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Emmy Noether, la gran matemática del siglo XX

En 1916 formuló el «teorema de Noether» en respuesta a una consulta de Einstein, quien solicitó ayuda para explicar el principio de conservación de la energía
Emmy Noether, la gran matemática del siglo XX
Emmy Noether hacia 1935Getty Images
Sonsoles Costero-Quiroga

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El nombre de Emmy Noether está asociado a la beca postdoctoral más prestigiosa de Alemania. La primera vez que escuché su nombre, pregunté a algunos galardonados si sabían quién era. Si podían calificarla como una «académica» ya era un logro. Esto evidencia que aún queda un largo camino por recorrer: ni un día conmemorativo dedicado a las mujeres en la ciencia (11 de febrero) ni el nombre de una beca son suficientes. 
Amalie Emmy Noether constituye un caso paradigmático de los obstáculos sistemáticos que siguen enfrentando las mujeres en la academia, incluso aquellas dotadas de un genio excepcional. Nació el 23 de marzo de 1882 en Erlangen, un pueblo de Baviera. Su padre era profesor universitario e intentó inculcar a sus hijos el gusto por las matemáticas. A menudo se dice que las mujeres de talento deben su éxito a una figura paterna, como si su genialidad dependiera siempre de un hombre. Es cierto que, históricamente, muchas mujeres estuvieron supeditadas a la voluntad de figuras masculinas de su entorno y solo pudieron desarrollar su potencial dentro de los márgenes que les permitía la tutela masculina, pero no cabe duda de que su genialidad habría brillado aun en ausencia de estas figuras.
Noether recibió la educación tradicional para una joven de su época: se le enseñó a cocinar, limpiar, tocar el piano. También estudió matemáticas, aunque lo que realmente le interesaba era el baile y el canto. Se formó en idiomas con el objetivo de ser docente de francés e inglés en la escuela primaria femenina. En 1900 obtuvo su diploma, tres años antes de que las mujeres pudieran ingresar oficialmente en la universidad en Baviera. En 1903, logró el título que le permitía acceder a la universidad. Sin embargo, el camino no sería fácil. El ambiente académico era hostil para las pocas mujeres que intentaban acceder a la enseñanza superior. Tanto profesores como estudiantes varones las consideraban una distracción y la universidad de Gotinga ni siquiera la aceptó como alumna. Persistente, asistió como oyente a matemáticas y astronomía hasta que en 1905 su padre intercedió para que pudiera matricularse en el último año de la Universidad de Erlangen. Allí, se graduó con honores y completó su tesis doctoral en 1907 bajo la dirección de Paul Gordan.
Entre 1908 y 1915, Noether impartió clases en el Instituto Matemático de Erlangen, aunque solo en calidad de suplente de su padre y sin percibir salario. En 1915, los profesores de matemáticas de la Universidad de Gotinga intentaron contratarla, pero enfrentaron una fuerte oposición de otros departamentos. Historiadores y filólogos argumentaron que una mujer no podía desempeñar ese rol, exclamando: «¿Qué pensarán nuestros soldados cuando regresen de la guerra y descubran que deben aprender de una mujer?». Como resultado, Noether se vio nuevamente relegada a la precariedad: sin un puesto fijo, sin salario y dependiendo económicamente de sus padres, quienes ya estaban gravemente enfermos. Su labor investigadora en física teórica y álgebra abstracta quedó interrumpida en varias ocasiones debido a la necesidad de regresar a Erlangen para cuidar de ellos.
El «teorema de Noether»
A pesar de este panorama desolador, en 1916 Noether formuló el «teorema de Noether» en respuesta a una consulta de Albert Einstein, quien solicitó ayuda al departamento de matemáticas para explicar el principio de conservación de la energía. Su teorema establece que a cada simetría diferenciable le corresponde una ley de conservación, y viceversa. Su impacto en la física teórica es incuestionable, pero su influencia se extiende también a la teoría de los anillos, la teoría de cuerpos y la teoría de K-álgebras.
En 1922, Emmy Noether recibió finalmente el título de profesora, aunque sin los derechos que sus colegas varones: ni sueldo ni estatus de funcionaria pública. No fue hasta 1923 que percibió su primer salario, a pesar de su gran reputación. Entre sus admiradores se encontraban figuras como Albert Einstein y Norbert Wiener.
Sin embargo, otro obstáculo se interpuso en su trayectoria: su origen judío. Con la llegada del nazismo al poder, los profesores judíos fueron expulsados, y en 1933 Noether emigró a Estados Unidos. Allí obtuvo un puesto en Bryn Mawr College, en Pensilvania. En 1935, se sometió a una cirugía para extirpar un quiste ovárico. Falleció cuatro días después, a los 53 años.
Noether fue una de las mentes matemáticas más brillantes del siglo XX. ¿Cuántos teoremas más habría descubierto si no hubiera encontrado tantas barreras en su camino? ¿Cuántas Noether permanecen aún invisibles? Necesitamos mujeres en todas las disciplinas, no solo en la ciencia. Es imperativo transformar las condiciones sociales y la mentalidad colectiva para reconocer y valorar sus logros. Menos Einstein, más Noether.