Historia

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El escudo que resolverá el origen de Cristóbal Colón

Un estudio arqueológico en Santo Domingo ha conseguido identificar el blasón, que la familia del almirante usó, menospreciando el que les habían entregado los Reyes Católicos.

Una imagen de la fuente del almirante también llamada de los Herreros con el escudo de la Familia de Colón
Una imagen de la fuente del almirante también llamada de los Herreros con el escudo de la Familia de Colónlarazon

Un estudio arqueológico en Santo Domingo ha conseguido identificar el blasón, que la familia del almirante usó, menospreciando el que les habían entregado los Reyes Católicos.

Los orígenes de Cristóbal Colón continúan siendo el centro de diversas teorías y polémicas; una incógnita, a falta de un documento decisivo, que ha sido utilizada y manipulada por unos y por otros. La tradición había dejado en la cultura la suposición, que muchos ya daban por firme, de que el almirante era italiano y que procedía de Génova o sus inmediaciones.

Pero muy pronto surgieron voces indicando que también podría ser castellano o catalán, entre otras numerosas posibilidades. Sus raíces familiares se enredaban de esta manera en un extenso debate que hasta ahora, a pesar de las sospechas, no ha obtenido una resolución clara y determinante. Pero es posible que ahora un descubrimiento arqueológico arroje luz sobre el pasado del descubridor de América o, al menos, marque a los investigadores una dirección distinta por dónde encauzar sus estudios y resolver esta cuestión pendiente.

Este hallazgo es la culminación de un proceso que comenzó en 2013, en la zona colonial de Santo Domingo, con un proyecto que aspiraba a mejorar diversos servicios de la población local, como los de electricidad y saneamiento, y que dieron pie a una excavación y a un estudio detallado sobre cómo llegaba el agua a sus habitantes. Durante el proceso de estas obras afloró una vieja tubería. Una canalización que la documentación de la época ya describía, pero a la que nadie había prestado la atención necesaria y que muchos consideraban, de manera errónea, la primera del Nuevo Continente (aunque la existencia de otros restos contradigan esta conclusión).

Este fue el punto de arranque de una investigación que condujo a los expertos al nacimiento de la primera ciudad de nueva planta que se levantó en América, que, seguía, por cierto, las ideas renacentistas que estableció Vitrubio, quien determinó en su obra cómo debía estar ordenada una urbe y en qué lugar debían encontrarse sus monumentos más relevantes y qué disposición había que darle para cumplir con los cánones ideales.

El examen de esta cuadrícula y el análisis minucioso del suministro del agua llevaron a un encuentro inesperado. Desde comienzos del siglo XVI existen noticias de las quejas de los pobladores de La Española por la mala calidad del agua. Se proyectaron acueductos y se buscaron fuentes en el exterior del perímetro urbano para solventar el problema y apaciguar las quejas. «Empezamos a recopilar información sobre lo que hacían los vecinos para conseguir agua potable. Descubrimos restos de norias pequeñas dentro de las casas que no estaban movidas por animales, sino por esclavos y examinamos multitud de pozos.

Existía una pléyade de sirvientes y criados encargados de surtir agua a las casas. Otros hontanares, en cambio, estaban dentro de la ciudad y llevaban aguas a las principales viviendas y hogares», comenta el arqueólogo Ildefonso Ramírez González, que aporta todos estos resultados en su trabajo «Arqueología del agua en Santo Domingo», una obra editada por el Programa Fomento al Turismo Ciudad Colonial de Santo Domingo, organismo del Minsiterio de Turismo de la República Dominicana y con el patrocinio del Banco Interamericano del Desarrollo. Uno de estos surtidores llamó la atención de los historiadores.

Estaba relacionado con el aparato administrativo de la Corona. «Indagamos sobre ella, los vocablos relacionados con su existencia y reparamos, para nuestra sorpresa, en que se llamaba fuente de los Herreros, o de Colón o del Almirante. Estaba situada a unos 400 o 500 metros de la ciudad. Era un edificio de estilo toscano y fue fechado en los años veinte del siglo XVI». Pero lo mejor sobrevino cuando emergió de las sombra un escudo que nadie esperaba y que había sido recuperado hace dos décadas después de siglos tapado. Este blasón se ocultó en algún momento del pasado y eso ha hecho que se salvara de la destrucción que sobrevino durante el siglo XIX, después de la Revolución Francesa y las consecuentes invasiones haitianas y el eco que produjo en otras tierras y países, y que convirtiron los emblemas de carácter nobiliario en un objeto de las multitudes, que deseaban destruir cualquier símbolo que recordara a los estamentos del Antiguo Régimen.

Debido a esta casualidad, se salvó y se ha preservado hasta hoy. Acababan de encontrar el escudo de la familia de Cristóbal Colón. Este blasón, según subraya Ildefonso Ramírez, es único en el mundo hasta este momento y determinaba que esa obra había sido respaldada por los Colón, exactamente por Diego Colón. «Esto resultaba muy extraño, porque él no empleó el que le entregó Isabel la Católica a su padre a su vuelta de América. Al contrario, emplea el que tenía cuando éste emprendió el viaje que le llevó al descubrimiento». La pregunta ahora es por qué es tan importante la aparición de este emblema que hasta ahora había pasado desapercibido por los estudiosos. Para Ildefonso Ramírez está claro: «Es la primera referencia al escudo tradicional de los Colón.

Es con el que pisa América, porque solo a su regreso la reina le entregó el nuevo. La cuestión en este instante es aclarar cuál fue el motivo que le impulsó a usar este y no el que habían recibido posteriormente. Una de las razones que barajamos es que podría ser la animadversión que surgió entre los Colón y la Corona española. Por eso se agarran al original». El blasón es sencillo en apariencia, normal, no recargado ni llama demasiado atención a los que son profanos. «Es totalmente medieval. Siempre se ha especulado sobre si Cristóbal Colón estaba vinculado a una familia, si tenía antecedentes o si era un aventurero sin más.

