Edificios biónicos para 15.000 millones de personas
Esta corriente se inspira en los insectos o las plantas para proyectar edificios
Esta corriente se inspira en los insectos o las plantas para proyectar edificios.
Hace ya más de treinta años que encontré casualmente en un cajón casi olvidado de libros baratos un ejemplar titulado: «Iniciación a la Biónica», cuyo autor es I.B. Littinetsky. En el prefacio se puede leer: «La Naturaleza no revela fácilmente los secretos de su creación».
El libro, escrito en la pasada década de los sesenta, era una fuente de análisis realizados sobre diversos organismos naturales que podían tener conexión con la ingeniería industrial. Por ejemplo, el mecanismo del aguijón de una avispa podría ser asimilado a un martillo neumático –mucha fuerza instantánea ejercida sobre una superficie muy pequeña–. Es evidente que las diferencias de escala entre la máquina y el insecto obligarían a diseños muy diferentes, pero era un buen punto de partida.
Unos años antes tuve la oportunidad de realizar investigaciones sobre las estructuras complejas de los seres vivos, en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Columbia de New York, buscando innovar en patrones estructurasles que fueran aplicables a la arquitectura. Entendiendo que la lógica de las estructuras orgánicas se basa en el ahorro máximo de material y la optimización del consumo energético, estos dos conceptos eran fácilmente extrapolables a la ingeniería de la construcción y a la arquitectura. Así comencé en 1985 la teoría y práctica de la Arquitectura Biónica.
Por otro lado, somos en la actualidad algo más de 7 mil millones de habitantes ocupando el planeta, con previsiones de crecimiento que estiman alcanzar los 15 mil millones en el último tercio de este siglo. Ello significa que habrá necesidad de construir cuatro veces todo lo ya construido y prever un gasto energético 8 veces mayor que el actual. En este contexto, parece aconsejable que el ser humano se esfuerce en poner en práctica todos aquellos mecanismos que permitan, fundamentalmente, ahorrar energía. Es desde esta óptica donde la biónica puede aportar un enfoque diferente al modo en que convencionalmente se aborda hoy la práctica de la arquitectura y el urbanismo. El conocimiento profundo de las leyes de la naturaleza es una puerta de reencuentro con la realidad de las cosas. Y es desde esta posición de pensamiento desde donde se puede desarrollar una innovadora arquitectura capaz de crear un hábitat humano en sintonía con el natural.
Sin embargo, es obvio que aquello que le sirve al árbol para alzarse del suelo o al ave para volar, no le sirve ni a un edificio para ser construido, ni a un avión para mantenerse en el aire. Inspirarnos en la naturaleza para, simplemente, imitar las formas naturales bajo una nueva estética «organicista», no es más que una visión superficial e incompleta del tema. Un posicionamiento a favor de aprender de la lógica de las estructuras naturales, más que de sus formas, es bastante más apropiado, y posibilita dar forma a diseños urbanos y arquitectónicos capaces de ahorrar material de construcción y consumir energía de modo más responsable y equilibrado.
Principios básicos
Desde mi experiencia como arquitecto, los conocimientos de las estructuras naturales aplicables a la arquitectura se pueden sintetizar en cinco principios básicos: Primero Todo posee el orden geométrico adecuado: la naturaleza prioriza la geometría óptima frente al material y su capacidad resistente. Segundo: Todo orden está estructurado: las estructuras y las formas naturales conforman una unidad indivisible. Tercero: Toda estructura forma tejidos, la naturaleza no construye con pilares y vigas, sino con redes en las que muchos pequeños elementos trabajando a la vez son más resistentes que pocos y grandes. Cuarto: Todo tejido es poroso, las estructuras naturales están hechas de materiales porosos que guardan una proporción entre la materia y el vacío, y un equilibrio entre la forma y el espacio. Quinto: Todo contribuye a ahorrar energía, las leyes que rigen las estructuras naturales tienen en la máxima flexibilidad y adaptabilidad sus herramientas principales para el ahorro óptimo de energía. Estos son los cinco principios básicos que yo aplico en mi Arquitectura Biónica.