Espacio
La Universidad de Upssala encuentra 7 candidatas a civilizaciones extraterrestres, pero hay “trampa”
De 5 millones de fuentes de luz, 7 podrían ser esferas de Dyson, según un estudio de la Universidad de Uppsala, en Suecia… Aunque también podrían no serlo
¿Estamos solos en el universo? Posiblemente no, pero un “posiblemente” nos vale de bien poco. Es como decirle a un soltero que, posiblemente, haya ahí afuera alguien para él, que le quiera tal y como es y con el que pueda compartir toda una vida de felicidad. Suena bonito, pero de esperanzas no se vive. Por eso, los científicos han desarrollado a lo largo de las décadas diversos métodos para encontrar esas posibilidades y hacerlas certezas. En esta línea, un nuevo artículo científico publicado en la Monthly Notices of the Royal Astronomical Society dice haber encontrado siete posibles civilizaciones inteligentes. Pero… ¿cómo de seguros están?
La respuesta es desalentadora: poco . Pero para entenderla, debemos comprender cuál es la situación científica en cuanto a esta búsqueda de vida extraterrestre. Una opción es buscar en la luz que rebota en la atmósfera de planetas lejanos. La idea es encontrar huellas en esa luz que sean propias de sustancias químicas específicas de la vida. Otra opción es intentar captar posibles mensajes lanzados por una civilización al universo, como botellas al mar. Otra es enviar nosotros ese mismo mensaje a la espera de una respuesta y, finalmente, la que nos trae hoy hasta aquí: buscar señales propias de una tecnología tremendamente avanzada.
La escala de Kardashev
Aunque probablemente haya una explicación más mundana, según la Universidad de Upssala, han localizado 7 fuentes de luz que encajan con lo que esperaríamos de una estructura llamada esfera de Dyson que, para resumir, sería un artilugio descomunal construido en torno a una estrella para aprovechar toda su luz. Evidentemente, algo así está totalmente fuera de nuestro alcance tecnológico y pertenece al terreno de la especulación. En parte, se ha popularizado por la llamada “Escala de Kardashev”, una clasificación de posibles civilizaciones según sus necesidades energéticas o, visto de otro modo, su capacidad de obtener energía.
Las civilizaciones de tipo I es aquella que ha logrado aprovechar todos los recursos de su planeta, nosotros, por lo tanto, no hemos alcanzado todavía este nivel. Las de tipo II son aquellas que aprovechan la energía de su sistema planetario, lo cual incluye su estrella, por ejemplo, mediante una suerte de esfera de Dyson. Finalmente, las de tipo III harían lo propio, pero a escala galáctica.
El verdadero origen de la esfera de Dyson
No obstante, su origen real es algo desconocido. La propuesta original es una elucubración autoría de Freeman Dyson que, en realidad, se planteaba qué fase del desarrollo de una civilización era el más estable, por ejemplo, por suponer un límite a partir desde el cual es difícil seguir progresando. Estas serían, en teoría, el estado más frecuente de las civilizaciones que pudiera haber en el cosmos, simplemente por cuánto estarían en esa fase antes de desaparecer.
Pues bien, en ese límite imaginó una civilización capaz de reorganizar toda la materia del sistema solar (salvo el Sol) y se dio cuenta de que, casualmente, podrían formar una esfera en torno a nuestra estrella con un radio de 1 unidad astronómica (la distancia entre la Tierra y el Sol) de unos metros de espesor. La energía necesaria para tan hazaña coincidiría con la energía que produce la estrella en unos cuantos siglos. Y, esa estructura, ya que rodea a la estrella, sería capaz de aprovechar toda su energía porque toda incidiría en su interior.
No obstante, esta idea no es la que se ha popularizado. Normalmente se piensa en estructuras que rodean las estrellas para captar energía, sí, pero sin ser necesariamente hábitats para la humanidad reordenando la materia de los planetas de nuestro sistema solar. De hecho, incluso ha quedado desfasada la idea de una esfera sólida, en todo caso, se habla más bien de enjambres de satélites con paneles solares, ya sea distribuidos en un anillo, una esfera, o con otras estructuras, lo que conocemos como esferas de Dyson parciales. En este caso, han buscado estructuras similares a estas esferas de Dyson parciales, en definitiva: superestructuras en torno a estrellas.