Siempre ha habido una nebulosa alrededor de él y sus ancestros. En esa tesitura histórica, la que rodea 1520, Diego Colón lo que hace es agarrarse a la tradición que existía en el seno de su casa. Es muy interesante esta decisión, porque a no ser que seas un nuevo rico, no vas al escudo real. Diego Colón va al que recibe de sus antepasados». ¿Pero a qué puede contribuir este hallazgo? Para el historiador está bastante claro: «Es un escudo muy medieval. Las búsquedas ahora deberían encauzarse hacia el lugar de donde procede. Vamos a poder averiguar si Colón nació en Cataluña, o si es de Guadalajara o si puede ser genovés, como siempre se ha afirmado. Habrá gente que al verlo lo pueda reconocer y afirmar que es de un municipio, por ejemplo».

El blasón está compuesto por campo de oro, banda de azur y jefe de gules. Y los colores serían el oro, el azul y el rojo, como atestigua en una descripción escrita Gonzalo Fernández de Oviedo, uno de los principales especialistas heráldicos de los Reyes Católicos y la persona que, precisamente, plasmó el escudo que estos monarcas entregaron al Almirante después de que hubiera culminado su travesía con éxito. Cuando se le pregunta a Ildefonso Ramírez qué puede deducirse, en un primera examen y con todas las cautelas que implican las suposiciones por adelantado, sobre el origen de Colón, para él, «todo apunta a que es genovés. Pero un escudo se rastrea con facilidad». Y aquí asoma otra historia que, por lo general, no citan los libros de Historia.

A su regreso de su primer viaje, Colón, después de una breve escala en Lisboa, se presenta para dar noticia de las nuevas tierras a Fernando de Aragón, no a Isabel la Católica, la persona, en principio, que financió su expedición y que lo apoyó para que emprendiera su travesía. «Hay que tener en cuenta que Aragón mueve toda una flota marítima en el Mediterráneo y que Génova está muy próxima a este comercio.

Es Aragón quien controla las rutas del Mare Nostrum. Pero, claro, esa historia de que Cristóbal Colón convence a Isabel y ella le entrega las joyas es una visión nacionalista de América. Siempre se piensa en los primeros cuatro viajes colombinos, pero pocos hablan de los que hubo entre medias, como la flota de Ovando». El arqueólogo se refiere a Nicolás de Ovando, el hombre que en 1502 llevó una flota de 32 barcos con más de 1.500 personas a bordo a Santo Domingo (entre ellos, Bartolomé de las Casas y Pizarro). «En esas naves iba todo lo que podía ser representativo para una gran ciudad», comenta Ildefonso Ramírez. Pero él desvela otro asunto: la rivalidad que se desencadenó entre Castilla y Aragón por hacerse por el predominio en América. «Entre esos viajes de Colón existen un enorme número de ‘‘viajes andaluces”.

Son trayectos de uno o dos barcos. Se mueven entre Palos y América. Esta situación supondrá una comunicación fluida entre lo que sucede en América y España. Es un gran golpe de mano de Castilla. Los hombres que los realizan son una especie de espías que van informando de lo que pasa allí y los problemas que surgen en América. Lo que se genera es una especie de bandidaje entre Castilla y Aragón.

La flota de Ovando es una buena prueba. Asienta el predominio de Castilla allí, cuando, por tradición, las naves debían estar de la parte de Aragón». Las fuentes citan el recelo que Colón tenía de los castellanos y también dan fe de cómo Ovando y otros hombres ya se ríen del almirante y se mofan de él. Este recelo es uno de los acicates para que los Colón decidan renunciar al escudo que les entregaron los Reyes Católicos y tomen el de su familia. «El escudo es nobiliario, aunque no es una casa conocida.

Esto debería dar paso a que los investigadores trabajen con ello, en Génova o en su entorno, que generaron muchos marinos. Ahora mismo es el siguiente paso para averiguar ya cuáles son las raíces de Cristóbal Colón».

En busca de la casa del descubridor

Este no es el único descubrimiento del estudio. También se ha logrado identificar dónde estaba la casa que Cristóbal Colón tenía en Santo Domingo. La mandó edificar porque pensaba asentarse en la ciudad. Lo que sucedió es que nunca llegó a acometer ese quinto viaje y la vivienda se dejó a medias. «La encarga en 1504, pero no consigue erigirla en el puerto, donde está la casa de Ovando.

Este no se lo permite para evitar que tenga el control de esta área, así que la encaja en la bocana del puerto, enfrente de la barrera de arena. Él vería los barcos entrar y salir. De hecho es el mismo modelo y una situación parecida a la que se presume que tenía Colón en la Isabela, mirando al Caribe», comenta Ildefonso Ramírez. En 1589 se diseñó un proyecto para levantar unas nuevas murallas.

Esta iniciativa llevó a los responsables a dar una descripción minuciosa de las principales casas y lugares de la ciudad, como la catedral. En este inventario aparece la casa de Colón. Una relación que se dio con tal definición que ahora ha permitido que conocer la situación exacta: «Es un proyecto claro. Esperemos que en un futuro cercano podamos hacer una prospección allí. De momento está localizada, aunque también sabemos que se dejó a medio construir, porque Cristóbal Colón falleció antes de que pudiera ocuparla. Pero es interesante, porque eso nos permite conocer cuáles eran sus planes para el futuro: instalarse allí»... lo terminó haciendo con sus restos.