicto de Irlanda del Norte –una combinación explosiva de terrorismo, opresión británica y salvaje nacionalismo interétnico que se prolongó durante tres décadas– casi siempre ha sido retratado en pantalla desde una perspectiva masculina. Películas como «Agenda oculta» (Ken Loach, 1990), «Hunger» (Steve McQueen, 2008) y «71» (Yann Demange, 2014) pusieron el foco en policías, espías y militares, todos ellos hombres. Y es por eso que «Derry Girls» resulta tan original. La serie de Netflix reconoce las tensiones de la época pero, en lugar de centrarse en los coches bomba o las batallas callejeras, lo hace en la vida de unas colegialas que viven atrapadas en ese infierno pero más preocupadas por quién es la chica más popular de la escuela y qué debe de sentirse al tener sexo con un soldado inglés.

Creada por la dramaturga Lisa McGee en parte a partir de sus propias experiencias de juventud, la serie vehicula su equilibrada mezcla de diálogos ágiles e histrionismo típico de la edad del pavo con una detallada ambientación de época. Así ha sido desde el primer episodio de su primera temporada, que incluía afiladas alusiones a Macaulay Culkin y «Pulp Fiction» (1994) pero también la imagen de un vehículo militar británico que circula por las calles de Derry cuendo «Dreams», de los Cranberries, suena en la banda sonora. En los primeros minutos de aquel piloto, mientras los noticiarios informan del hallazgo de una bomba no explosionada en el puente que lleva a la escuela, hay quien se pregunta si las clases del día serán canceladas; una madre, en cambio, se queja sobre todo de que una posible explosión la obligaría a cancelar su sesión de rayos UVA. A lo largo de la nueva temporada vemos a las chicas apresurarse para conseguir entradas para un concierto y hacer planes para el baile de graduación, que acabará convertido en una autoconsciente variación de la secuencia final de «Carrie» (1976) en la que todo el mundo es salpicado con sangre de cerdo. Pero también asisten a una cumbre de paz simbólica con una escuela protestante y aguardan la inminente visita de Estado del presidente estadounidense Bill Clinton con la esperanza de que pueda ayudar a estabilizar la región.

Subtramas socorridas

En general, esta nueva entrega no logra alcanzar los niveles de genialidad de la estrenada en 2018. La comedia se apoya en subtramas algo socorridas –como una protagonizada por gente que come bollos sin saber que contienen hachís– que en realidad no tienen gran cosa que ver con las personalidades de los personajes, tan bien trazadas en la primera temporada; y muchas de las situaciones que sí funcionan ya fueron usadas en esos primeros seis episodios. Incluso vuelve a haber una escena en la que suena «Dreams».

Nada de ello significa que «Derry Girls» ya no merezca la pena. Sigue siendo una de las mejores comedias televisivas actuales, y de las más capaces de generar risas a partir de los lugares y las situaciones menos aparentemente cómicos. La situación política ha querido que en 2019 sea aún más relevante, ahora que el Brexit se está adentrando en territorio apocalíptico y en el proceso amenaza con reabrir heridas en la región que parecían definitivamente cerradas desde 1999. Tal vez alguien debería obligar a Boris Johnson a verla.