Tecnomarcadores
La cuestión es que, un aparato tan descomunal ha de bloquear parte de la luz de la estrella, haciendo que su brillo cambie regularmente, cada vez que la estructura se interpone entre ella y nosotros. Por otro lado, es esperable que deje cierta huella térmica por cómo emite parte de la radiación que bloquea de la estrella. Este calor residual emitido por una supuesta esfera de Dyson no sería otra cosa que una radiación de infrarrojo medio y, por suerte, tenemos tecnologías capaces de detectarla. Dicho de otro modo: una estrella rodeada por una esfera de Dyson emitiría menos luz visible de la que debería porque queda bloqueada por la estructura, que a su vez radiaría luz infrarroja, haciendo que estos dos tipos de luz tuvieran una proporción inusual entre ellas.
Así pues, si una fuente cumple estas dos características estaríamos un poquito más cerca de poderla considerar como un signo de una civilización tecnológicamente avanzada, por eso reciben el nombre de tecnomarcadores. Así pues, un equipo de científicos de la Universidad de Upssala, con Matías Suazo como autor principal, han escrutado el cielo en busca de estas señales. Para ello, han analizado observaciones ópticas e infrarrojas de los telescopios de Gaia, 2MASS y WISE en busca de huellas compatibles con esferas de Dyson parciales.
De los 5 millones de puntos de luz escrutados en nuestra galaxia, 368 de ellos eran fuentes con una emisión anómalamente alta de infrarrojos con, además, otra serie de características sospechosas. Tras volverlos a cribar, solo sobrevivieron 7 candidatos. Pero cuidado: candidatos, no hay nada que nos asegure, ni remotamente, que sean realmente esferas de Dyson y, por lo tanto, marcadores de una civilización extraterrestre. El artículo, en realidad, forma parte de la tesis doctoral por compendio de Matías Suazo, y esta es la segunda de tres publicaciones. En el siguiente, que ya ha sido presentada como parte de la tesis (pero todavía no está aceptada por una revista científica) se plantean otros tres candidatos más, por lo que el número asciende a 10.
Problemas
Todo esto suena genial, y, de hecho, tiene sentido, no es como otras noticias sensacionalistas que saltan a la prensa. Sin embargo, tiene truco. En realidad, esos 10 candidatos son compatibles con otras explicaciones poco usuales, pero aparentemente más plausibles que las esferas de Dyson. Podrían tratarse de procesos astrofísicos desconocidos. De hecho, los 10 parecen ser un tipo de estrellas llamadas enanas rojas, por lo que, quizás, estemos ante algo desconocido, pero no necesariamente tecnológico. Y, sabiendo que las posibilidades son muchas, tal vez podríamos ser optimistas con cientos de candidatos y, suponer, que al menos uno o dos son, con suerte, esferas de Dyson. Sin embargo, teniendo 10, no hay mucho margen de error.
Dicho de otro modo: son muy pocos candidatos como para que existan tantas interpretaciones alternativas a la esfera de Dyson como existen. Si esto fuera un juego, estaríamos ante una apuesta realmente arriesgada y, por lo tanto, en lugar de lanzar las campanas al vuelo, conviene hacer lo que propone el mismo autor: seguir investigando estas emisiones para comprenderlas bien, porque sean lo que sean, es posible que estemos ante algo nuevo e interesante, civilización extraterrestre mediante o no.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Aunque a veces es la prensa quien interpreta los descubrimientos extraños como obra de extraterrestres, en este caso la suposición viene de los propios investigadores. No obstante, es probable que no se deba a ellos.
REFERENCIAS (MLA):
- Suazo, Matías, et al. “Project Hephaistos – II. Dyson sphere candidates from Gaia DR3, 2MASS, and WISE.” Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, vol. stae1186, Oxford University Press, 2024
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