El club de las cinco de Ninth Street
Lee Krasner, Elaine de Kooning, Grace Hartigan, Joan Mitchell y Helen Frankenthaler fueron las únicas cinco mujeres entre los 72 artistas que participaron en la exposición del downtown de Manhattan que en 1951 puso de cabeza al mundo del arte en Estados Unidos. Mary Gabriel cuenta su historia en su más reciente libro, "Ninth Street Women"
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En su más reciente libro, “Ninth Street Women”, la laureada escritora Mary Gabriel explica cómo se organizó la famosa exposición de Ninth Street, en Nueva York, que en 1951 puso de cabeza al mundo del arte en Estados Unidos. Fue justamente una mujer, Jean Steubing, novia de Milton Resnick, la que al negociar el alquiler de un edificio que estaba a punto de ser demolido materializó el sueño de los artistas -por entonces excluidos de las galerías del uptown- de tener un espacio propio para mostrar sus obras.
De los 72 que formaron parte de la exposición y cuyos nombres pasarían a formar parte de la Historia del arte -entre otros, Pollock, Kline, Rauschenberg y Hans Hoffman- solo cinco eran mujeres: Lee Krasner, Elaine de Kooning, Grace Hartigan, Joan Mitchell y Helen Frankenthaler. “Estas cinco formaron parte de una nueva raza que existía sin complejos y por fuera de la corriente dominante en la vida americana a mediados de siglo. Cada una era tan única como las obras que producían. Lo que compartían era la valentía, un espíritu de rebelión y el compromiso de crear”, escribe Gabriel.
Hartigan, por ejemplo, decidió dedicarse a la pintura en lugar de criar a su hijo, al que dejó en manos de sus abuelos, y renunció igualmente a cualquier relación amorosa que le exigiera más atención que su trabajo. Por su parte, Krasner, a pesar de su talento y de su papel de liderazgo en la comunidad artística, vivió durante años a la sombra de Pollock, su pareja desde 1942; de hecho, Gabriel escribe que durante esa época Krasner prácticamente desapareció como artista.
Otra que sufrió por su relación con un hombre importante fue Frankenthaler, novia de Clement Greenberg, el crítico de arte más relevante de la época. A pesar de su talento, sus compañeros pusieron en duda que su lugar en Ninth Street fuera merecido y no resultado del “tráfico de influencias”. Con 22 años, Frankenthaler era la más joven de los artistas de la exposición de Ninth Street, tras la que el expresionismo abstracto nació oficialmente.
La vida privada de Joan Mitchell, por entonces enfrascada en un trío amoroso con el también pintor Mike Goldberg y cuyos detalles todos los artistas conocían, también afectó su reputación. Gabriel cuenta en su libro que, sin embargo, el mayor problema para ella fue trasladar su cuadro, que medía casi dos metros por dos metros, desde su estudio hasta el lugar de la exposición. Finalmente, el comisario, Leo Castelli, les ayudó a ella y a Goldberg a cargar sus obras hasta allí.
Elaine, pareja de Willem de Kooning, también tuvo que lidiar con los preconceptos. Y es que a pesar de su importantísimo papel en la Escuela de Nueva York fue considerada por muchos apenas una “esposa de”. Sin embargo, en cuanto a su participación en la muestra de Ninth Street nunca hubo dudas, pues desde hacía una década era uno de los miembros clave del grupo de artistas que impulsó la exposición.
Como escribe Gabriel: “Cada una pagaría un precio por elegir al arte por encima de la vida que la sociedad les había impuesto. Pero resulta imposible imaginar que cualquiera de ellas, a pesar del precio, se arrepintiera de la decisión. Simplemente no tenían otra opción. Eran artistas. No había otro camino”.