El misterio del busto de Julián Gayarre
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Era su octava temporada y nadie podía presagiar que sería la última. Se había anunciado que Julián Gayarre la abriría con «Mefistófeles», pero el tenor cambió por «Lohengrin» la noche del 31 de octubre de 1889. La crítica apuntó: «Quizá en las notas altas no sea el Sr. Gayarre lo que fue en otro tiempo; pero, en cambio, ha ganado en arte y expresión. En el papel de Lohengrin, anoche convenció al público de que nunca ninguno de los tenores conocidas ha conseguido igualarle». La de Peña y Goñi fue tan extensa como elogiosa. Dos días después llegaría «Mefistófeles», también exitosísimo, diez días más tarde la primera de «Pescadores de perlas» y enseguida “Don Giovanni”, si bien en ella se produjo el hecho insólito de no tener que bisar sus arias. ¡En justo un mes había cantado tres funciones de Wagner, cuatro de Boito, una de Bizet y otra de Mozart! Hoy no hay quien pueda emularlo.
w «¡Esto se acabó!»
Pero la salud y la garganta se resentían y la razón no era otra que la epidemia de dengue que se extendió por Madrid. Accedió a participar en una última función de «Pescadores» antes de retirarse a recuperarse y cascó el «si natural» de la romanza. «No puedo cantar» explicó al público, pero siguió la representación sin el aria, que luego intercaló al inicio del tercer acto. Sin embargo el apuntador le oyó decir: «¡Esto se acabó!» Moriría el 2 de enero. El cortejo fúnebre recorrió Madrid desde el Real hasta la estación de Atocha, bajo la nieve, en lor de multitudes. Allí estaban Arrieta, Fernández Arbós y miles de personas. Se tocaron la «Marcha fúnebre» de Chopin y un coro de «La Favorita». Todo ello se cuenta estupendamente en el reciente libro de Óscar Salvoch «Julián Gayarre, la voz del paraíso» (Editorial Eunate).
No se cuenta lo que ahora sigue. En el museo de Almagro se puede curiosear la laringe del tenor, extraída para comprobar si era humana. Así mismo un busto atribuido a Benlliure y la mascarilla mortuoria también atribuida al escultor que realizara el extraordinario mausoleo del Roncal, el pueblo natal de Gayarre, cuya maqueta también se expone. Ambas obras presentan misterios sin aclarar. Benlliure difícilmente pudo realizar la mascarilla ya que se hallaba en Roma cuando la muerte del tenor, según relatan sus descendientes. En cuanto al busto...
Gayarre viajó mucho a Roma para preparar papeles y allí se consolidó una amistad entrañable a pesar de sus diferencias de edad, pues el escultor era 18 años menor. En 1882, para festejar el éxito del estreno de «El duque de Alba» en Roma –curiosamente hacía décadas que su autor había fallecido– los españoles residentes le organizaron una gran cena de homenaje. Se le regaló un álbum compuesto por más de cincuenta trabajos a base de pinturas, dibujos o partituras. Benlliure recordó en un dibujo al joven pastor que fue Gayarre. Éste viajó a Roma por última vez en el verano de 1889 y pasó unos días con «Marianito», como llamaba a su amigo. Benlliure firmó y fundió allí un busto que se hoy encuentra en el Palacio de Navarra. Ya fallecido el tenor, su amigo fundió un segundo bronce que fue presentado en el Centro de la Armada en marzo de 1890, tres meses después de morir Gayarre. En el acta, conservada en el Archivo Histórico Nacional, se describe el busto con su pedestal que incluía una lira coronada por laurel e incluso se acompaña un dibujo.
Después fue donado al Teatro Real con la condición de que fuera exhibida en su foyer. El documento manuscrito de cesión, de diciembre de 1891, se refiere expresamente al pedestal. El 13 de enero de 1892 son colocados busto y pedestal en el foyer en presencia de numerosas autoridades. Allí estuvo efectivamente durante años, sin embargo en un artículo de «La Correspondencia de España» del 10 de enero de 1923 se reclama la vuelta de la escultura al foyer, de donde había sido retirado meses antes por seguridad ante obras. En él también se cuenta que se encontraría entonces en la Comisaría regia del teatro, estando el duque de Tovar a su frente. Pasó después, tras el cierre del Real en 1925, al Museo de Arte Moderno, a los almacenes del Museo de Reproducciones Artísticas, al Museo de Arte Contemporáneo... y no se repuso en el foyer cuando el teatro se abrío en 1966 como sala de conciertos. El supuesto busto llegó al Museo de Almagro en 1990, tras el nuevo cierre del Real. El 11 de octubre de 1997, cuando su reinauguración lírica, nadie volvió a ver la escultura donada por la familia expresamente para su exhibición en él.
El falso Benlliure
Con todo, no es lo peor que se haya olvidado a Gayarre, sino que el busto que se conserva en Almagro no parece tener nada que ver con el que se retiró y cuya descripción está bien documentada. De su pedestal no ha vuelto a saberse. Curioso es que no posea firma ni sello de fundición, como es habitual en la obra de Benlliure. ¿Qué fue de la auténtica escultura donada por la familia Benlliure? ¿Es realmente del escultor la obra de Almagro?
Un misterio por desentrañar, como lo es una supuesta grabación del «Spirto genti», que alguien asegura poseer. Su valor sería tan incalculable como la tan buscada de «Il Pirata» de Callas y Corelli. No estaría de más, aprovechando la publicación del libro mencionado y de los 125 años de la desaparición de Gayarre, una investigación seria sobre una escultura que debería hacer recordar a su público a quien fuera uno de nuestros más grandes artistas, tan célebre como para que Alfredo Kraus y José Carreras protagonizasen sendas películas sobre su vida.